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LOS LIBROS DE TEXTO DE CASTILLA Y LEÓN, A DEBATE EN MENEAME.NET

03 febrero, 2009

Este domingo apareció en el Diario de León la noticia de que los libros de esta comunidad siguen sin hablar del Reino de León, y que de hecho sencillamente ignoran la historia de esta sufrida tierra leonesa. El artículo aparece firmado por Emilio Gancedo, aunque lo que hace básicamente es transmitir las denuncias que desde hace años llevamos haciendo en Plataforma Regional Pro-Identidad Leonesa. Este curso de nuevo hice una recopilación de libros de texto de Ciencias Sociales de la ESO, y de nuevo volví a encontrar ese obstinado silencio sobre nuestra historia, además de la multitud de manipulaciones y medias verdades a las que nos tienen acostumbrados los historiadores de la Junta. Por supuesto, todo ello aderezado con el estúpido gentilicio "castellano-leonés", y aplicando el término "regional" hasta en la sopa.

Bueno, ya hablaré sobre esto más adelante de una forma más completa y con detalles (muchos detalles), pero lo que ahora quería contaros es que lo que me ha llamado la atención del mencionado artículo es el brutal éxito que ha tenido en meneame.net, donde de momento ha recibido más de 500 "meneos" y casi 100 comentarios, siendo, de largo, el post más meneado y comentado de los anteriores días. Vamos, que se ha montado todo un debate sobre el tema. Os animo a pasar por allí, "menear" el artículo, y dejar un comentario. La dirección es: http://meneame.net/story/libros-eso-ventilan-reino-leon-solo-dos-lineas

PD: Por supuesto, este tema dará más qué hablar.

EL REINO DE LEÓN EN EL SIGLO XV SEGÚN LAS PESQUISAS DE LA HACIENDA REAL

23 enero, 2009

Es un hecho innegable que el Reino de León, al igual que el de Galicia, siguió existiendo después del año 1230 (fecha de la tan cacareada unión con Castilla). Hay muchas, muchísimas pruebas de ello, pero hoy quisiera compartir con vosotros una en particular: se trata del artículo del profesor Miguel Ángel Ladero Quesada titulado "Derechos de oficiales"y "Derechos ciertos" en la Hacienda Real de Castilla (año 1430). En él se analiza la pesquisa (una especie de recuento) realizada en dicho año para averiguar la cuantía exacta de algunos ingresos de la Hacienda del rey.

Esta pesquisa se plasmó en un documento de la época que contiene los partidos fiscales del reino, los "Derechos de oficiales", y los "derechos ciertos". En cuanto a la historia del Reino de León, este documento es interesante porque en la enumeración de lugares se sigue la distribución por reinos. Así, en los partidos fiscales, aunque falta la parte del reino de Castilla y de Salamanca y Ciudad Rodrigo, aparecen agrupados el Obispado de Zamora, el de León, el de Astorga, y las "cuatro sacadas de Asturias de Oviedo".

Más adelante, en los derechos de oficiales, en la sección que Ladero Quesada llama "Reino de León. Asturias" figuran juntos el obispado de Salamanca y Ciudad Rodrigo, el de Zamora, los de León y Astorga, y las cuatro sacadas de Asturias de Oviedo. En ese mismo apartado, vienen reflejadas las jurisdicciones de los respectivos notarios mayores de Castilla, León, Toledo, y Andaluzía (sic.). En el caso de León, el Notario Mayor es el adelantado Pero Manrique, y su jurisdicción incluye: las sacadas de Coria y Cáceres, el obispado de Badajoz, los de Salamanca y Ciudad Rodrigo, el de Zamora, los de León y Astorga, las 4 sacadas de Asturias, el arzobispado de Santiago con el obispado de Tuy, el obispado de Mondoñedo, el de Orense, y el de Lugo. Conviene recordar que este Notario Mayor de León cubre la extensión que tenía el reino (más bien Corona) en 1230, y que éste seguía siendo tenido en cuenta por la Hacienda en una fecha tan tardía como 1430.

Podéis bajaros el artículo en PDF en la sección Documentos de mi página "Los Telares".

EL REINO DE LEÓN VISTO DESDE CHILE

13 enero, 2009

El 9 de diciembre del pasado año recibí un correo de D. Ángel Gordo, profesor de Historia Medieval en la Universidad Austral de Chile, y Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca. Imparte las asignaturas de Mundo medieval, Historia medieval española, y Paleografía. En principio me escribió porque le había gustado el blog, y porque quería pedirme imágenes de signos rodados de los reyes de León para poder exponerlos a sus alumnos. Tras enviarle las imágenes, nos cruzamos varios correos. Resulta curioso ese interés que parece haber en el otro hemisferio por la Historia Medieval:
"Aqui en Chile el interés por los temas medievales es mucho; hay una asociación de medievalistas y junto a algunos colegas participamos en una página web que es de difusión de temas medievales. Al ser de difusión (...) tenemos de todo y la idea es fomentar el interés y la especialización del público en general y de los estudiantes en particular en estos temas, y los alentamos a seguir postgrados. "
A continuación, Ángel G. Gordo me mandó el enlace de Edadmedia.cl, una estupenda página chilena dedicada al medievalismo que os recomiendo vivamente. Allí pude leer varios de sus interesantísimos artículos, centrados sobre todo en la que es su especialidad: la época del Imperium leonés. En sus propias palabras,
"me dejé seducir por el concepto de Imperium en el reino de Léon de Alfonso VI a Alfonso VII, con especial mención de Urraca I."
La verdad es que en los tiempos que corren es una delicia encontrar trabajos como éstos, en los que se reconoce como leoneses a los citados reyes, y donde se habla sin tapujos de su reino sin aplicarle la manida y falsa etiqueta de "castellano".
Referente a la dignidad de Alfonso VII, bueno, es que pasa lo mismo con su madre y abuelo, y esa falacia de Castilla y León en esa época, verdaderamente me parece impresentable. Quizas lo bueno de venir de fuera, es la objetividad, dentro de una disciplina eminentemente objetiva, a pesar de que mis padres son riojano y andaluza. Lamentablemente el tema de las tergiversaciones también lo detecté y no sabes la rabia que me da, porque estan borrando toda una historia, toda una tradición viva. Lamentable en realidad. Quizás José María Mínguez sea uno de los pocos que hace la diferenciacion importante mostrando la supremacia leonesa que corresponde. A mi siempre me ha llamado la atención como se habla de Imperio en la Península Ibérica desde los reyes católicos (leasé castilla) olvidandose el Imperium del siglo XI y XII que fue el más relevante de Europa. En fin, cosas para luchar, pensar y tener más de una polémica. Mis investigaciones sobre doña Urraca y Teresa de Portugal van en el mismo derrotero, en fin, a ver si logramos reivindicar lo que se quiere borrar.
Como podréis comprender, éstas son palabras que me han animado mucho, sobre todo porque significa comprobar que, pese a quien pese, el Reino de León existió y tuvo una gran importancia que hoy en día se intenta minimizar por todos los medios. Es una pena (pero no una casualidad), que las instituciones que deberían defender y difundir nuestra Historia en realidad sean nuestros peores enemigos, y que haya que acudir a territorios fuera de nuestra comunidad autónoma (La Coruña, Portugal, Chile...) para encontrar exposiciones y estudios imparciales sobre el Viejo Reino, o algo tan sencillo como esculturas dedicadas a sus reyes. Así nos luce el pelo. Muchas gracias por todo, D. Ángel.

LOS ATAQUES DE ALMANZOR AL REINO DE LEÓN

27 agosto, 2008

Almanzor fue sin duda el mayor azote musulmán en las espaldas de todos los reinos cristianos peninsulares de la Edad Media. Ni siquiera Abderramán III (912-961 d.C.), el fundador del califato hispano, fue capaz de amenazarlos de muerte de la manera tan directa y tangible como lo hizo el general que hoy nos ocupa.

Almanzor” en realidad es la forma españolizada de “Al Mansur”, que significa “El Victorioso”. Su verdadero nombre era Mohamed Ibn Abdalá Ibn Abu Amir, es decir, “Mohamed (o Muhamad) hijo de Abdalá hijo de Abu Amir”. Esto quiere decir que el sobrenombre por el que le conocemos es un apodo que recibió por sus múltiples victorias, aunque sus correligionarios le llamaban simplemente Ibn Abu Amir. En cualquier caso sabemos que nació en torno al año 938 d.C., poco antes de que los ejércitos del leonés Ramiro II vencieran a Abderramán III en la decisiva batalla de Simancas.

Con el tiempo obtuvo el cargo de cadí, y el año 977 comenzó la que sería una larga serie de campañas contra los reinos cristianos peninsulares. Ese mismo año fue nombrado hayib (primer ministro), lo que le convirtió en el máximo lugarteniente del califa Hisham II, a quien manejó a su antojo. Y es que, tras resultar vencedor en las luchas intestinas por el poder, a partir del año 981 se convirtió en el auténtico señor del Califato.

Almanzor llevó a cabo nada menos que 56 campañas entre los años 977 y 1002. Los cronistas musulmanes afirman que todas fueron victoriosas, pero como veremos esto no es del todo cierto, ya que en muchas de ellas este general no alcanzó los principales objetivos previstos. De todas estas campañas, sabemos que al menos 14 tuvieron como objetivo territorios y ciudades de la región leonesa. El resto de acciones las repartió por Castilla, Cataluña, Aragón, Galicia y Portugal. Aunque en realidad en esta época tanto Castilla como Portugal y Galicia eran parte del Reino de León, en el presente artículo me ceñiré a los ataques que sufrieron las actuales provincias de Salamanca, Zamora y León.

Por otra parte, uno de los problemas que existen a la hora de conocer con seguridad los lugares arrasados por Almanzor es que muchas de estas campañas tan sólo las conocemos gracias a las crónicas musulmanas, que utilizan su propia forma de nombrar a los lugares. Ello da lugar a muchos posibles equívocos, ya que en el árabe escrito no existen las vocales, y además muchos de los topónimos proporcionados no han podido ser identificados.

-Eso es lo que nos ocurre, por ejemplo, con su primera campaña (meses de febrero a abril del año 977), cuyo objetivo fue el castillo de Al Hamma, que podría ser identificado tanto como Baños de Ledesma (Salamanca), como Baños de Montemayor (norte de Cáceres). Los andalusíes arrasaron toda la región alrededor de la fortaleza, pero según los historiadores de la época finalmente no pudieron tomarla. Como veremos, esta situación se repetirá varias veces en las primeras razzias de Almanzor, en las que comandaba los ejércitos conjuntamente con el general Galib, que llegaría a ser su suegro y su peor enemigo.

-La tercera campaña de Almanzor y Galib (septiembre-octubre de 977) también tuvo como escenario a la región leonesa: en este caso su objetivo fue la ciudad de Salamanca. Tomaron varios castillos por el camino y asentaron su campamento en la orilla izquierda del Tormes, sometiendo a un duro asedio a la capital charra. A pesar de haber devastado todos los alrededores, de haber reclutado forzosamente a cristianos de la zona, y de haber sometido la ciudad a los ataques de las máquinas de asedio, Salamanca resistió sus embates, y tuvieron que levantar el cerco. Después de esta campaña, Almanzor se casó con una hija de Galib, con lo que los dos principales generales de Al Ándalus quedaron unidos por lazos familiares.

-La quinta campaña la dirigieron contra Ledesma de octubre a noviembre del 978, ya que esta ciudad defendía el camino a Zamora de posibles avances musulmanes. Sin embargo, el invierno arreció y su ejército tuvo que retirarse para no perecer de frío.

-Almanzor y Galib no se rindieron por este contratiempo, y volvieron a atacar Ledesma en la siguiente primavera (sexta campaña). Esta vez la población no pudo resistir, y quedó prácticamente deshabitada hasta tiempos de Fernando II de León (2ª mitad del siglo XII).

Por esta época surgieron graves desavenencias entre el suegro y el yerno, que salieron a la luz cuando Galib intentó asesinar a traición a Almanzor en el transcurso de una cena. El anciano general fracasó en su intento y sólo logró herirle, lo que desembocó en una cruenta guerra civil. Los cronistas contabilizan las batallas de esta guerra como otras tantas campañas de Almanzor, ya que tras algunas derrotas, éste al final se impuso sobre su suegro y sobre sus aliados cristianos (castellanos y navarros, principalmente), y se convirtió en el único caudillo del califato.

-Así, las tierras leonesas disfrutaron de un corto respiro hasta el ataque del verano del año 981. Esta campaña, conocida como la “Campaña de las Tres Naciones”, fue la decimocuarta según la cuenta que hace el autor del libro “Dikr bilad Al Andalus”, o la decimotercera si nos atenemos al relato de su casi coetáneo historiador Ahmed Ibn Omar Ibn Anas, conocido como “Al Udri”. En esta ocasión, el hayib cordobés dirigió sus miras contra la hermosa y aparentemente inexpugnable ciudad de Zamora, que era la principal fortaleza de la frontera del Duero. De la calidad de su estratégico emplazamiento da fe el hecho de que sus murallas habían sido capaces de resistir las embestidas de los ejércitos de Abderramán III. Almanzor la sometió a un estrecho cerco en septiembre, con máquinas de asedio. Entre los defensores hubo deserciones como la del conde gallego Rodrigo Velázquez, quien se pasó al enemigo, aunque la mayoría se quedó a luchar. Cuando la situación se estaba volviendo desesperada, los leoneses, dirigidos por Rodrigo González, trataron de hacer una salida por la noche, pero fueron rechazados y tuvieron que regresar a la ciudad. Al comprobar la pertinaz resistencia de sus habitantes, Almanzor optó por realizar una maniobra de diversión: dejó al cargo del cerco a un subalterno, y se dirigió con parte del ejército hacia León. La trampa funcionó, y algunos de los defensores abandonaron Zamora para reforzar el ejército de su rey, Ramiro III (966-984). Pero, inesperadamente, Almanzor dio la vuelta y regresó al cerco, pensando que ahora sería más fácil tomar la ciudad. Sin embargo, no fue así, a pesar de los continuos ataques. El hayib arrasó por completo toda la región, pero los infatigables defensores no cesaron de acosarle con continuas salidas, por lo que finalmente tuvo que regresar a Córdoba en septiembre sin haber cumplido su objetivo.

-La siguiente campaña que tuvo como escenario la región leonesa fue la decimoséptima según el cómputo del autor del “Dikr bilad”, o la decimoquinta y la decimosexta según Al Udri. En cualquier caso fue una campaña extremadamente larga, y cubrió buena parte del verano y del otoño del año 982. Almanzor atacó las ciudades de Toro y León: tras arrasar la primera, entabló una batalla campal con Ramiro III. Al principio fueron ganando los leoneses, pero cambiaron las tornas y al final huyeron de vuelta a la capital del reino. Los musulmanes les persiguieron, pero una repentina tormenta de nieve y granizo los hizo retirarse, aunque antes saquearon los arrabales de la ciudad. Veamos como narra la Crónica Najerense (que copia a la Silense) estos hechos:
“(...)El rey de los sarracenos, quien se había impuesto el falso nombre de Almanzor, tras entablar un acuerdo con los sarracenos de ultramar, penetró en tierra de cristianos con una infinita muchedumbre de ismaelitas, y cruzó por un vado el río Duero, que en aquel entonces se consideraba la frontera entre los cristianos y los moros (...) Devasta entonces a espada y fuego la franja de terreno situada al otro lado de la frontera cristiana, y envalentonado plantó su campamento sobre la ribera del río Esla para atacar la capital leonesa, suponiendo que si llegaba a conquistar la propia ciudad regia no encontraría ninguna oposición en las restantes. Al enterarse de ello, Ramiro, armado, sale al paso de las huestes con algunos condes, y tras entablar combate hasta las propias tiendas los derrotó en medio de una gran carnicería. Almanzor, al ver cómo los suyos huían, enojado saltó del trono y, quitándose la corona, se sentó en el suelo muy entristecido por la afrenta. Cuando los moros lo vieron descubierto y sentado en el suelo, retomaron fuerzas y exhortándose entre sí con un gran griterío rodean por doquier a los cristianos y, cambiando las tornas, los ponen en fuga; y habrían irrumpido entremezclados en las puertas centrales de la ciudad [León] si no hubiera dirimido la lid un enorme aguacero acompañado de aparato. Ese año Almanzor, ante la proximidad del invierno, se retiró a su patria sin acabar la labor”.
Tras esta campaña, los ejércitos de Al Ándalus vencieron a una coalición de leoneses, castellanos y navarros en Rueda y en Simancas, en el interior del condado de Castilla.

-La decimonovena campaña según “Dikr bilad”, o decimoctava según Al Udri (septiembre del 983) tuvo el mismo objetivo que la tercera: Salamanca, que era la mayor fortaleza del sur del Reino de León. Almanzor comprendió que esta plaza era la clave para avanzar sobre Zamora, por lo que arreció en sus ataques contra la ciudad, aunque tampoco pudo tomarla en esta ocasión.

-Como hemos visto, hasta este momento las principales ciudades del Reino de León mal que bien habían conseguido mantener el tipo frente a Almanzor. Sin embargo, el sempiterno cainismo leonés cambió esta tendencia. Y es que en la vigesimosegunda (“Dikr bilad”) o vigésima (Al Udri) campaña (febrero-marzo del 984) el hayib cordobés avanzó nuevamente sobre Zamora, aunque en esta ocasión se vio ayudado por las luchas intestinas que surgieron en el seno del reino. Ramiro III estaba en guerra con su primo Bermudo II (hijo de Ordoño III), por lo que tuvo que pactar una tregua momentánea con Almanzor, entregándole la ciudad del Duero. Finalmente el que venció en esta guerra civil fue Bermudo (984-999), quien había contado con el apoyo de gallegos y asturianos. Pero el Reino había quedado tan desgastado y asolado que el vencedor también tuvo que pactar con el líder musulmán, pagando tributos y permitiendo guarniciones cordobesas dentro de algunas ciudades leonesas, si bien a cambio Almanzor le concedió a cambio un ejército musulmán en el verano del 985 para sofocar las rebeliones de los nobles. Esta situación se mantuvo algunos años, y supuso en la práctica una especie de protectorado de Córdoba sobre el Reino de León. Almanzor devolvió el señorío de Zamora a Bermudo II, pero mantuvo un grupo de sus soldados en el interior.

Aquí cabe preguntarnos si esta situación de subordinación al Califato habría sido posible de no haber mediado una cruenta guerra civil en León. Es un hecho que, como veremos, hubo un antes y después en los resultados de las razzias del hayib pero, en cualquier caso, conviene recordar que así como los cristianos aprovecharon los momentos de debilidad de los reinos musulmanes, éstos hicieron lo propio cuando cambiaban las tornas.

Almanzor, aprovechando que tenía las manos libres por el lado leonés, atacó sin tregua a los condados de Castilla y Cataluña, llegando a tomar Barcelona en el año 985.

Poco después, en el 986, Bermudo II se cansó del dominio musulmán, y expulsó a las guarniciones cordobesas de sus ciudades. Esto provocó la reanudación de las hostilidades.

-La vigesimoquinta campaña(según “Dikr bilad”, que será la fuente utilizada de aquí en adelante) o vigesimotercera según Al Udri se hizo famosa como la “Campaña de las Ciudades” (junio-agosto del 986) ya que se dedicó por completo a castigar la espina dorsal del Reino, atacando a las ciudades de Zamora, Salamanca y León. Muchos nobles enemigos de Bermudo y ex-partidarios de Ramiro III se pasaron al bando de Almanzor, lo que le facilitó las cosas. Realizó un rápido ataque sobre Zamora, que tuvo que capitular. Al entrar en la población y descubrir que los nobles que la defendían habían huido, Almanzor se enfureció y ordenó saquear y destruir la ciudad. En pocos días cayeron Zamora, Salamanca, Alba de Tormes y León, aunque no es seguro que pudiera entrar en la capital del reino cristiano. De cualquier manera, a juzgar por la documentación de la época, la ciudad de León no sufrió daños de importancia.

-En posteriores campañas se dedicó a atacar territorio portugués, pero la trigésima (abril-agosto del 988) regresó a Zamora y Toro, prácticamente indefensas, y volvió a arrasarlas.

-La trigesimoprimera campaña (agosto del 988) la dirigió contra el corazón del reino leonés: primero atacó y destruyó Astorga y varios castillos cercanos, aunque no se sabe a ciencia cierta si atacó y tomó León. En esta campaña también destruyó el monasterio de Eslonza y el de Sahagún.

-La trigesimotercera campaña (año 989) fue una expedición contra Toro para castigar a Bermudo II por haber dado asilo al rebelde gobernador moro de Toledo. Almanzor capturó la plaza sin demasiadas dificultades, produciendo una gran matanza y capturando a muchos cristianos para ser vendidos como esclavos.

Pasaron casi cinco años hasta que Almanzor volvió a atacar territorio leonés. Entre tanto, dirigió sus campañas contra Castilla, Portugal y Navarra.

-En la cuadragesimosegunda campaña (segunda mitad del 994), el caudillo cordobés volvió a centrar sus miras en las ciudades de Astorga y León. Antes de iniciarse las hostilidades, Bermudo II expulsó del reino a los condes traidores a su causa, quienes se pasaron al bando musulmán sin dudarlo un momento. Bermudo II y sus súbditos, sabiendo que no podían ofrecer una buena resistencia, abandonaron la capital llevándose a Oviedo las principales reliquias de santos, y los cuerpos de los reyes anteriores. Pero León no quedó completamente desguarnecida, ya que quedaron en ella los nobles hermanos gallegos Rodrigo y Guillén González, junto con varios valerosos soldados leoneses que se dedicaron a reforzar las dañadas defensas. Almanzor rodeó la ciudad y la atacó con máquinas de asedio, pero la guarnición cristiana resistió estos ataques iniciales e incluso hicieron varias salidas, por lo que los combates continuaron incluso por la noche. Los musulmanes y sus aliados forzaron la puerta occidental de la muralla, y penetraron en León, aunque los defensores los repelieron y volvieron a asegurar esa entrada. Cuatro días después, cayó la puerta del Sur y los invasores abrieron brechas en varios puntos. Rodrigo y Guillén resistieron heroicamente los embates del enemigo, pero el segundo murió en los combates, y el primero fue hecho prisionero. Almanzor arrasó la ciudad, y posteriormente hizo lo propio con Astorga, Coyanza (Valencia de Don Juan), y Sahagún. Intentó pasar al Bierzo y a Asturias, pero le detuvieron los castillos de las montañas (Luna, Gordón...). Según las crónicas, en León sólo dejó una torre en pie para que las generaciones venideras pudieran contemplar la anterior grandiosidad de la capital. Después de este desastre, Bermudo II ya nunca regresó a León. Una muestra de la alegría que causó esta victoria entre sus compatriotas la constituye este fragmento de un poema de Ibn Darray, poeta que estuvo al servicio de Almanzor desde el 992:
“A propósito de Almanzor, que Alá le conceda su misericordia, felicitándole con ocasión de la vuelta de una razia, que Alá lo beneficie.
Tú has dirigido a la tierra de los herejes escuadrones que son el augurio de su destrucción y su demolición.
Y has abandonado León como si no hubiera estado poblada en el tiempo más próximo.
Las banderas han sido allí izadas muy altas cuando sus monumentos han sido demolidos.
Tropas separadas, quebrantadas por la fuerza de las espadas se han retirado con el deseo de poder vengarse.
Y unos evadidos, después de haber preferido la fuga, vinieron siempre empujadas por su huida a abatirse entre tus manos.
Después que se habían refugiado, para conservar que vidas, en torres inaccesibles donde sólo las estrellas son sus vecinas.
Y habían buscado protección en fortalezas, que habían llegado a ser una presa de la muerte al mismo tiempo que les era traba y cautividad.
Se aturdieron con el vino puro de la guerra que bebieron; esta guerra cuyos odios y peligros son su velo.
Como si un fuego los hubiera visto refugiados en sus escondites y se precipitara sobre ellos con sus llamas...
Sus montañas se han cubierto de nieve y sus ríos se han salido fuera de sus lugares...
Hasta atravesar el Duero semejantes a barcos que atraviesan océanos de peligros.
Con lanzas que cortan sus vidas, y sables que quebrantan sus días”.(Traducción de Margarita Lachica Garrido)
En sus siguientes campañas Almanzor atacó Navarra y Castilla y, según las crónicas, casi todo el ejército de este condado fue aniquilado. Durante los años 995 y 996 hubo un protectorado cordobés de facto sobre los reinos cristianos, lo que no impidió a Almanzor atacar nuevamente a Castilla y Portugal.

-En la cuadragesimoséptima campaña (año 995), el objetivo fue Astorga, ya que esta ciudad se había convertido en la capital del Reino tras la destrucción de León. Los anteriores ataques la habían dejado muy debilitada, por lo que fue rápidamente conquistada y arrasada.

-La cuadragesimooctava campaña (julio-octubre de 997) es posiblemente la más conocida de todas las que llevó a cabo, ya que tuvo como destino la destrucción de Santiago de Compostela. Como ya era costumbre, a los musulmanes les apoyaron los nobles cristianos que eran rebeldes a la autoridad de Bermudo II. Al enorme ejército reunido por Almanzor se sumó la flota califal, que avanzó al mismo tiempo por las costas portuguesas. Las dos fuerzas fueron saqueando las poblaciones que se encontraban a su paso, llegando a Santiago el 10 de agosto. La ciudad, alertada y aterrorizada por la fama que precedía al hayib, estaba desierta. Las tropas invasoras saquearon y destruyeron la población, aunque, inexplicablemente, Almanzor ordenó respetar la Tumba de Santiago: hoy en día resultan inimaginables las consecuencias si la decisión del caudillo hubiera sido otra. En cualquier caso, como símbolo de su victoria sobre la capital religiosa del Reino de León, los cordobeses se llevaron a la mezquita de su ciudad las puertas y las campanas de la Catedral, estas últimas para ser usadas como enormes lámparas. En el camino de vuelta, sus tropas arrasaron el territorio leonés del Bierzo, aunque la peste se cebó en ellas, y además sufrieron el acoso de Bermudo II en su retaguardia. Algunos de los nobles cristianos que estaban en el bando musulmán, horrorizados tal vez por el alcance de la campaña, planearon traicionar a Almanzor, pero fueron descubiertos y ejecutados.

Posteriores expediciones le mantuvieron atareado en el Norte de África y Algeciras, pero a partir del año 1000 atacó nuevamente a Castilla, Navarra y Portugal. Fue en esta época cuando, según la Crónica Najerense, Alfonso V (999-1028), hijo de Bermudo II, le entregó su hermana Teresa a un líder musulmán como esposa a la muerte de su padre, lo que dio lugar a una curiosa leyenda:
“Su hermano Alfonso se la entregó en matrimonio a un rey pagano de Toledo a cambio de la paz. Pero ella, como era cristiana, le dijo al rey pagano: “No me toques, porque eres un pagano. Como me toques, el ángel del señor te matará”. Entonces el rey se rió de ella y se acostó con ella una vez, y al instante, como ella le había predicho, fue golpeado por el ángel del señor. Cuando sintió que la muerte ya estaba cerca, llamó a sus asistentes y consejeros y les ordenó que cargaran camellos con oro y plata, con piedras y vestidos preciosos, y que la llevaran a León con todos aquellos regalos”
Según el arabista e historiador decimonónico Reinhart P. A. Dozy, quien se basó en las fuentes árabes, esta historia fue real, y el rey de Toledo no sería otro que el propio Almanzor. Sin embargo, otros historiadores, como Emilio Cotarelo, niegan la veracidad histórica de este episodio, atendiendo a aspectos como el hecho de que Alfonso V, en la época mencionada, era apenas un niño.

Sea como fuere, ninguna otra expedición de Almanzor tuvo como víctima a ninguno de los territorios de la actual región leonesa. Durante la última, la quincuagesimosexta (mayo de 1002), se cebó en Castilla, destruyendo e incendiando el Monasterio de San Millán de la Cogolla, sin haber encontrado resistencia de ningún tipo. Ya había salido enfermo de Córdoba, pero al empeorar su estado de salud decidió regresar a Medinaceli, aunque murió por el camino. Los historiadores actuales descartan la leyenda según la cual castellanos, navarros y leoneses, comandados por el conde de Castilla(!!), vencieron a Almanzor en Calatañazor.

Abd al Malik, el primogénito del caudillo, se hizo con el poder a su muerte, y también fue reconocido como hayib por el débil califa Hisham II. Su primera razzia fue contra Portugal y León, aunque en esta última se encontró mucha resistencia, y tuvo que retirarse tras pactar una paz con los cristianos. Su cuarta campaña también fue contra Yilliquiya (el Reino de León), en el invierno del año 1004 al 1005: saqueó Zamora y el norte de León, sin encontrar apenas resistencia. Murió el 22 de octubre de 1008.

Le sucedió su hermano Abd al Rahman “Sanchuelo”, quien quiso atacar a Alfonso V de León apoyado por traidores castellanos, pero tuvo que retirarse cuando se enteró de que se estaba desarrollando una rebelión contra él en Córdoba. Fue ejecutado en el camino de vuelta junto a García Gómez, conde de Carrión. Con él terminó la línea de caudillos cordobeses descendientes de Almanzor. Éste último dejó una impronta indeleble en la historia de Hispania, de tal modo, que hasta las crónicas cristianas lo recuerdan con una mezcla de respeto y odio. Por ejemplo, en la Crónica Najerense se le describe en los siguientes términos:
“Éste hasta tal punto era desprendido y generoso y esforzado en dictar justicia que, si surgía alguna disputa o riña entre cristiano y moro, antes castigaba al moro que al cristiano, de ahí que no sólo por la generosidad de su fortuna, sino también por su justicia se había granjeado a muchos soldados cristianos”.
En otro lugar de la misma Crónica se le califica como “vara de la cólera del Señor sobre los cristianos”. La Crónica Silense, más cercana a los hechos, narra su muerte de la siguiente manera:
“Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos”.
BIBLIOGRAFÍA
-SÁEZ, Rubén. “Las campañas de Almanzor”. Almena Ediciones. Madrid, 2008.
-RUIZ ASENCIO, J. M. “Campañas de Almanzor contra el Reino de León (981-986)”, EN Anuario de Estudios Medievales. Tomo V. Instituto de Historia Medieval de España. Barcelona, 1968.
-CARRIEDO TEJEDO, Manuel. “Las campañas de Almanzor contra la ciudad de León”. Revista de Estudios Humanísticos: Geografía, Historia, Arte. Nº 8. Universidad de León, 1986.
-ESTÉVEZ SOLA, Juan A. “Crónica Najerense”. Ediciones AKAL, Madrid, 2003.
-MOLINA, Luis. "Las campañas de Almanzor a la luz de un nuevo texto". EN Al-Qanṭara. Vol. II, págs. 209-263. CSIC. Madrid, 1981.

La foto de las murallas de León es de Javier Adán.

LA ERA HISPÁNICA. UN EJEMPLO DE MALA DATACIÓN EN EL LIBRO "EL SEÑORÍO Y MARQUESADO DE VILLAFRANCA DEL BIERZO"

14 agosto, 2008

En el Reino y Corona de León no se llevaba la cuenta de los años tal y como la conocemos hoy en día. Ello se debe a que en realidad ha habido muchas maneras de hacer las datas o fechas a lo largo de la Historia, y la Era Cristiana (o Común) no fue una excepción. Así, en algunas zonas de Europa se consideraba que el año comenzaba con la primavera, continuando con el uso romano, aunque cristianizándolo con la celebración de la Encarnación de Jesús en María, o con la Pascua de Resurrección. En otras partes se estableció el 25 de diciembre, es decir, el (supuesto) día del nacimiento de Jesús. Y, por último, estaban los que celebraban el Año Nuevo al concluir el último día del mes de diciembre, haciéndolo coincidir con la circuncisión de Jesús. Estos tres usos suponían que el mismo año, visto desde nuestra perspectiva, podía ser un año anterior dependiendo del sitio, por lo que es un dato que hay que tener en cuenta a la hora de datar los documentos medievales.

Pero las dificultades a la hora de datar no se limitan a este aspecto sobre el momento exacto en que comienza el año. Otra diferencia según el área geográfica es el año exacto a partir del cual se empezaban a contar los años. Hoy estamos acostumbrados al sistema de la Era Cristiana o Común, que se inicia con el año del nacimiento de Jesús, aunque aquí también influye el problema anterior, ya que en otras épocas y zonas se pensaba que el año 1 d.C. empezaba con la Encarnación, o con el nacimiento, etc. Sin embargo, hasta el siglo IV d.C. la manera más extendida de contar los años en Europa era partir del famoso “Ad Urbe Condita”(A.U.C.), esto es, del año de la supuesta fundación de la ciudad de Roma (753 a.C., o, dicho en ese estilo, 1 A.U.C.). En cualquier caso, las dos eras comienzan en el año 1, y no en el 0, ya que el mismo concepto del guarismo 0 parece que no surgió hasta época árabe.

Volviendo a la Península Ibérica, aquí se empleó un sistema propio diferente al del resto de Europa: fue la Era Hispánica, que se iniciaba en el año 38 a.C., por causas que desconocemos. Durante mucho tiempo se propuso que tenía que ver con el año de la pacificación de la Península por parte de Augusto, pero las fechas sencillamente no coinciden, ya que por aquél entonces las guerras astur-cántabras ni siquiera se habían iniciado. En cualquier caso, la Era Hispánica fue el estilo cronológico empleado durante los más de tres siglos de existencia del Reino de León, y aparece referenciado en la documentación con la expresión “sub Era”. Este hecho hace que SIEMPRE tengamos que restar 38 años a las fechas que aparecen en la documentación y epígrafes leoneses. Así, si en un documento o inscripción figura “sub Era MCCXXXVIII”, hemos de fecharlo en 1200, y no en 1238.

Este asunto tiene una gran importancia, porque no es infrecuente que algún historiador se equivoque al hacer las cuentas, o que lea mal el número romano escrito en la data debido a la mala conservación del documento, o a la poca pericia del escriba a la hora de escribirlo. Encontré un ejemplo de esto ayer mismo, al hojear el libro “El señorío y marquesado de Villafranca del Bierzo a través de la documentación del Archivo Ducal de Medina Sidonia” que amablemente me regaló Alicia Todocelta. En él se incluyen varias fotografías de documentos del citado archivo, y entre ellas las del más antiguo del que disponen. Se trata de un privilegio rodado de Fernando II (1157-1188), y según el autor es del año 1167. He de decir que me llamó la atención porque el signo rodado era idéntico al de otro privilegio de 1159 que fotografié en el Archivo de la Catedral de León, por lo que por curiosidad me fijé en la fecha del citado documento (ver imagen: pulsa para ampliar).


Allí aparentemente figura “SVB. ERA. M.C.LXVII. anno iiº q(u)o(d) obiit i(n) portu d(e)l muradal famosissim(us) hyspaniar(um) i(m)p(er)ator d(om)n(u)s adefo(n)sus.”, cuya traducción sería “bajo la Era 1167, segundo año desde la muerte en Puerto del Muradal del famosísimo Don Alfonso, Emperador de las Hispanias ”. Como ya he dicho, en el libro el pergamino aparece fechado en el año 1167, y en principio me pareció extraño que el signo rodado fuera idéntico a otro de 8 años atrás. En seguida reparé en que la fecha de 1167 era sencillamente absurda por dos razones. En primer lugar, porque al estar dada en Era Hispánica, no se podría poner la fecha tal cual (craso error para cualquier historiador), sino que 1167-38=1129 d.C. Pero este año resultaría imposible, ya que Fernando II todavía no había nacido, y Alfonso VII ni siquiera se había coronado como Emperador. Y en segundo lugar, porque según nos dice el propio documento, está realizado en el “segundo año desde la muerte (...) del Emperador”. Sabemos que Alfonso VII murió en 1157, por lo que la verdadera fecha debería ser 1159. Entonces,¿dónde está el error? Pues en la propia lectura de la fecha: en realidad no pone M.C.LXVII. sino que, muy al estilo de esos años, de la parte superior derecha de la X va “colgada” otra minúscula L que la une con la V. Y es que en la Edad Media “90” en números romanos no se escribía “XC”(100-10), sino LXL (50+(50-10)). Si os fijáis en la fotografía de esa línea, podréis ver esa L de la que os hablo, y entonces sí que saldrán las cuentas: Era MCLXLVII=1197. Si a 1197 le restamos 38, obtendremos que el año en nuestro sistema es 1159, que coincide con el segundo año desde la muerte de Alfonso VII y del reinado de Fernando II. Es decir, que el Archivo Ducal de Medina Sidonia puede retrasar nada menos que 8 años la fecha de su documento más antiguo, que por cierto consiste en la concesión de la décima parte de las rentas reales en Villafranca del Bierzo al Monasterio de Carracedo por parte del rey Fernando II. Esperemos que la fecha errónea no haya sido muy empleada por los historiadores locales.

PD: Me he puesto en contacto por email con Caridad López, la Archivera del Archivo Ducal de Medina Sidonia, quien ha tenido la amabilidad de informarme de que en su archivo el documento está perfectamente datado, por lo que hay que suponer que el error sólo se ha producido en el libro “El señorío y marquesado de Villafranca del Bierzo a través de la documentación del Archivo Ducal de Medina Sidonia”, con lo que la responsabilidad del error recaería exclusivamente en su autor, don Vicente Fernández Vázquez. Por todo ello, las dos últimas afirmaciones del post carecen de sentido.

PD' (agosto 2014): Ahora que he tenido que usar este documento para la tesis puedo añadir que también está mal el mes de la data, ya que Vicente Fernández dice que es "1167, abril", cuando en el diploma dice que se hizo en las "VI kalendas aprilis", es decir, el 27 de marzo de 1159.

PD" (abril 2020); El documento está digitalizado en la web del archivo, pero aparece con la data errónea de 10 de abril de 1167 : http://www.agfcms.com/lpf/1158.privilegio-fernando-II-vilafranca/doc.html


BANDERAS Y ESCUDOS LEONESES EN ÉPOCA DE CARLOS V

24 marzo, 2008

Me gustaría presentaros un mosaico de distintas imágenes artísticas de época de Carlos V en las que aparece representada la bandera y/o el escudo del Reino de León. Algunas ya las conocéis, pero otras las he conseguido gracias a las infatigables pesquisas de José Manuel Díez Alonso.
  • La primera ya la conocéis los que os pasáis por este Cuaderno de Notas con asiduidad. Se trata del cortejo fúnebre de Carlos V dibujado por Jean y Lucas Doetecum en 1559. Ya la expuse en el artículo sobre la bandera medieval del Reino de León, aunque ahora la he subido en mayor calidad.


  • La segunda es un cuadro de Frans Francken II, y está en el Rijksmuseum, de Amsterdam. Representa la "Alegoría de la abdicación de Carlos V en favor de su hermano Fernando." La tela está fechada circa 1620. Es decir, que en el siglo XVII se guardaba en Europa memoria heráldica del reino de León. (tanto la imagen como la información son gentileza de José Manuel Díez). Cada país aparece personificado en una mujer. En el caso de España (o Hispania), el primer escudo es el de Castilla, el segundo el de León, el tercero el de Aragón, 4º Navarra, 5º Granada, etc. Os dejo la vista general, y otra con el detalle de los escudos, con el de León resaltado.











  • La tercera ya la expuse en blanco y negro en este artículo, pero hace unas semanas José Manuel consiguió la imagen original y me la pasó en diapositiva, por lo que ahora os la presento en color y en mejor resolución. Al parecer se titula El carro triunfal. Jinete con las tablas de las bodas españolas, y está contenida en el Libro de Maximiliano, localizado en la Biblioteca Nacional. El estandarte sería un bonito sello filatélico, ¿no creéis? Fijáos en el león de las vestiduras de la mujer que encarna al Reino, y cómo los colores y la disposición del escudo y de la bandera responden a los auténticos del Reino de León
















  • Y por último, una imagen de Carlos V con los escudos de sus posesiones. La he encontrado recientemente en mi disco duro (escribo este último punto el 17 de enero de 2009), y no recuerdo de dónde ha salido, aunque probablemente también me la pasó José Manuel Díaz (a quien me gustaría volver a ver, por cierto) Como veis, el primer escudo, el de León, aunque el animal esté mirando para el lado contrario del habitual. Y una vez más, de un más que correcto color púrpura., le pese a quien le pese.

MAPA FÍSICO DE LA REGIÓN LEONESA EN "LOS TELARES"

31 enero, 2008

(Atención: actualizado a la versión 3.0 el 5/2/2008) Por fin, tras mucho trabajo, he acabado este mapa gracias al Photoshop y a la nueva tableta digitalizadora WACOM Intuos (muy útil a la hora de dibujar los ríos). Primero tuve que encontrar imágenes del relieve por satélite de cada una de las tres provincias, y unirlas con mucho cuidado (es más difícil de lo que parecía a primera vista). Después usé varias plantillas como capas de base para dibujar (a mano) los ríos y colocar los principales accidentes geográficos. Está hecho a mediano tamaño, pero mi ambición es hacer una versión de 1 metro de altura, con las comarcas y las principales poblaciones del Reino de León. La licencia es de Creative Commons; se puede usar comercialmente, modificar, etc. con la única condición de mencionar la autoría. Lo encontraréis en la sección Imágenes de mi página "Los Telares". Se admiten críticas y sugerencias. Que os preste.(En la sección Imágenes de Los Telares se puede descargar un archivo de casi 4 Megas, se supone que con mucha mayor calidad)

ORDOÑO II, EL GUERRERO INCANSABLE

07 octubre, 2007

Como ya ha concluído la I Exposición Filatélica 1100 Aniversario del Reino de León, aprovecho para publicar en este Cuaderno de Notas mi artículo sobre Ordoño II que aparecía en el Catálogo de dicha exposición.

Durante toda la Alta Edad Media, el Reino de León tuvo varios periodos de esplendor protagonizados cada uno de ellos por un rey de gran personalidad. Por desgracia para el Reino, a cada uno de estos periodos casi siempre le sucedió otro de decadencia y guerra civil. Así, a Alfonso III El Magno, el último rey propiamente asturiano y el primero con una clara vocación leonesa, le siguió en el año 910 una división del Reino entre sus tres hijos: León para el primogénito, García; Asturias para Fruela (futuro Fruela II), y Galicia para Ordoño. Muerto el primero al poco tiempo, será este último el que ceñirá la corona leonesa y el que llevará al reino a una nueva etapa dorada gracias sobre todo a sus innegables dotes militares.

Este Ordoño (segundo rey asturleonés de este nombre) ya había demostrado en vida de su padre sus grandes aptitudes, dirigiendo al menos una campaña victoriosa contra los musulmanes del sur. Según reconocen los propios cronistas de Al-Ándalus, el futuro rey de León (que debía contar entonces algo más de 35 años) tomó en el año 908 “la ciudad de Regel”, que algunos historiadores han identificado con un populoso barrio de la Sevilla medieval. Si esta identificación fuese cierta, demostraría sin lugar a dudas el arrojo de Ordoño, ya que habría supuesto una de las más profundas penetraciones cristianas en territorio enemigo. Esta impresión se ve corroborada por otra exitosa campaña que llevó a cabo en el año 913, siendo ya rey de Galicia. En esa ocasión el objetivo fue Évora, que cayó rápidamente en manos de los cristianos tras una cruenta lucha en la que perecieron los setecientos soldados defensores, así como su gobernador Marwan Abd al-Malik. Ordoño ya era reconocido por los musulmanes como un azote del Islam, ya que en sus crónicas registraron esta derrota en los siguientes términos: "Nunca habían sufrido los musulmanes de Al-Ándalus desde su establecimiento derrota más espantosa y horrible de ver a manos del enemigo".

Poco tiempo después, en la primera mitad del año 914, falleció su hermano García, y tras el concilio de magnates y obispos de rigor, Ordoño fue ungido rey de León, siendo reconocido como rey superior por su hermano Fruela II desde Asturias. No será la última vez en la historia del Reino que el heredero del trono provenga de Galicia: casi dos siglos después Alfonso VII el Emperador fue entronizado en la capital tras haber sido proclamado rey de Galicia por sus partidarios con anterioridad, cosa que no ha de extrañar, pues fue una costumbre de la monarquía leonesa el mandar a educar a Galicia a los herederos antes de convertirse en reyes.

Una vez investido rey de León, Ordoño II no sólo no abandonó las armas, sino que dio un nuevo impulso militar al reino a pesar de que ahora se enfrentaba a Abd al-Rahman III, uno de los personajes clave en la historia de Al-Ándalus. Rápidamente se dirigió hacia el sur y atacó el territorio de Mérida, tomando el castillo de La Culebra, que cambió su nombre por el de Alange. El ejército leonés tomó el camino de Badajoz, pero sus habitantes pagaron grandes cantidades de dinero a Ordoño a cambio de la paz, y éste se retiró con sus ejércitos.

Sin embargo, Abd al-Rahmán no se quedó quieto; sus huestes atravesaron el Duero en el año 916 y en el 917, sembrando la destrucción en distintas partes del reino leonés. En la última de estas incursiones, el propio Ordoño tuvo que acudir en ayuda de sus vasallos castellanos de San Esteban de Gormaz. Tras una desesperada batalla, logró dispersar a los atacantes en lo que supuso una brillantísima victoria de las armas leonesas, que en esta ocasión se vieron reforzadas por la asistencia de Sancho Garcés I, rey de Pamplona. Ambos monarcas aprovecharon la positiva coyuntura creada por esta victoria, y en el año 918 penetraron profundamente en La Rioja, conquistando Arnedo y Calahorra, aunque no lograron tomar Nájera.

Abd al-Rahmán pasó a la ofensiva durante los años 919 y 920, y sus generales lograron retomar algunas de las plazas que les habían sido arrebatadas por leoneses y navarros. Tras una serie de éxitos, las tropas musulmanas se dirigieron hacia Pamplona, lo que alarmó grandemente a Sancho Garcés. El navarro pidió ayuda al rey leonés, y juntos se enfrentaron a las huestes de Al-Ándalus en el Valle de Junquera (Valdejunquera), cuando éstas se encontraban a sólo una jornada de la capital del reino navarro. Fue allí donde Ordoño II sufrió su mayor derrota, fruto tal vez de la precipitación por ayudar a su aliado, y de la ausencia de los condes castellanos, quienes por causas que desconocemos no asistieron a su rey. Éste se vengó cumplidamente ordenando su encarcelamiento en León, aunque no tardó en liberarlos.

A pesar de la gravedad de este desastre, Ordoño tuvo arrestos para dirigir otra exitosa incursión en el año 921, demostrando que podía haber perdido una batalla, pero no la guerra. En este complejo juego de ajedrez en que se convirtió la Reconquista, en el que se sucedían ataques, defensas y contraataques, el rey leonés dejó claro que conocía muy bien el tablero y sus piezas, y tras una serie de brillantes victorias regresó a Zamora cargado con grandes cantidades de botín. Esta ofensiva se vio reforzada por otra de mayor calado en el año 923 que tuvo como objetivo las tierras al sur del Ebro. Ordoño logró tomar Nájera, aunque se la entregó a su aliado navarro. Para sellar más firmemente su alianza con Sancho Garcés, Ordoño contrajo terceras nupcias con su hija Sancha. Ambos monarcas estaban planeando nuevos ataques conjuntos contra los musulmanes, cuando la muerte sorprendió al rey leonés en el año 924.

Tan sólo fueron nueve años y medio de reinado, pero sin duda resultaron suficientes para que Ordoño dejara demostrado que fue ante todo un rey guerrero con grandes cualidades. A diferencia de lo que ocurrió con reyes posteriores que sufrieron las acometidas de Almanzor, no se dejó amilanar por la soberbia figura que tuvo enfrente durante casi todo su reinado, aunque se tratara del magnífico Abd al-Rahman III.

En su muerte tal vez tuviera que ver la enfermedad que sufrió en el año 914, de la que creyó que iba a morir. Efectivamente, eso puede deducirse de lo que dejó escrito en una donación a Mondoñedo en el citado año: “Tengo el presentimiento de que la muerte se me avecina, y de que no hay para mí esperanza”. En esa ocasión logró superar su dolencia, pero tal vez ésta quedara en estado latente hasta que al final se lo llevó a la tumba. Nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero sí que conocemos la impresión que dejó en su pueblo este brillante monarca leonés: según el continuador de la Crónica Albeldense, "era, en efecto, previsor en toda guerra, justo con los ciudadanos, misericordioso con desvalidos y pobres y destacado en el conjunto de los deberes de gobierno del reino". Pocas cosas mejores se pueden decir de un monarca medieval.

Tras su muerte los hijos de Ordoño II se vieron privados de la sucesión en beneficio de su tío Fruela II. Sin embargo, el reinado de este último fue muy breve, y su muerte dio lugar a uno de los consabidos periodos de guerras civiles, decadencia y escaso lustre que prácticamente duró hasta Ramiro II, otra de las mayores figuras de la monarquía leonesa.

I EXPOSICIÓN FILATÉLICA "1100 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL REINO DE LEÓN"

04 octubre, 2007

Supongo que muchos ya lo habréis leído en la prensa local: del 28 de septiembre al 6 de octubre está teniendo lugar la citada exposición en el Ayuntamiento Viejo de la ciudad de León (Plaza de San Marcelo). Abre de 11 a 14 horas, y de 17 a 21, y está constituyendo un éxito sin precedentes que ha sorprendido hasta a los organizadores. En ella se pueden adquirir los tres sellos dedicados a los tres primeros reyes de León (García I, Ordoño II y Fruela II), así como un matasellos conmemorativo. Si os interesa haceros con alguno, debéis daros prisa, porque se están agotando las existencias. Además, podréis disfrutar de los cuadros de los Reyes de León del Ayuntamiento, ya que están dispuestos en las paredes de la Exposición.

Lo que me parece una pena es que la Sociedad Filatélica Reino de León haya tenido que recurrir al servicio de personalización de sellos de Correos, ya que desde el Gobierno se han negado a emitirlos de forma ordinaria. Se ve que la veintena de monarcas leoneses y los 320 años de duración del Reino no tuvieron mucha importancia para la historia de España.

En todo caso, los organizadores seguirán sacando los sellos correspondientes al resto de reyes leoneses a lo largo de estos años hasta concluir la serie en las proximidades de la efeméride referenciada en el título (año 2010). Me enorgullece haber aportado mi granito de arena habiendo elaborado un artículo sobre Ordoño II que aparece en el catálogo de la Exposición.

La visita es altamente recomendable para aquellos que, como yo, no conocen nada o casi nada del mundo de la Filatelia. Estoy seguro de que os sorprenderá la cantidad y variedad de temas seleccionados y expuestos a través de multitud de colecciones. Los filatélicos proceden de distintas zonas de España y Portugal, pero que tuvieron en común haber pertenecido al Reino de León (Galicia, Asturias, León, Castilla, Portugal...

Una exposición que permanecerá mucho tiempo en la memoria colectiva de los leoneses.

ZAMORA, JOYA DEL DUERO

22 septiembre, 2007

Ayer por la tarde Tere y yo estuvimos en Zamora capital para visitar a Ana, una amiga que ha estado casi un año entero en Nicaragua y que ha regresado a España recientemente.


Volviendo a caminar por las calles de la ciudad estuve reflexionando acerca de cuál de las tres principales ciudades del Reino de León es la más bella. Y, aunque nací y vivo en la capital leonesa, he de reconocer que, en mi opinión, ésta ocuparía el tercer y último lugar en la lista. Con ello no quiero decir que León sea una urbe fea, sino que, en conjunto, claramente me parece la menos hermosa de las tres.

Una vez resuelto el último puesto, la duda que me embargaba era la posición a ocupar por las otras dos ciudades. Y es que Salamanca y Zamora son, sencillamente, unos conjuntos monumentales que apabullan al visitante. Recorrer sus rincones es siempre un placer, independientemente de la época del año en que se haga. Perderse a paso lento por sus callejas es una de las experiencias más deliciosas que uno puede permitirse. La cosa es que, después de meditarlo bastante, me he decantado por la ciudad del Duero, aunque creo que tomé esta decisión en parte por las vistas de las que disfruté ayer desde el otro lado del río.

El gran defecto de Zamora es, sin duda, que es una ciudad prácticamente muerta debido a la desatención de la que ha sido objeto por las administraciones. Un simple paseo (y he dado muchos por ella) vale para darse la cuenta de que no queda casi juventud, que lo único que abundan son los viejos, y que reina una especie de sensación de agobiante pesimismo por toda la ciudad y prácticamente por toda la provincia. Un dato real que refleja crudamente esta sensación es que hay más zamoranos viviendo fuera de la provincia, que dentro de ella.

En fin, tras estas tristes reflexiones, quiero compartir con vosotros una de las fotos que hice anoche a la que considero La Joya del Duero. Un saludo muy especial a tod@s l@s zamoran@s que tienen la paciencia de leer este blog.


LEONES PASANTES MEDIEVALES EN EL MUSEO DE ASTORGA

13 agosto, 2007

El pasado viernes visité el Museo de Astorga por vez primera. Aunque algunas de las principales piezas se encuentran en Ponferrada para la exposición de Las Edades del Hombre, pude disfrutar de la gran cantidad (y calidad) de obras de arte históricas que allí se alojan. Entre otras, encontré este trozo de tela datada aproximadamente en el siglo XII, y que está expuesta modestamente en una sala dedicada a vestimentas eclesiásticas.

Me parece muy interesante porque los leones tienen la disposición pasante que tanto caracteriza a los signos rodados del Reino. Su estilo parece orientalizante, lo que reafirma mis sospechas de que los notarios y escribanos leoneses se basaron en modelos musulmanes a la hora de dibujar estos animales. Algo semejante ocurre con los leones de San Baudelio que se exponen en el Museo del Prado. Esta influencia oriental es clarísima, por ejemplo, en el último signo dorado que se conoce de Alfonso IX, y que es el que sirve de logotipo a la cabecera de este Cuaderno de Notas. Aquí os dejo uno de los leones de la citada tela, que por cierto viene rotulada como "Tela de la Virgen de la Majestad, s. XII (?)"

EL HÉROE DEL CERCO DE ZAMORA

09 julio, 2007

El domingo 9 de julio apareció en las páginas centrales de la Revista del Diario de León mi artículo sobre Bellido Dolfos. En realidad es básicamente una suma de los tres artículos que ya publiqué sobre el tema hace tiempo en este Cuaderno de Notas, aunque he añadido algunos datos nuevos y, por supuesto, el tono también ha variado un poco. Aprovecho para informaros de que este verano no podré actualizar casi nada este blog, ni participar en foros, ni en otros proyectos (radio, filandones, asociaciones...) que esperaba poder afrontar en esta época del año. Ah, por cierto, desde el 1 de julio ya no trabajo en Reportero Digital León, así que ya no soy periodista. Bueno, al menos ha sido medio año de lo más interesante. Un saludo a todos.

EL HÉROE DEL CERCO DE ZAMORA

Desde hace siglos, decir “Bellido Dolfos” ha sido sinónimo de traición e ignominia. Ello es debido a que la escasa información que nos ha llegado sobre este personaje nos ha sido transmitida por los cantares de gesta castellanos (y ojo, que este dato es de suma importancia), y la Crónica Najerense. En dichas obras entre otras cosas se nos cuenta la historia de las luchas entre los hermanos Alfonso VI de León y Sancho I de Castilla (conocido hoy incorrectamente como Sancho II) a la muerte de su padre Fernando I (1037-1065). Tras vencer el castellano, la resistencia leonesa se hizo fuerte en Zamora, una de las principales ciudades del Reino. En ella se encontraba Bellido (o Vellido, que tanto da) Dolfos, quien, en confabulación con Urraca (hermana también de Sancho y Alfonso), tras fingir que abandona la ciudad, se pasa a las filas castellanas, y consigue hacerse amigo de Sancho para después matarlo de forma execrable por la espalda, mientras el egregio monarca se encuentra defecando en un lugar apartado. La muerte de Sancho ocurrió el 7 de octubre de 1072.

Gran parte de la historiografía actual, a pesar de que los cantares y la Najerense presentan graves (gravísimos) errores históricos, ha aceptado sin reservas esta tesis, y la ha divulgado con tal éxito que la mayoría de la gente desconoce las demás versiones contenidas en otras crónicas de la época. Sobre la peligrosidad de las “fuentes” castellanas se puede poner un ejemplo muy ilustrativo: en El Cantar del Mío Cid, que todos hemos estudiado en el colegio, se habla de las dos hijas de Rodrigo Díaz de Vivar con los nombres de Doña Elvira y Doña Sol. Sin embargo, sus verdaderos nombres eran Cristina y María, y tuvieron un hermano, Diego, al que jamás se menciona en el Cantar. Esto sólo por poner un ejemplo, porque hay docenas de “errores” similares en lo relativo a personajes, anacronismos, etc. La Crónica Najerense, a finales del siglo XII recogió parte de estos u otros cantares populares, por lo que también heredó varios de sus yerros. Y ésta, junto los cantares, a su vez sirvió de fuente a Alfonso X para sus Crónicas, con lo que los errores se convirtieron en “historia oficial” de la Corona de Castilla y, con el tiempo, de España. Añádase el innegable atractivo literario y romántico del Cantar de Mío Cid y del Cantar del Cerco de Zamora, y la leyenda se convierte en esa Historia indiscutible que se enseña hoy en día en nuestras escuelas. Por poner un paralelismo empleado por una amiga, es como si en un futuro lejano los historiadores estudiasen la época actual únicamente a través de la prensa del corazón.

Pero, afortunadamente, existen otras crónicas medievales, y algunas están más próximas en el tiempo a los hechos que se narran. Por ejemplo, la Historia de los hechos de España de Rodrigo Jiménez de Rada, aunque es una crónica posterior a la Najerense, cuenta lo acontecido en el cerco de Zamora de una forma totalmente diferente. Veamos el pasaje en el que el de Rada narra este episodio:

"Y aparejados los batallones a su mando, [Sancho] atacó la ciudad de Zamora y, luego de rodearla por completo, inició un duro asedio. Pero Arias González, del que he hablado, y los demás asediados se defendían bravamente y el agresor no pudo conseguir lo que pretendía. Mientras se llevaban a cabo los enfrentamientos por uno y otro lado, saliendo de la ciudad un caballero llamado Bellido Ataúlfo, sin pensárselo dos veces atravesó con su lanza al rey que paseaba por el campamento y se volvió a la ciudad con la misma rapidez con que había salido. Mas Rodrigo Díaz el Campeador, llevado por su lealtad al rey muerto, lo persigue al punto y estuvo a pique de darle muerte en las mismas puertas de la ciudad, pero no pudo atajar la velocidad de Bellido. Con la herida perdió el rey Sancho lo que poseía y lo que ambicio­naba, su vida y sus reinos, y surgida una gran confusión en el ejército, se puso fin a la porfía entre asediados y asediadores; y huyendo unos a las claras, otros buscando caminos poco frecuentados, cayeron en las redes de la muerte o del cautiverio"

Curiosamente, no se dice una sola palabra acerca de la traición. Es más, Bellido aparece como un osado caballero al que no le importa arriesgar su vida en solitario para atacar al rey enemigo en medio de su campamento. Además conviene remarcar que Jiménez de Rada no puede ser sospechoso de “leonesismo”: fue un importante personaje de la corte de Alfonso I de Castilla (Alfonso VIII según el uso establecido), y en sus escritos se denota su castellanismo, si bien por lo general suele ser un autor bastante objetivo. Escribe su crónica unos años después del Cantar del Mío Cid, por lo que resulta más significativo que no incluya la versión "cidiana" de la muerte de Sancho.

Un poco anterior en el tiempo, pero también de la primera mitad del siglo XIII, es la "Crónica de España" de Lucas, obispo de Tuy, conocido por lo general como "El Tudense", que se suele datar en el año 1236. Está escrita en latín, pero el siguiente fragmento pertenece a la edición en castellano del siglo XV que publicó Julio Puyol en 1926:

"Mas los çamoranos, no podiendo sofrir el destierro de su señor el rey Alfonso, en ese tiempo porfiaron muy non vencidos, y alçaron sobre sí principe a Arias Gonçalez, que auia criado a essa Vrraca, asi como la noble Urraca auia establecido. Y mientras quel rey Sancho estudiese en essa çerca, salio de essa çibdad vn cauallero de gran osadia, que auia nombre Vellido Arnolfo, que ferio, sin sospecha, de traues a esse rey Sancho con vna lança, el qual rey, llagado con la lança por el pecho, derramó juntamente la vida con la sangre; fuió [huyó] esse cauallero que tan osadamente le ferió, e con arrebatado correr de cauallo se metio en Çamora"

Como podemos ver, esta versión es muy similar a la contenida en la Crónica de Jiménez de Rada. A Bellido se le atribuye una “gran osadía”, y se dice que hiere “osadamente” a Sancho I. Sigue sin hablarse de su fingida amistad con el rey castellano, ni de su traición posterior.

Pero vayamos más atrás en el tiempo: a continuación veamos un fragmento de la llamada Crónica Silense, que es la más próxima a los hechos que se narran, ya que el cerco de Zamora tuvo lugar en el año 1072, y esta crónica se escribió en torno al año 1115.

Semurenses etenim ea tempestate inmobiles permansere; qui profecto Semurenses, Adefonsi regis presidio muniti, repulsam domini sui non ferentes, misso magne audacie milite, dum circumsederet eos, Sancium regem dolo interfecerunt. Qui nimirum ab eo lancea inopinate ex adverso perfosus, vitam pariter cum sanguine fudit. Idem uero qui eum tam audaciter percussit, sicuti consilium fuerat, cursu rapidissimi equi, apertis portis, ab opidanis incolumis receptus est. Sed interempto rege, tunc cerneres ex tanta audacia, tantaque letitia, dispersio quanta, quantaque tristitia in illo tanto tanque nobili exercitu fuerit”. (Edición de Pérez de Urbel y González Ruiz-Zorrilla, Madrid, 1959)

La traducción la ha realizado en su mayor parte D. Maurilio Pérez, catedrático de Latín de la Universidad de León. Margarita Torres, profesora de Historia Medieval de la misma Universidad, ha colaborado con una versión previa, y yo mismo he traducido algún fragmento (si hay algún error, la responsabilidad es exclusivamente mía):

"Entre tanto, los zamoranos permanecieron inmóviles en medio de aquella tempestad. Sin duda estos zamoranos, cuyas defensas habían sido fortificadas con el auxilio del rey Alfonso, al no soportar la derrota de su señor, mataron mediante la astucia al rey Sancho mientras les asediaba gracias al envío de un caballero de gran audacia. En efecto, el rey, inesperadamente atravesado por la espalda con una lanza por él, perdió la vida junto con su sangre. El mismo que lo abatió tan audazmente, según se había planeado, montado en un rapidísimo caballo fue recibido incólume por los ciudadanos, una vez abiertas las puertas de la ciudad. Y, muerto el rey, hubieras podido ver cuánta dispersión y cuánta tristeza hubo en vez de tanta audacia y tanta alegría en aquel ejército tan grande y tan excelente"

Este texto es muy interesante por varias razones: en primer lugar, dice que Alfonso había reforzado las murallas de Zamora, lo que indica que, como Rey de León, era su señor superior, incluso por encima de Urraca, a quien le correspondía el señorío de la ciudad (aunque, por cierto, ni la Crónica Silense ni la de Jiménez de Rada la citan como presente en el cerco). En segundo lugar, que los zamoranos permanecieron fieles a Alfonso (otra posible traducción para "inmobiles" es, precisamente, "fieles"), y que por ello se enfrentaron al usurpador Sancho. Tercero: contra lo que afirma Pérez de Urbel, el cronista simpatiza con Bellido y con los zamoranos: al primero lo califica de "audaz" en dos ocasiones, y está clara la intención irónica cuando el narrador cambia a la segunda persona en la parte final: ese "hubieras podido ver..." parece reflejar una mueca de total ironía por parte del autor ante la desbandada de los asediadores.

En estas tres crónicas, el plan urdido por los zamoranos y ejecutado por Bellido tiene toda la apariencia de las acciones de los comandos del siglo XX: el soldado actúa dentro de las líneas enemigas, da un golpe maestro, y regresa sano y salvo a la base. Como se ve, mucho riesgo, y nada de traición: es un caso singular que un asediado salga en solitario al campamento enemigo, y mucho más que consiga acabar con la vida del rey contr
ario. Con esta acción, Bellido Dolfos consiguió salvar a la ciudad de Zamora del asedio castellano que amenazaba con destruirla, y además dejó el terreno preparado para el regreso del exiliado Alfonso VI, con lo que se recompuso la unidad de la corona leonesa que se había perdido con la división en tres reinos (Galicia/León/Castilla) llevada a cabo por Fernando I. Está claro que Bellido tuvo que ser considerado como un héroe en el reino leonés, si bien es comprensible el odio que suscitó entre los castellanos. Pero, como se suele decir, la Historia la escriben los vencedores, y con el paso del tiempo, al final el reino que consiguió imponerse fue Castilla, y con ella, la versión de los hechos que más le interesaba.

Lo que ya resulta más difícil de comprender es el auto-odio de los zamoranos en relación a este episodio, aunque probablemente responde al mismo hecho: si la historiografía siempre ha dicho que de Zamora salió un traidor, lo más fácil es creerlo e inventarse toda una serie de romances en los que se trata de "limpiar" la imagen de la ciudad. Basta con darse una vuelta hoy en día por Zamora para encontrarse restaurantes, hoteles, institutos, etc. dedicados a la memoria del rey Sancho como si de un héroe o mártir se tratase, lo que no deja de parecer curioso, ya que fue el personaje que casi devastó la población. Por poner un paralelismo, sería como si León le dedicase una calle a Almanzor, a pesar de que prácticamente destruyó la ciudad.

Se puede rastrear documentalmente la existencia real de Bellido Dolfos: según Margarita Torres, que ha elaborado la entrada dedicada a este personaje para el Nuevo Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, fue señor de amplios territorios en Tierra de Campos, y sobrevivió en varios años los acontecimientos del Cerco, de lo que se deduce que no fue mandado descuartizar como afirman los antihistóricos cantares de gesta. Su hijo fue tenente de Zamora y de Toro con posterioridad, lo que no parece precisamente un castigo por la supuesta "traición" de su padre. Afortunadamente, para los realmente interesados en estos temas a veces todavía se conservan fuentes históricas que no han sido tenidas en cuenta, pero que nos permiten atisbar otros ángulos de la Historia medieval. Y es que, aunque una mentira se repita mil veces, no por ello se convertirá en realidad.

Ilustración que hizo mi amigo Alejandro Fernández Giraldo para el artículo. El original es en blanco y negro, aunque yo he cometido el atrevimiento de pintarlo con el Photoshop para sacarlo en este post.

HISTORIA DE LA ESCRITURA EN EL REINO DE LEÓN: INTRODUCCIÓN

15 diciembre, 2006

La mayoría de la gente parece creer que en la Edad Media se empleaba la letra gótica en exclusiva o, en todo caso otra no muy diferente a la nuestra. Sin embargo, como veremos, ésta es una visión muy alejada de la realidad. Por ejemplo, durante el periodo de existencia del Reino de León como estado medieval independiente (910-1230) se sucedieron y, en ocasiones se superpusieron tres tipos de letra diferentes: la visigótica, la carolina y la gótica. Este proceso fue común a toda la Hispania cristiana, aunque las grafías y cronologías de cada una de ellas variaron según el reino y el lugar geográfico. Así, por ejemplo, aunque la letra visigótica comienza a desaparecer a principios del siglo XII, en partes de León, Asturias y Galicia se siguen encontrando documentos en esta letra hasta el siglo XIII.
La disciplina que estudia las escrituras antiguas es la Paleografía (del griego “palaios”, antiguo, y “grafé”, escritura), y se suele incluir en los currículos de las carreras de Historia, Biblioteconomía y Documentación, e Historia del Arte. Para el lego en esta materia, existen muchas y aparentemente insalvables dificultades a la hora de tratar de leer un documento medieval. En primer lugar, está la dificultad de encontrarse ante una forma de escribir totalmente extraña según nuestros parámetros actuales. En segundo lugar, la lengua utilizada en estos documentos hasta bien entrado el siglo XIII fue única y exclusivamente el latín (por más macarrónico que fuese en ocasiones). Y en tercer lugar, porque los textos contienen tal multitud de abreviaturas, nexos entre letras, etc. que abruman enormemente a los paleógrafos noveles.
En esta serie de artículos me centraré en los tipos de escritura que se emplearon en León, especialmente en la época en la que contó con rey propio, aunque trataré brevemente las etapas anteriores y posteriores. Si el tema os parece interesante, os recomiendo encarecidamente los dos tomos de “Paleografía y Diplomática” de la UNED, dirigidos por el fallecido Tomás Marín. Para tener una perspectiva europea puede valer el libro de Marc Drogin titulado “Medieval Calligraphy: It´s history and technique” (Dover Publications), aunque cuenta con la desventaja de estar en inglés.
Ejemplo de escritura visigótica