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ANTONIO GONZÁLEZ DE LAMA, por José Enrique Martínez

07 abril, 2019


Esta semana no tuvimos programa, ya que el martes estuvo dedicado al Leonés del Año, D. Juan Pedro Aparicio, a quien me gustaría felicitar desde aquí, aunque ya tuve la oportunidad de hacerlo en persona.

La semana pasada nos centramos en un personaje cuyo nombre seguro que les resulta familiar a todos los leoneses capitalinos, aunque no así su figura ni la labor que realizó. Se trata de Antonio González de Lama, que da nombre a un instituto y a una calle en la ciudad, y que fue un sacerdote un tanto atípico para una época tan sombría para la obra intelectual como fue el franquismo. Para glosar su figura contamos con la presencia de José Enrique Martínez Fernández, doctor en Filología Románica. Catedrático de Universidad en el Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, en la Universidad de León (España). Además, es compañero de libro en "Leyendas de León contadas por..."
A continuación os dejo la información que recopilé sobre este intelectual leonés. Por cierto, después de la grabación me enteré de que mi abuela Rosa tuvo trato con este insigne personaje.

El P. Antonio González de Lama. Fte.:Cosinas de León
-Antonio González de Lama: (Valderas, 1905-León, 1969) 
Fue profesor en diversos centros como el colegio Leonés y el seminario leonés. En varias ocasiones ejerció como director del Diario de León y fue también bibliotecario de la Fundación Sierra-Pambley; fue también uno de los fundadores de la revista de poesía y crítica “Espadaña”, que dio voz a los poetas que no comulgaban con el franquismo. González de Lama, junto a Eugenio de Nora y a Victoriano Crémer, fundó dicha revista que de 1944 a 1951 “marcó la vida cultural del país”. Autodidacta: Las  circunstancias de la época no le permitieron estudios universitarios.

Su vieja casa en la plaza de Puerta Obispo, al lado de la Catedral de León, aún sigue en pie y tiene en la ciudad de León un colegio y una calle que llevan su nombre.  

Monolito con forma de atril en recuerdo de Antonio González de Lama, que reposa junto a la casa rehabilitada donde vivió este ilustre sacerdote, pensador, periodista y escritor ubicada en la plazuela de Puerta Obispo.

Entre los múltiples legados que en el ámbito cultural nos dejó D. Antonio G. de Lama y por  los que la ciudad de León  debe estar muy agradecida, destacaríamos: el enriquecimiento y reestructuración de la fundación cultural Sierra Pambley, exigua representación en la ciudad de la Institución Libre de Enseñanza, cuya biblioteca,   conocida como Biblioteca Azcárate, auténtica escuela y fecunda tertulia, organizó y dotó de material bibliográfico.Prestó igualmente una colaboración especialísima en la ordenación y perfeccionamiento de la biblioteca de la Diputación.

Homenajes y Premio en su honor
El Ayuntamiento de León rendió un homenaje a González de Lama, los días 22 y 23 de marzo de 2019, en el salón de plenos. Entre otros actos, hubo: conferencias, mesas redondass, un concierto a cargo de la Orquesta Juventudes Musicales-Universidad de León y un recital poético.

El Ayuntamiento de León ha recuperado el Premio Nacional González de Lama, que en su 44 edición recibió 128 trabajos de toda la geografía nacional, europea y americana. Este premio está dotado con 6.000 euros. 

La revista "Espadaña".
Fue una revista leonesa de poesía editada entre 1944 y 1951 y fundada por Antonio González de Lama, Eugenio García de Nora y Victoriano Crémer, que publicó la obra de poetas opuestos al régimen franquista y mantuvo una línea editorial de compromiso político y social.

La aparición de Espadaña quiso oponerse a la revista poética rival Garcilaso. Juventud creadora (1943-1946) que cultivaba una poesía clasicista y afecta al régimen franquista, el Garcilasismo, y sirvió de vehículo a una poesía de tono desarraigado que fue calificada de tremendista. Estas dos revistas representaron las dos corrientes poéticas principales de la poesía de posguerra española.

Espadaña se convertirá en una revista de poesía y de crítica. En ella se publicaron obras de autores como César Vallejo, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Antonio Pereira, José Hierro, Ángela Figuera Aymerich, Gabriel Celaya y Blas de Otero.

“Por lo pronto, el interés de Espadaña fue su carácter anómalo, milagroso casi ser una revista de oposición, de disidencia política, en aquella España de 1944 a 1951. Nadie se engañaba, y creo que desde el principio se sabía que las divergencias en apariencia sólo estéticas con la oficiosa «Juventud Creadora» de Garcilaso, no eran más que la exteriorización (única posible entonces, claro), de unos planteamientos de fondo, en radical contradicción con el falangismo y el nacional-catolicismo imperantes. Así, desde el principio, tanto los disidentes del interior como los republicanos esparcidos por Francia e Iberoamérica nos enviaron colaboraciones y, en algunos casos, una generosa contribución económica. Que, por cierto, era en todo momento, más que bienvenida, indispensable. Pues el otro aspecto casi increíble de la aparición y mantenimiento de la revista es el de su financiación: al no tener en ningún momento ni una peseta de subvención de entidades oficiales (Diputación, Ayuntamiento, etc., y más bien al contrario, su natural hostilidad), la aparición de cada número era, literalmente, milagrosa. En rigor, sólo el hecho de ser Victoriano Crémer tipógrafo de profesión, y estar en relación estrecha y generosa con la imprenta Casado, hacía posible el "milagro”. 

EL BICENTENARIO DE GIL Y CARRASCO EN HOY POR HOY LEÓN

22 enero, 2015

El programa de ayer estuvo dedicado a glosar la figura de Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo (León), 15 de julio de 1815 - Berlín (Alemania), 22 de febrero de 1846), que fue un escritor romántico recordado sobre todo por la novela romántica historicista "El Señor de Bembibre" (1843). Por su estilo y calidad literaria podría decirse que es el Walter Scott berciano.

En el año 2014, la editorial "Bierzo Paradiso" inició la edición de las obras completas de Enrique Gil y Carrasco, junto a estudios y trabajos realizados por estudiosos de su obra, en formato físico y digital. El objetivo es completar la edición en este año de 2015, con motivo del bicentenario de su nacimiento. Cuando esté completada serán nada menos que diez tomos. Toda la Biblioteca Gil y Carrasco tendrá una doble versión en papel y digital a través de eBooksBierzo. Dirige esta colección el periodista berciano Valentín Carrera, uno de los mayores expertos en la figura de este autor. Así que ayer entrevistamos a Valentín, ponferradino de nacimiento residente en Galicia, escritor y periodista, profesor universitario, autor de libros de ensayo, viajes, novela; director de más de ochenta documentales y series de TV. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Santiago, Doctor en Bellas Artes por Salamanca. Valentín cuenta con un blog propio, que es de donde he sacado esta información: http://valentincarrera.es/

Gil y Carrasco tuvo una vida de lo más interesante, a pesar de su brevedad. Estudió con los agustinos en Villafranca entre 1823 y 1828; con los benedictinos en Vega de Espinareda, y continuó en el seminario de Astorga, para marchar posteriormente a estudiar leyes en Valladolid. Fue soldado en el ejército liberal en el marco de la primera guerra carlista (sólo durante dos meses). Los veranos los pasaba en Ponferrada, realizando excursiones por El Bierzo.

En Madrid el escritor berciano hizo amigos entre los liberales, uno de ellos José de Espronceda, quien leyó en el Liceo, el 7 ó 14 de diciembre de 1837, su famoso poema "Una gota de rocío". Gil y Carrasco estuvo en el entierro de Mariano José de Larra como un miembro más de El Parnasillo, tertulia reunida en el café del Príncipe, de donde surgió el Ateneo de Madrid, el brillante Liceo artístico (del cual fue un habitual Gil y Carrasco desde su fundación en 1837), el Instituto, y otras muchas varias agrupaciones literarias.

A partir de 1839 se le agravó una tuberculosis que ya arrastraba de épocas anteriores y regresa a Ponferrada. En ese periodo empezó a escribir la novela "El lago de Carucedo", que envió por correo a Mesonero Romanos en marzo y en abril de 1840, y éste la publica; tres años más tarde concluirá la novela histórica "El Señor de Bembibre". El 28 de noviembre de 1840 obtiene un puesto fijo de ayudante segundo en la Biblioteca Nacional gracias a su amigo Espronceda. Aprovecha la documentación que allí obtiene sobre la Orden del Temple para elaborar su futura novela. Deja de publicar desde octubre de 1841 a febrero de 1843, consagrado a la redacción de El señor de Bembibre.

Marcha a Berlín en abril de 1844. Debía recorrer todos los lander y realizar diversos informes sobre la industria alemana. Su labor fue fundamentalmente restablecer relaciones diplomáticas con Prusia, rotas desde 1836 y repuestas en 1848, poco tiempo después de la muerte de Gil.
Hablaba alemán, inglés y francés. Regala unos ejemplares de El señor de Bembibre a Humboldt y al rey. Humboldt, que se convirtió en su amigo, le ofrece en nombre del rey la gran medalla de oro de las artes y las letras. Pero su salud se deteriora rápidamente y fallece la mañana del 22 de febrero de 1846. Tenía premoniciones de su temprano fin, como se ve en poemas y artículos, y en efecto, murió joven, como muchos románticos. 

Aunque sólo compuso treinta y dos poemas, todos entre 1837 y 1842, Gil y Carrasco merece un puesto entre los poetas románticos, porque puede decirse que es el predecesor de Gustavo Adolfo Bécquer.

(Fuente: Wikipedia)

Os podéis descargar el programa con la entrevista a Valentín Carrera en este enlace.

La prehistoria del ‘boom’ literario leonés: colaboración en el Diario de León

03 diciembre, 2012

Os copio un artículo de Emilio Gancedo publicado este domingo en la revista "Filandón" del Diario de León, en el que colaboré activamente. Mi aportación trató sobre los primeros cronistas leoneses. A ver si os gusta...

La prehistoria del ‘boom’ literario leonés

Una ‘lista de la compra’, un peregrinaje asombroso y crónicas regias, entre los primeros textos de esta tierra. desde una monja que en el siglo IV recorrió 14.000 kilómetros a un obispo que no dudaba en entrar en combate, la historia de los primeros autores leoneses es tan desconocida como atrayente.



Quien diga que las letras son cosa alejada por completo de lo prosaico y lo alimenticio anda bien errado si de lo que se trata es de rastrear los más antiguos vestigios de la literatura en tierras leonesas: de hecho, el primer texto de que se dispone —o al menos el que más celebridad ha alcanzado— nada tiene de retórico y sí mucho de humilde y cotidiano: la famosa Nodicia de kesos no es sino una especie de ‘lista de la compra’ en la que un monje dejó escritos los quesos que se llevaban gastados en su monasterio, el de los monjes Justo y Pastor de Rozuela, cerca de Ardón. Los expertos han datado entre 974 y 980 este garrapateo en un latín ya tan popular y desfigurado que no puede considerarse tal, y sí una especie de ‘protorromance’, de lengua a caballo entre el latín y el leonés, anterior incluso a las muy famosas glosas Silenses y Emilianenses que se estudian en todos los colegios. De hecho, en este antiquísimo texto aparece un término popular aún muy usado en esta tierra, bacelare, o sea, ‘barcillar’ o ‘bacillar’ (viña, viña nueva). Esto es, que el primer escritor (¿sería mejor decir escribidor?) de quien tenemos noticia palmaria es Jimeno y esto es lo que legó a la posteridad como uno de los iniciadores de la tan alabada tradición literaria leonesa:

«Relación de los quesos que gastó el hermano Jimeno: en el trabajo de los frailes, en las viñas de cerca de San Justo, cinco quesos. En el otro del abad, dos quesos. En el que pusieron este año, cuatro quesos. En el de Castrillo, uno. En la viña mayor, dos (...), que llevaron en fonsado a la torre, dos. Que llevaron a Cea cuando hicieron la mesa, dos. Dos que llevaron a León (...), otro que lleva el sobrino de Gomi (...), cuatro que gastaron cuando el rey vino a Rozuela. Uno cuando Salvador vino aquí».

El modesto Jimeno encarna la prehistoria de la literatura leonesa romance (sea en leonés o en castellano), pero otro personaje aún más fascinante —por el hecho de ser mujer, y mujer que cubrió enormes distancias en un asombroso peregrinar que luego fijó en un libro— es Egeria, autora nada menos que del siglo IV cuyo nacimiento permanece aún envuelto en brumas pero que varios expertos han situado en el Bierzo (es necesario recordar, en la disputa con Galicia, que en aquel entonces el término Gallaecia incluía no sólo la vecina Comunidad sino también gran parte de Asturias y León). Así, se sabe que Egeria o Etheria visitó los Santos Lugares (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla), en un viaje emprendido entre 381 y 384 y que recogió sus impresiones en el Itinerarium ad Loca Sancta, obra empleada incluso como guía por el gran detallismo de sus apuntes. Esta audaz monja o abadesa, la primera gran viajera española, cubrió cerca de 14.000 kilómetros y su testimonio, documento excepcional en la historia de la literatura, salió a la luz en 1884, cuando Gian Francesco Gamurrini lo descubrió entre varios documentos de la Biblioteca de la Fraternidad de Santa María de Arezzo, procedentes de Montecassino. Es de notar que en el siglo VII el abad Valerio envió una Carta a los monjes del Bierzo en la que alababa la labor de Egeria.

¿Y después? De los nacidos en esta tierra habría que referirse a los cronistas del Reino de León, tan desconocidos para el gran público como de labor vital para aquel antiguo Estado. «Sampiro es el primer cronista leonés cuyo nombre conocemos —cuenta el historiador Ricardo Chao—. No sabemos prácticamente nada sobre su vida, salvo que fue notario real de Vermudo II y mayordomo del rey Alfonso V, y que fue nombrado obispo de Astorga desde 1035 hasta su muerte en 1041». Sampiro escribió una crónica en la que trataba el reinado de Alfonso III (866-910), el último de Asturias, y los tiempos de los primeros reyes propiamente leoneses hasta Alfonso V. «Como es lógico, Sampiro refleja de manera complaciente a los monarcas a los que sirvió, aunque su crónica es muy importante al transmitirnos información de primera mano sobre ellos», informa el autor de El encargo del rey.

En cambio, se conocen más detalles de la vida de Lucas de Tuy, clérigo leonés que desarrolló la mayor parte de su actividad intelectual en la primera mitad del siglo XIII, y que recibió el apelativo ‘de Tuy’ o ‘Tudense’ cuando fue nombrado obispo de esa ciudad. «Lucas fue un consumado viajero, ya que visitó lugares tan alejados como Roma, Jerusalén, Armenia o Grecia —comenta—. Se considera que su obra Chronicon Mundi fue una de las primeras ‘crónicas oficiales’ en la historia de Hispania, ya que le fue encargada en torno a 1236 por Berenguela de Castilla, la ex mujer de Alfonso IX que fue la verdadera artífice de la unión de las coronas leonesa y castellana en 1230. Berenguela y su hijo Fernando III seguramente pretendían que Lucas refundiese crónicas anteriores junto a cantares de gesta y romances castellanos para dar un punto de vista castellanista de la historia hispana. Sin embargo, no lo hizo así: debido tal vez a su condición de leonés, el Tudense se inspiró en las crónicas ya conocidas, pero también en obras leonesas hoy perdidas. El resultado no debió complacer a sus señores, ya que se apresuraron a encargar otra crónica a Rodrigo Jiménez de Rada, que los satisfizo con su De Rebus Hispaniae».

Otros cronistas aún más desconocidos son Pedro, obispo de León entre 1087 y 1111, que compuso una crónica sobre su coetáneo Alfonso VI hoy perdida («tal vez por reflejar un punto de vista leonés», apunta Chao) o Alón, obispo de Astorga de 1122 a 1131, posible padre de la Crónica Silense y del Cronicón Compostelano. Por su parte, Arnaldo, obispo de Astorga de 1144 a 1152, es el autor más probable de la Chronica Adefonsi Imperatoris, contemporánea a los tiempos que narra —el reinado de Alfonso VII el Emperador— y de gran calidad literaria. «Arnaldo fue uno de esos obispos a la vez políticos y guerreros, y de hecho participó en la toma de Almería», recuerda Chao.

Otro gran hito de la literatura medieval es el Libro de Alexandre, atribuido a Juan Lorenzo de Astorga (finales del siglo XIII, principios del XIV). O bien fue el autor de esta gran obra que narra la vida de Alejandro Magno o bien lo copió introduciendo multitud de rasgos de su lengua materna, el leonés. «De su vida sólo conocemos su nombre, porque firmó con él en el colofón, pero esta firma y su forma de escribir demuestran que en la Edad Media existieron obras literarias en leonés —asegura Ricardo Chao—, que no se han conservado al ser sustituida esta lengua por el castellano, interrumpiéndose la transmisión en forma de copias que podrían haber llegado hasta nuestros días».

«Como puede comprobarse, es un hecho que conocemos muy pocos nombres de escritores y cronistas medievales leoneses —concluye el historiador—. Tenemos pistas de que, por el camino, se han perdido muchas obras, algo que es común a la Edad Media de toda Europa, pero en el caso de León se añade que la subida al trono de Fernando III supuso también la entronización de la lengua y la literatura castellanas, y desde el poder se promovieron toda una serie de obras con el fin de construir una historia nueva y mitificada. Todavía queda mucho por investigar y quizá puedan llegar las sorpresas, pero la realidad es que muchas de estas obras leonesas se perdieron para siempre y que el nombre de sus autores también cayó en el olvido».

EL POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ: NACIONALISMO CASTELLANO EN EL S. XIII

14 septiembre, 2011

Casi todo el mundo alguna vez ha oído mencionar el Poema de Fernán González. Otra cosa muy diferente es haberlo leído: no es muy extenso, pero al estar escrito en castellano antiguo hay que tener muchas ganas para acabarlo. Aquí podéis leerlo si os veis con fuerzas. Sin embargo es una obra muy interesante, ya que constituye una pieza fundamental en lo que se refiere a la deificación del conde castellano. Y no sólo eso: supone un canto nacionalista a Castilla en una fecha tan temprana como el siglo XIII. Que conste que esto no es una opinión personal, sino que también lo afirma H. Salvador Martín, responsable de la que posiblemente es la mejor edición del Poema en la prestigiosa colección de Austral.

Fernando III en el Tumbo A de la Catedral de Santiago
Este nacionalismo tan temprano en realidad tampoco ha de extrañarnos mucho, pues los tiempos eran propicios para ello: en ese mismo siglo Fernando III (1230-1252) y Alfonso X (1252-1284) iniciaron una gigantesca maniobra de propaganda castellanista para soldar la unión de León y Castilla forjada en 1230. Dados sus orígenes eligieron a Castilla como modelo ideal sobre el que edificar esta precaria unión, y para ello se valieron de todo lo que pudieron echar mano: cantares de gesta, mitos, leyendas... 

El problema con que se encontraron fue que Castilla carecía de un pasado nacional, ya que el primer rey castellano digno de tal nombre fue Alfonso VIII (1158-1214), que dotó al reino de todo un aparato institucional del que anteriormente carecía. Pero no había problema: si no existía ese pasado, nada mejor que inventárselo. Así fue como surgieron crónicas como la de Jiménez de Rada o las del reinado de Alfonso X, en las que se exponía la historia de Hispania como si fuera un continuo que desembocaba y alcanzaba su culmen con el reino de Castilla. Como ya he dicho, para esta labor todo era bueno para el convento, así que en estas crónicas se vertieron todo tipo de materiales antihistóricos.

Otro fruto de este tiempo fue el Poema que hoy nos ocupa. Esta obra fue compuesta en cuaderna vía por un monje del monasterio de San Pedro de Arlanza a quien la Historia le preocupaba muy poco. Gracias a datos internos del Poema se ha podido datar su creación de forma muy precisa entre los años 1250 y 1252. La obra está llena de un nacionalismo exaltado que puede crear extrañeza en tiempos tan tempranos. Pero precisamente por ello su contenido fue aprovechado para ser incluido en la Primera Crónica General de Alfonso X y en la Crónica General de 1344. 

Para hacernos una idea del alcance del Poema, baste decir que una de las historietas que contiene es la famosa leyenda del caballo y del azor. Dice que Fernán González vendió dichos animales al rey de León a cambio de mil marcos que tenían que ser pagados cierto día: si el rey se retrasaba en abonar el pago, el precio iría aumentando en proporción geométrica, a razón del doble cada día. Como el rey de León era un descuidado fue olvidándose de pagar, y cuando quiso darse cuenta ya habían pasado tres años y le debía a Fernán una cantidad astronómica, así que se vio obligado a otorgarle la posesión y el gobierno de toda Castilla, liberándolo así del reino de León. Como puede suponerse, esta leyenda ni siquiera era original: ya figuraba de forma casi idéntica en un libro del obispo Jordanes titulado "Gética". Evidentemente el monje de Arlanza conocía muy bien esta historia, y lo único que hizo fue adaptarla a su héroe favorito, porque daba legitimidad a esa supuesta independencia castellana sin tener que colocarle la etiqueta de rebelde a Fernán frente a su rey. Y digo "supuesta" porque si bien es cierto que Castilla funcionó de una manera muy autónoma en esa época, tanto Fernán González como sus sucesores siempre reconocieron al rey de León como su señor natural en todos los documentos originales que se conservan.

El Poema tiene dos temas principales: la Reconquista cristiana de Hispania frente a los moros, y la liberación de Castilla frente a León. Castilla es, por supuesto, lo mejor: 

"Pero de toda Spaña Castiella es mejor, 
por que fue de los otros el comienço mayor (...)
Aún Castiella Vieja, al mi entendimiento, 
mejor es que lo al, por que fue el çimiento,"

Quien consigue liberar a Castilla es Fernán González (en realidad Fernando González: Fernán era una especie de diminutivo), a quien el monje dota de una dimensión similar a la de los héroes clásicos. Y para ello, a pesar de su condición religiosa, llega a mostrar al conde castellano desafiando a Dios:

(...)dixo: "Señor del mundo, ¿por qué me has fallido?
(...) Si fuesses en la tierra, serías de mi rebtado.
(...) Somos los castellanos contra Dios en grand saña,
porque nos quiere dar esta premia atamaña".

Fernán es el prototipo de héroe perfecto, impoluto, invencible guerrero...¿A quién recuerda todo esto? A Rodrigo Díaz, llamado El Cid: otro personaje castellano que debe su fama a los cantares de gesta plagados de errores históricos... De todas formas, esto es algo que ocurre con los "héroes nacionales" de todas las épocas y lugares, sin olvidar al leonés Bernardo del Carpio.

El Poema es todo un desfile de incongruencias y anacronismos. Citemos algunos:

-De la invasión musulmana del 711 sólo se libró Castilla la Vieja y un pequeño reducto asturiano:

"(...)alçaron se en Castiella, assí se defendieron,
los de las otras tierras por espadas murieron.
Era Castiella Vieja un puerto bien çerrado,
non avía más entrada de un solo forado,
tovieron castellanos el puerto bien guardado,
porque de toda Spaña ésse ovo fincado.
Fincaron las Asturias un pequeño lugar, 
los valles e montañas que son çerca la mar".

-Afirma que en el 778 d.C. Bernardo del Carpio fue ayudado por gentes y pueblos de Castilla, que por aquel entonces ni siquiera existía como entidad política ni como región. 

-Fernán González vence a Almanzor, a pesar de que ni siquiera pudieron conocerse (el conde castellano falleció en el 970, cuando Almanzor casi no había empezado su carrera militar).

-Tanto el Cid como Fernán descienden de los míticos Jueces de Castilla, que nunca existieron. 

-El conde castellano tenía todo un proyecto político para convertir a Castilla en un poderoso reino:

"Varones castellanos, este fue su cuidado:
de llegar su señor al más alto estado;
d' un alcaldía pobre fizieron la condado,
tornaron la después cabeça de reignado.
(...)El conde don Fernando con muy poca conpaña,
-en contar lo que fizo semejaría fazaña-
mantovo siempre guerra con los reyes d' España,
non dava más por ellos que por una castaña".

-Fernán vence a moros, navarros y leoneses. Y nunca pierde. En el Poema es una especie de "Chuck Norris" de la Edad Media hispana. Mata nada menos que al rey de Navarra con sus propias manos. Y al conde de Tolosa. 

-Una infanta de León, hermana del rey Sancho I, se enamora de Fernán, lo ayuda a escapar de la cárcel, y se acaba casando con él. 

Y podríamos seguir poniendo numerosos ejemplos. El Poema de Fernán González no es más que otro reflejo de la mentalidad nacionalista y esencialista que brotó con fuerza en la Castilla del s. XIII y que acabó expandiéndose a lo largo del tiempo hasta llegar hasta nuestros días.

FILANDÓN 3.0

29 noviembre, 2010

Me complace presentaros una excelente iniciativa de mi amigo Alberto Flecha, que está contando con la colaboración de mucha gente. Pulsad en el cartel para conocer los detalles.

LA ESTELA DEL CIERZO: UN PRECIOSO Y REFLEXIVO MICRORRELATO

05 noviembre, 2010

Me gustaría recomendaros el magnífico microrrelato "La Estela del Cierzo", de Alberto Flecha. Además de ser precioso en su composición, comprobaréis que su temática está muy relacionada con nuestra tierra. Podéis encontrarlo en su blog "La Caja de Alberto Flecha".