2.-Los modestos inicios del Camino
El descubrimiento de la tumba.
Recordemos que la invasión musulmana del 711 había provocado el alzamiento de Pelayo once años después, pero los cristianos estaban en una posición muy difícil, y en ocasiones se veían obligados a pagar onerosos tributos por el mero hecho de seguir existiendo. El mencionado himno tal vez revela una incipiente veneración por el Apóstol en unos tiempos tan difíciles como eran los comienzos del “Astororum Regnum”.
Descubrimiento de la tumba por Teodomiro según el Tumbo A |
Alfonso II según Francis de Blas |
Alfonso ordenó levantar en ese lugar la iglesia de Antealtares, una basílica de ladrillo de una sola nave, que fue consagrada en el 834: seis años después llegó el primer grupo de peregrinos, procedente de Asturias. Y es que durante las primeras décadas la llegada de gentes en peregrinación se produjo de forma lenta y gradual.
Los reyes asturleoneses y el Camino.
Ramiro I por Francis de Blas |
Aparición de Santiago en la batalla de Clavijo |
Alfonso II en el Libro de los Testamentos
de la Catedral de Oviedo
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En el 910 García I traslada la corte a León, con lo que suele considerarse que da comienzo el reino leonés, si bien no se introdujeron cambios de importancia. Los reyes siguieron favoreciendo a Santiago, y en muchas ocasiones peregrinaron hasta Compostela para pedir los favores del Apóstol, o bien para agradecerle las victorias en la luchas contra al-Ándalus. Asi, por ejemplo, tenemos noticias de que Ordoño II (914-924) dio grandes riquezas a su iglesia, y también una importante cantidad de prisioneros de guerra. En el 915 viajó hasta allí Gotescalco, obispo de Le Puy, que es el primer peregrino conocido de más allá de los Pirineos. También sabemos que Fruela II (924-925) peregrinó a Compostela en el 924, y que lo mismo hizo su sobrino Ramiro II (931-951), quien además confirmó el Voto de Santiago y toda una serie de privilegios.
La peregrinación a Santiago fue una costumbre entre los monarcas leoneses, y no se puede descartar que estuviera institucionalizada. Ordoño III (966-985), al igual que varios de sus predecesores, lo hizo para dar gracias por sus conquistas. La incipiente fama del santuario sufrió un parón ante las invasiones e incursiones de vikingos y normandos: en el 968 el obispo de Compostela Sisnando murió de un flechazo mientras dirigía un ejército contra los normandos (algo que no debería extrañarnos, ya que los obispos eran unos señores feudales más y con frecuencia dirigían en persona a sus tropas) Los invasores en varias ocasiones pusieron sitio a Santiago, pero no consiguieron tomarla. Los vikingos vieron que era una ciudad tan importante que a Hispania la llamaron Jakobsland, la Tierra de Santiago.
Otra muestra de su importancia es que Vermudo II (985-999) fue proclamado rey en Santiago en el año 982, en el marco de sus guerras civiles contra Ramiro III (966-985). Un año después, en el 983, llegó el peregrino Simeón de Armenia, el eremita, quien exorcizó de sus demonios a una hija del rey antes de partir hacia las Islas Británicas. Ello no significa que Santiago gozase de una gran fama: curiosamente, será tras la destrucción y saqueo de Almanzor cuando el santuario alcance reconocimiento internacional y los peregrinos comiencen a llegar de forma masiva.
Almanzor y su ataque a Compostela del 997.
Mohamed
Ibn Abdalá Ibn Abu Amir, más conocido por su sobrenombre Almansur o
Almanzor (“El Victorioso”) fue un caudillo musulmán al servicio
del califa Hisham II que se convirtió en la peor pesadilla de los
reinos cristianos de Hispania. Llevó a cabo unas 56 campañas
militares entre los años 977 y 1002, casi todas victoriosas, y
destruyó las principales ciudades de sus enemigos. En la 48º
campaña (julio-octubre de 997) su objetivo fue la destrucción de
Santiago de Compostela, auténtica capital religiosa del reino leonés
y de la Hispania cristiana. Según la Historia Compostelana fue
ayudado por condes gallegos enemigos de Vermudo II, como Rodrigo
Velázquez. Al enorme ejército reunido por Almanzor se sumó la
flota califal, que avanzó al mismo tiempo por las costas
portuguesas. Las dos fuerzas fueron saqueando las poblaciones que se
encontraban a su paso, llegando a Santiago el 10 de agosto. La
ciudad, alertada y aterrorizada por la fama que precedía a este
caudillo, estaba desierta. Sus tropas saquearon Santiago durante una
semana y después le prendieron fuego. Inexplicablemente, Almanzor
ordenó respetar la Tumba de Santiago: según algunos cronistas
musulmanes se encontró con un anciano que custodiaba en solitario la
tumba del Apóstol. “¿Por qué estás aquí?”, le preguntó
Almanzor. “Para honrar a Santiago”, le respondió sin sombra de
miedo. Y por esta extraña valentía el musulmán no destruyó la
tumba, aunque sí saqueó y destruyó el templo levantado por Alfonso
III. Se llevó las campanas de la basílica como botín a la mezquita
de Córdoba para usarlas como lámparas, y las puertas se utilizarían
en el artesonado de ese mismo edificio.
La Historia Compostelana
cuenta que la iglesia fue inmediatamente restaurada y vuelta a
consagrar por Vermudo II y el obispo Pedro:
Las campanas que Almanzo se llevó a Córdoba y que fueron
devueltas a Santiago por Fernando III. Fuente.
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“El
rey (…) vino a nuestra ciudad con intención de verla y junto con
el mismo obispo don Pedro y con la ayuda de Dios restauró la iglesia
del Apóstol, que encontró derrumbada”.
NOTA: Quisiera mostrar mi agradecimiento al profesor Fernando Álvarez-Balbuena por su ayuda a la correcta interpretación del topónimo "Compostela". La verdad es que uno acaba harto de falsas etimologías eruditas, pero siempre acabamos repitiendo algunas simplemente porque "suenan bien", como la del caso Campus Stellae.
NOTA: Quisiera mostrar mi agradecimiento al profesor Fernando Álvarez-Balbuena por su ayuda a la correcta interpretación del topónimo "Compostela". La verdad es que uno acaba harto de falsas etimologías eruditas, pero siempre acabamos repitiendo algunas simplemente porque "suenan bien", como la del caso Campus Stellae.
4 comentarios:
Muy interesante tu conferencia en Mansilla y los apuntes tan valiosos que vas introduciendo en el blog.
Te damos nuestro enlace donde hicimos un resumen de tu intervención:
http://rsas0010.blogspot.com/2011/11/el-camino-de-santiago-y-la-monarquia.html
Muchas gracias por dedicar a la conferencia una entrada tan completa. Me he hecho seguidor de vuestro blog.
Nosotros también nos hemos hecho seguidores tuyos, aunque Rafa lleva años leyéndote anónimamente, sobre todo lo de astronomía.
Estamos encantados con tus maravillosas aportaciones. Muchas gracias.
Interesante artículo, aunque se da un error muy común en el medievalismo hispano, cuando se dice: "Los vikingos vieron que era una ciudad tan importante que a Hispania la llamaron Jakobsland, la Tierra de Santiago".
En realidad los vikingos solo llamaban Jakobsland a Galicia, y no a Hispania. En la literatura normanda medieval se distingue perfectamente entre entre Spanland, Galizuland y Skarland. Una distinción con una larga tradición, por cierto, que ya se observa en las actas de los concilios toledanos del reino visigodo, en donde se distingue entre Hispania, Galia y Gallaecia.
Sobre este asunto véase por ejemplo el interesantísimo
"Gallaecia Scandinavica" de Vicente Almazán.
Y todo esto es así porque en la alta edad media la península estaba dividida en dos grandes bloques políticos: el reino cristiano del norte, que recibía el nombre de Galicia, y el califato musulmán del sur, al que se reservaba el nombre de Hispania. Lo cual se debe, por su puesto, a que el reino cristiano del norte es la continuación del reino suevo de Gallaecia, y el califato musulman es la continuación del reino visigodo de Hispania. Y no, como siempre se ha dicho, que el reino cristiano del norte es la continuación del reino visigodo, a través de un improbable noble Pelayo. (consúltese, por supuesto, a Barrau-Dihigo)
Por supuesto, todo esto resulta muy irritante en la actualidad, por lo que permanentemente es ocultado.
Un saludo.
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