Nueva indización de los artículos de Historia
01 octubre, 2007
ZAMORA, JOYA DEL DUERO
22 septiembre, 2007
Ayer por la tarde Tere y yo estuvimos en Zamora capital para visitar a Ana, una amiga que ha estado casi un año entero en Nicaragua y que ha regresado a España recientemente.
Volviendo a caminar por las calles de la ciudad estuve reflexionando acerca de cuál de las tres principales ciudades del Reino de León es la más bella. Y, aunque nací y vivo en la capital leonesa, he de reconocer que, en mi opinión, ésta ocuparía el tercer y último lugar en la lista. Con ello no quiero decir que León sea una urbe fea, sino que, en conjunto, claramente me parece la menos hermosa de las tres.
Una vez resuelto el último puesto, la duda que me embargaba era la posición a ocupar por las otras dos ciudades. Y es que Salamanca y Zamora son, sencillamente, unos conjuntos monumentales que apabullan al visitante. Recorrer sus rincones es siempre un placer, independientemente de la época del año en que se haga. Perderse a paso lento por sus callejas es una de las experiencias más deliciosas que uno puede permitirse. La cosa es que, después de meditarlo bastante, me he decantado por la ciudad del Duero, aunque creo que tomé esta decisión en parte por las vistas de las que disfruté ayer desde el otro lado del río.
El gran defecto de Zamora es, sin duda, que es una ciudad prácticamente muerta debido a la desatención de la que ha sido objeto por las administraciones. Un simple paseo (y he dado muchos por ella) vale para darse la cuenta de que no queda casi juventud, que lo único que abundan son los viejos, y que reina una especie de sensación de agobiante pesimismo por toda la ciudad y prácticamente por toda la provincia. Un dato real que refleja crudamente esta sensación es que hay más zamoranos viviendo fuera de la provincia, que dentro de ella.
En fin, tras estas tristes reflexiones, quiero compartir con vosotros una de las fotos que hice anoche a la que considero La Joya del Duero. Un saludo muy especial a tod@s l@s zamoran@s que tienen la paciencia de leer este blog.
MI PRIMERA CLASE DE HISTORIA
17 septiembre, 2007
Las fotos de nuestro viaje por el Sur de Francia, por fin en mi Flickr
09 septiembre, 2007
A ver si os prestan. Pulsad sobre la foto grande para ir pasando a las siguientes. Si dejáis el puntero sobre la foto pequeña, podréis leer el comentario.
¿QUÉ ES EL LEONÉS (O LLIONÉS, O LLEONÉS, O ASTURIANO, O ASTURLEONÉS, O MIRANDÉS)?
04 septiembre, 2007
Empecemos por el principio: el asturleonés es el dialecto del latín que surgió en la Edad Media en el entorno geográfico del Reino de León. Nació al mismo tiempo que el gallego, el catalán, el aragonés y el castellano, y por lo tanto comparte con ellos la categoría de lengua romance. Es decir, el asturleonés o leonés es una lengua, y sólo se le puede denominar dialecto en relación con el latín, tal y como ocurre con el castellano, el francés, el italiano… Probablemente nació en tierras astures y se expandió por la Región Leonesa, así como por parte de Extremadura y Portugal. Algunos estudiosos amplían su área de influencia a Palencia, Valladolid y Cantabria, aunque éste es un aspecto dudoso. En todo caso, tampoco se puede descartar que esta lengua surgiera como una adaptación más o menos espontánea del latín en el solar astur, sin necesidad de acudir al concepto de Reconquista como única explicación de la expansión por algunas de las zonas mencionadas anteriormente.
Nodizia de Kesos |
Extensión de la lengua asturleonesa |
Actualmente, la lengua asturleonesa goza de cierto reconocimiento en Asturias y en Miranda do Douro, que también son las zonas en las que tiene más vitalidad. De hecho, a pesar de su escaso número de hablantes, en Portugal el mirandés es la única lengua reconocida de manera oficial junto al portugués. En León, Zamora y Salamanca, por el contrario, su uso ha quedado restringido a las comarcas más aisladas, y su número de hablantes es menguante: sólo mantiene algo de su pujanza en pueblos de Cabrera, Laciana, Sanabria… En la mayoría de las comarcas esta lengua ha quedado relegada a un puñado de “falantes” pertenecientes en su mayoría a la tercera edad. Sin embargo, los leoneses, de una manera inconsciente en muchos casos, seguimos empleando parte del vocabulario e incluso de la gramática de la lengua asturleonesa. Esto es palpable en palabras de uso tan frecuente como “gocho” (cerdo), “prestar” (gustar), etc., o el hecho de no utilizar tiempos compuestos (un leonés casi siempre dirá “apagué la luz”, en lugar de “he apagado la luz”). Esto es común a las zonas del área donde se habló esta lengua (el “dominio”, en jerga lingüística).
Esta lengua, como casi todas las demás, presenta variantes según el marco geográfico y social, por lo que en cada comarca recibe un nombre propio: “bañés” en La Baña (Cabrera), “patxuezu” en Laciana, etc. Afortunadamente, cada una de estas variantes puede ser comprendida fácilmente por los hablantes de las demás.
Uno de los grandes problemas para la lengua asturleonesa a lo largo de la historia es que casi nunca fue una lengua de prestigio, ya que a partir del siglo XIV este puesto quedó reservado para el castellano. En este sentido, hay un hecho muy curioso que me he encontrado en el Archivo de San Isidoro: cuando los documentos comienzan a escribirse en lengua romance (a partir de 1230, como ya he dicho), todos los particulares y las instituciones oficiales de Asturias y del Reino de León (concejos, cabildos de las catedrales, etc.) emplean la lengua asturleonesa. Sin embargo, los documentos que llegan desde la cancillería regia transmitiendo órdenes, concediendo privilegios, etc. vienen redactados en castellano, lo que necesariamente tenía que llamar la atención de leoneses y asturianos. Conforme iba pasando el tiempo, se puede constatar en la documentación que las instituciones fueron adoptando la forma de hablar y escribir de la corte castellana, y que la lengua asturleonesa quedó relegada al pueblo llano. Por esta razón, desde la Edad Media se ha considerado al castellano como lengua de prestigio (era -y es- la que usaban las clases dominantes), y se ha tenido en baja consideración a las demás lenguas romances. Añádase a esto la mofa de que fueron objeto las hablas asturleonesas como el sayagués en las obras literarias del Siglo de Oro, y se comprenderá mucho mejor por qué los propios falantes han considerado que utilizar su lengua es “hablar mal”. Y si a esto añadimos el omnímodo poder uniformador de los medios de comunicación, tendremos la explicación de la franca decadencia de estas hablas.
La lengua asturleonesa comenzó a ser objeto de estudio a finales del siglo XIX y principios del XX por prestigiosos filólogos como el alemán Fritz Krüger. También fue investigada por Ramón Menéndez Pidal, el padre de la filología hispánica, quien publicó en 1906 el libro “El dialecto leonés”, recientemente reeditado por “El Búho Viajero”. Entre otros investigadores también se podría incluir a Miguel de Unamuno y a Gabriel y Galán, que se ocuparon de las hablas al sur del Duero, aunque con un espíritu muy poco científico.
En cuanto a la polémica sobre el nombre de la lengua, es un hecho que estos primeros investigadores la denominaron sencillamente “leonés”, posiblemente por motivos historicistas. Sin embargo, también es cierto que en Asturias, que es el área donde más pujanza experimenta, se la conoce como “asturiano”. Por su parte, en Miranda do Douro se conoce como “Mirandés”. En León, durante la Transición se denominó “lleunés” o “lleounés” a esta lengua, aunque las formas más correctas parecen ser “llionés” o “lleonés”. Como se puede comprobar, estas denominaciones continúan la tendencia de vincular el nombre de la lengua con el marco geográfico, si bien en estos casos se supera el límite comarcal y se expande al provincial. En cualquier caso, si algo está claro (y en esto coinciden todos los estudiosos) es que siempre se trata de la misma lengua, por lo que desde hace un tiempo varios investigadores de Zamora, León y Asturias apuestan por una etiqueta más globalizadora, como la de “asturleonés” o “lengua astur”, haciendo referencia en este último caso al pueblo prerromano cuyos límites geográficos prácticamente coinciden con los de la lengua.
YA ESTAMOS DE VUELTA
30 agosto, 2007
A partir de ahora, me proclamo públicamente francófilo empedernido, y os animo a que conozcáis Francia, porque vale la pena.
DE VACACIONES POR EL SUR DE FRANCIA
24 agosto, 2007
Os dejo una foto que hice a la portada de la iglesia de Petit Palais: según la guía que llevamos, está inspirada en la de la Catedral de Zamora. Me llamaron la atención los dos leones pasantes que la flanquean.
RATATOUILLE: PURA MAGIA
20 agosto, 2007
Ratatouille tiene un guión magnífico, original y muy bien desarrollado, con impresionantes golpes de efecto y un gran sentido del humor. La película trata de la relación que surge entre Remy (una simpática rata de campo con un inusual gusto y talento para la alta cocina), y Linguini (un infeliz y torpe pinche con un gran corazón). No quiero desvelar más detalles del argumento, aunque sí avanzaré que aborda temas como las relaciones familiares, la amistad, el amor... y todo ello sin caer en la ñoñería a la que nos suele tener acostumbrados la factoría Disney.
La banda sonora corre a cargo de Michael Giacchino, quien ya trabajó para Pixar en Los Increíbles. El compositor maneja a su antojo multitud de registros y estilos musicales, y consigue dotar de mayor emoción a la película, así como realzar la acción con sus partituras. Por cierto, en muchas ocasiones se utiliza la música para transmitir aún más el ambiente parisino en el que transcurre en su mayor parte. Y es que Ratatouille es un canto a la cocina francesa y, por supuesto, a París.
Una cosa que me llamó la atención es que casi todos los personajes tienen acento "francés", excepto Linguini (el protagonista) y... las ratas. No sé muy bien a qué responde este hecho, aunque supongo que es un intento de no fatigar los oídos de los espectadores. Otro aspecto "negativo" que he comprobado en varias mujeres que han visionado la película es la incomodidad que les produce el realismo de las ratas, y el cierto malestar que les causa verlas cocinando.
En fin, que Ratatouille es, en mi humilde opinión, una de las mejores películas que he visto últimamente, sobre todo después del horrible mal sabor de boca que me dejó "Piratas del Caribe 3". Por ello os la recomiendo a todos encarecidamente, y, por favor, no penséis que es una de esas pelis de Disney sólo aptas para el público infantil. Todo lo contrario: sólo los adultos captarán el sutil humor de algunas escenas.
PD: No os perdáis el corto de animación "Abducido" que ponen antes de la película en sí: sencillamente tronchante.
LEONES PASANTES MEDIEVALES EN EL MUSEO DE ASTORGA
13 agosto, 2007
Me parece muy interesante porque los leones tienen la disposición pasante que tanto caracteriza a los signos rodados del Reino. Su estilo parece orientalizante, lo que reafirma mis sospechas de que los notarios y escribanos leoneses se basaron en modelos musulmanes a la hora de dibujar estos animales. Algo semejante ocurre con los leones de San Baudelio que se exponen en el Museo del Prado. Esta influencia oriental es clarísima, por ejemplo, en el último signo dorado que se conoce de Alfonso IX, y que es el que sirve de logotipo a la cabecera de este Cuaderno de Notas. Aquí os dejo uno de los leones de la citada tela, que por cierto viene rotulada como "Tela de la Virgen de la Majestad, s. XII (?)"
LA PERSONALIDAD DE LOS PUEBLOS DE LA CORONA LEONESA SEGÚN LAS CRÓNICAS MEDIEVALES (II)
08 agosto, 2007
Los castellanos
El cronista Jiménez de Rada demuestra sus orígenes navarros y para quién trabaja en este fragmento de su mencionada obra Historia de los Hechos de España: “Los castellanos y los navarros (…) llevando siempre a gala su innata lealtad...”.
No salen tan bien parados en la Historia Compostelana. Hablando de los castellanos, el autor dice: “Y puesto que los he mencionado, no paso por alto su cobardía militar. Ciertamente en tiempos del muy noble rey Alfonso, hijo del rey Fernando, los soldados castellanos se esforzaban mucho en el arte de la guerra y soportaban el peligro y el esfuerzo, y cuanto más frecuentemente se ocupaban de los asuntos militares, tanto más animosos y más rápidamente se precipitaban a las armas (…) Hispania los tenía por los más preclaros y no temía enviarlos como los más valientes a la guerra, pues entonces el rey Alfonso era su caudillo y príncipe y se afanaba por transferirles como muy especiales y queridos herederos el ejemplo de su valor y honradez. Él mismo se lanzaba contra los enemigos el primero, el primero derribaba las filas de los enemigos y animaba a sus soldados a hacer lo mismo, él les enseñaba a ir contra los agarenos y esforzarse valerosamente en el ejercicio militar siguiendo su ejemplo. Pero, muerto el rey Alfonso, que era modelo de honradez y escudo de los castellanos, todo en aquéllos cambió a peor: los castellanos se entregaron a la desidia y a la pereza; el lujo y la codicia destruyó su valentía y el anterior valor quedó oculto por el miedo que se iba apoderando de ellos, y cuanto más os invitaba la necesidad al estrépito de la guerra, tanto más deseaban alejarse del combate y esconderse lo más lejos posible; no se afanaban ni en defender lo suyo, ni en conseguir luchando lo ajeno. (…)En modo alguno latía en ellos el antiguo valor. (…) Les llamaban soldados afeminados (…) pues cedían mil ante quinientos y triunfaban cien ante doscientos.” (págs. 200-201).
“[La reina Urraca] consideraba que los castellanos, que anteriormente eran valientes en el combate y poderosos por su virtud., ahora eran cobardes y no se enardecían casi por ninguna alabanza de honradez” (pág. 202).
“Los castellanos, cobardes e incapacitados para toda clase de guerra, eran enemigos y devastaban por todas partes el reino” (pág. 203).
“Los soldados castellanos (…) en otro tiempo habían aprendido por experiencia con qué impetuosa audacia se dirigían los aragoneses a la guerra, y por ello procuraban apartarse de tan gran esfuerzo. ¡Dios mío! Los valientes caballeros de Castilla ven que los enemigos atacan sus tierras y, aun apoyados en la protección de otros, temen hacerles frente” (págs. 210-211)
“¡Oh, vergüenza! Los castellanos necesitan de fuerzas ajenas y son protegidos por la audacia de los gallegos. ¿Qué será de esos miedosos caballeros cuando el ejército de Galicia, su escudo y protección, se haya marchado?” (pág. 216).
El Poema de Almería dice de los castellanos: “ciudadanos famosos y poderosos durante muchos siglos (…). Entre ellos no existe la pobreza, sino una gran riqueza. Ninguno es mendigo, ni débil o indolente en gran manera; todos son fuertes, seguros en el combate (…) Su lengua suena como tambores. Son muy soberbios, están enorgullecidos con sus riquezas. Las fuerzas de Castilla fueron rebeldes durante siglos (..) [El Emperador] domó a Castilla como a una asnilla, imponiendo nuevos pactos legales a su indómita cerviz (…) Permaneciendo en su valor inquebrantables, la fuerte Castilla avanza a guerras nada entrañables”. Lo de "su lengua suena casi como tambores" lo he puesto en cursiva porque no hay seguridad de cómo traducir el término "tympanotriba": en principio haría referencia a un tipo de tambor, pero el traductor de la Chronica dice que es un término griego que sólo aparece en un texto de Plauto para hablar de un tipo de tambor que sólo tocaban los sacerdotes de Cibeles. Y como estos sacerdotes estaban castrados, el traductor entiende que el autor quería decir "su lengua suena como afeminada", aunque a mi personalmente me parece un argumento demasiado rebuscado.
Por último, el Libro Quinto del Códex Calixtinus define de la siguiente manera a las tierras y hombres de Castilla y Tierra de Campos: "Es una tierra llena de tesoros, de oro, plata, rica en paños y vigorosos caballos, abundante en pan, vino, carne, pescado, leche y miel. Sin embargo, carece de arbolado y está llena de hombres malos y viciosos".