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LA VICTORIA DE ALFONSO IX DE LEON SOBRE EL EJERCITO DE IBN HUD EN LA BATALLA CAMPAL DE ALANGE

17 marzo, 2010

Antes de nada, aclarar que éste no es un artículo mío, sino de Miguel A. Diego, "Zacut", quien ha tenido la bondad de remitírmelo para su publicación. Me ha resultado curioso, porque precisamente hace unos días estuve fotocopiando las crónicas con información de las conquistas extremeñas de Alfonso IX con vistas a un futuro artículo sobre el tema. Zacut quiere destacar que el pasado 15 de marzo fue el 780º aniversario de la batalla. Desde aquí me gustaría agradecerle infinitamente tan soberbia aportación.

INTRODUCCIÓN
La toma de Alcántara en 1213 y los ataques ese mismo año contra Cáceres y Mérida ponen de manifiesto las intenciones de Alfonso IX de extender el Reino Leonés por el Sur, tal como se preveía en el testamento de Alfonso VII el Emperador y en el Tratado de Tordehúmos (1158), incorporando el Reino musulmán de Sevilla. En 1217 la fortaleza de Alcántara es otorgada a la Orden de Calatrava, que un año después cede, junto con todas sus posesiones y miembros en el Reino de León, a la Orden Militar de San Julián del Pereiro, que fijó allí su sede. La orden adoptó entonces el nombre del Pereiro y Alcántara y finalmente el de Alcántara, constituyendo a partir de entonces uno de los pilares leoneses en la reconquista y repoblación de la Transierra, inspirada por un decidido cruzadismo, que alcanzaba al mismo monarca, corroborado por las campañas de 1218 en las que llega hasta Sevilla y el Guadalquivir con el objetivo de quebrantar la retaguardia musulmana. La toma de otras plazas como Valencia de Alcántara (1221) y especialmente el núcleo fortificado de Cáceres (1229), abren definitivamente el camino hacia el Guadiana a las fuerzas leonesas. Alfonso IX empeñado en la conquista del territorio de la Taifa de Badajoz, emprende en 1230 la deseada conquista de Mérida, que asegura la independencia eclesiástica del Reino de León, y la de la capital musulmana, Badajoz, ambas a la misma orilla del Guadiana. El objetivo último serían Sevilla y Niebla.

Reunión de las huestes.
Pasada la Navidad de 1229, Alfonso IX partió de Alba de Tormes con un formidable ejército en el que, además de las huestes del monarca se encontraban caballeros las de las Ordenes Militares del Temple, Alcántara y Santiago, con sus maestres, a los que se unieron obispos con sus mesnadas (D. Bernardo II, arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Oviedo, León, Zamora y Coria) y otras fuerzas. Se dirigieron a principios de cuaresma (hacia el 20 de febrero) al Sur con el objetivo de apoderarse de Mérida, a la que sometieron a sitio.

La toma de Mérida y la batalla campal de Alange (1230).
La noticia del asedio de Mérida debió llegarle al caudillo hispanomusulmán Ibn Hud al-Mutawakkil, vencedor de los almohades, reconocido como lugarteniente y Emir del Califato abbásida de Bagdag –tomó por enseña el estandarte negro de los abbasíies- primero en Murcia y luego en casi todo Al-Andalus (Almería, Málaga, Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Mérida, Trujillo). Se dirigió a Córdoba, donde reunió un gran ejército de caballeros e infantes para acudir en ayuda de la ciudad sitiada, posiblemente por la calzada que parte desde Córdoba y transcurre por Azuaga y Hornachos. Ibn Hud acampó en las proximidades del castillo de Alange o en el lugar conocido como Posadas de Abenfut, ligeramente al noreste del actual Campillo de Llerena y dentro de los límites de su término municipal.
Mérida se negó a rendirse, por lo que fue atacada por el puente de la ciudad y se tomó al asalto, teniendo un papel destacado las huestes zamoranas, de Ledesma y de la Orden de Alcántara, como ponen de manifiesto el hecho de que Alfonso IX incorporara el puente de Mérida al escudo de la ciudad de Zamora, o que así conste respectivamente en la inscripción sobre la Puerta de Olivares –llamada también del obispo- en Zamora (Zamo[ren] ses fuerunt uictores in prima acie), en el Fuero de Ledesma (que indica que la milicia de Ledesma rindió buenos servicios en Mérida) y en la carta de donación que Alfonso IX hace el 30 de marzo al maestre de Alcántara, Arias Pérez, de posesiones en la ciudad de Mérida y en su proximidad ("por los muchos buenos servicios que en muchas ocasiones me prestasteis, y especialmente en la conquista de Mérida y en la batalla campal que tuve con Abenfut al otro lado del Guadiana"). El reconocimiento y donaciones por los servicios prestados en la batalla de Mérida alcanzará a personas concretas, como a Rodrigo Fernández, alférez de Alfonso IX, que recibirá Friera y la tierra de Aguilar, por llevar bien su enseña en la batalla.

La llegada de las tropas musulmanas decidió a Alfonso IX a enfrentarse a las mismas, a pesar de ser muy inferiores en número. Las fuentes afirman que el contingente de las tropas de Ibn Hud era innumerable, o que se componía de unos ochenta mil hombres (veinte mil a caballo y sesenta mil a pie). Para ello el rey leonés y las huestes que le acompañaban, atravesaron el Guadiana una noche y, a la mañana siguiente, el 15 de marzo de 1230 (de acuerdo con el Cronicon cordubense) tuvo lugar el enfrentamiento en campo abierto, una batalla campal, ‘una de las más señaladas de aquel siglo’.

Cuenta Juan Gil de Zamora que cuando Alfonso IX se prepara para entrar en combate pierde una de las espuelas, lo que todos interpretan como un mal presagio, menos el monarca que argumenta que «el rey no debe entrar en combate con espuelas como los miedosos y por esto cayó la espuela, para animarme a quitar también la otra» demostrando así que no pensaba huir sino perseverar en el combate hasta el final. ¿Estaba decidido a no perder la ciudad recién conquistada? ¿Deseaba infligir una derrota al enemigo que le permitiera avanzar hasta Badajoz y más tarde hasta el Guadalquivir? La imagen del cronista pone de manifiesto que, en cualquier caso, no estaba dispuesto a echarse atrás.

Ibn Hud vio que los leoneses se dirigían contra sus tropas a fin de entablar la batalla, ordenó sus gentes y salió a su encuentro, la batalla fue muy sangrienta y por algún tiempo dudosa, pero el valor de los cristianos superó la muchedumbre enemiga y se declaró por Alfonso IX la victoria. Tan señalada fue que hay crónicas que al hablar de Alfonso IX dicen «el que ganó la batalla de Mérida». Las crónicas recogen también la participación del Apóstol Santiago y de San Isidoro del lado de los cristianos con una hueste de ángeles apocalípticos que segaban las gargantas agarenas.

Los efectivos musulmanes sufrieron una derrota completa y salieron en desbandada perseguidos por los leoneses, resultando el mismo Ibn Hud herido. Según Moreno de Vargas, el ejército leonés infligió una gran matanza en los musulmanes que huían hacia Badajoz a una legua de Mérida, en el denominado valle de la Matanza

La toma de Mérida permitía restablecer la silla metropolitana de tan gran prestigio en la época romana y visigoda, trasladada a Compostela por la persecución de los mozárabes, pero lo impidió Bernardo, el arzobispo de Santiago.

La conquista de Badajoz (1230).
El victorioso rey leonés permaneció en Mérida hasta después del 20 de marzo, partiendo después con el ejército y los maestres de las órdenes militares, los obispos y el arzobispo de Santiago de Compostela, con sus huestes sobre Badajoz.

La conquista de la capital debió de ser rápida, pudo establecerse un asedio hacia el 19 de abril, rindiéndose la ciudad el 26 de mayo, como indica el Chronicon conimbricense o a primeros de junio, como indica el Cronicón cordubense; pero antes del 9 de junio, porque ese día ya estaba Alfonso IX en Cáceres, de vuelta hacia el norte, y empleaba el título de «rex Legionis et Badalocii».

Alfonso IX, tras la toma de la ciudad de Badajoz, decidió dejarla dentro del realengo y ceder los derechos temporales de Mérida a la Iglesia de Compostela, teniendo en cuenta su proximidad a la frontera con el reino de Portugal. La confirmación y entrega de Mérida al arzobispo de Santiago la efectúa el 20 de julio, fecha en la que pasaba por Salamanca en su peregrinación hacia Compostela cuando iba a dar gracias al apóstol por las recientes conquistas.

Últimos meses de Alfonso IX (1230).
Rendida Badajoz, la expansión hacia el sur fue incontenible, ocupando los templarios Jerez, Burguillos. Fregenal y Alconchel. El propio Alfonso IX recorrió estas zonas meridionales, pues encontrándose en el castillo de la Atalaya, cerca de Zafra, el 2 de junio de 1230 hizo donación de Mérida y de los extensísimos términos que se le señalan al Arzobispo de Santiago. El monarca diseñó por entonces los objetivos y ciudades a conquistar en la siguiente campaña del invierno de 1230-31, que pretendían llevar el Reino de León hasta el Guadalquivir. Su fallecimiento retrasó esta expansión dos décadas.

Alfonso IX murió mientras iba en peregrinación a Santiago de Compostela en acción de gracias, en Sarria (Villanueva de Lemos) el 24 de septiembre de 1230. Se frustraba así el matrimonio de su hija primogénita Sancha con el monarca aragonés Jaime I, aportando al mismo el Reino de León.

Miguel A. Diego, "Zacut"

LOS SÍMBOLOS LEONESES EN EXTREMADURA

18 enero, 2010

Ya os he contado con anterioridad el especial cariño que le tengo a Extremadura y, de hecho, ya dediqué sendas entradas a la posible presencia de símbolos leoneses en la Sierra de Gata y a la historia del escudo de la ciudad de Cáceres. Hoy os quería hablar de la pervivencia de la heráldica leonesa en algunos de los símbolos actuales de Extremadura.

EL NOMBRE DE EXTREMADURA.
Empecemos hablando, aunque sea brevemente, del origen del nombre de esta región española. Hay explicaciones de todo tipo y pelaje, aunque es muy común escuchar o leer que el nombre procede de la expresión latina “extrema (o extremi) Durii”, es decir, “Frontera del Duero”; pero, entonces, ¿por qué se aplicaba tal denominación a tierras más allá de dicho río? En la Edad Media no hubo una Extremadura, sino al menos tres: la castellana (recordemos la divisa del escudo de Soria: “Soria pura, cabeza de Extremadura”), la portuguesa (una amplia región que llegaba muy hasta el sur del país vecino) y la leonesa. Esta última al principio no se correspondía con la región homónima, sino que se refería más bien a la actual provincia de Salamanca. Sin embargo, cuando el Reino de León se extendió más allá de la Sierra de Gata, el término se aplicó a la zona que se convirtió en la nueva frontera, es decir, las actuales provincias de Cáceres y Badajoz. Esto avalaría la tesis de que la palabra Extremadura denominaría en realidad al “extremo” sur de un reino: no en vano, una extremadura no deja de ser el extremo de algo, dicho en lenguaje vulgar. Así, cuando en el Poema de Almería se cita al ejército de los extremeños entre las filas de Alfonso VII, no habría que pensar en los habitantes de la actual Extremadura, sino en los pobladores de toda la frontera cristiana del momento.

En cualquier caso, lo que es innegable es que la mayor parte del solar extremeño fue conquistado por el reino de León en tiempos de Fernando II y Alfonso IX. De hecho, no es raro encontrarse referencias a este territorio como la Extremadura Leonesa. Por su relevancia destacaron las tomas de ciudades tan importantes como Cáceres, Mérida o Badajoz a manos de los ejércitos leoneses. Pero pasemos ya a los símbolos extremeños en sí.

LA BANDERA DE EXTREMADURA.
Según el Artículo 4.1. del Estatuto de Autonomía de Extremadura,
 “La bandera extremeña está formada por tres franjas horizontales iguales, verde, blanca y negra, por este orden” (Ley Orgánica 1/1983, Estatuto de Autonomía de Extremadura). 


Según se puede leer en la descripción que se hace de la enseña extremeña en la Gran Enciclopedia de Extremadura y en otras publicaciones oficiales, cada una de estas franjas tiene un significado: el verde sería el color del emblema de la Orden de Alcántara, que tuvo una gran implantación en la actual Extremadura. El blanco se debería a ser el color empleado en el pendón real de León, principal reino reconquistador de la región. Y por último, el negro sería en honor al estandarte de igual color de los reyes aftásidas del Reino de Badajoz.

Así pues, la franja central representa al reino de León, que es reconocido como el padre de la actual comunidad autónoma extremeña.
EL ESCUDO DE EXTREMADURA.
Analicemos ahora el escudo que campea en el centro de la bandera de Extremadura: según la Ley 4/1985, de 3 de junio del Escudo, Himno y Día de Extremadura,
“el escudo de Extremadura es un escudo con boca a la española. Timbrado de coronel abierto; compuesto de ocho florones de hojas de acanto visibles cinco, engastado en piedras preciosas. Escudo medio partido y cortado. En el primer cuartel de oro un león rampante de gules uñado y linguado. En el segundo un castillo de oro mazonado de sable. En el tercero en campo de azur dos columnas corintias de oro rodeadas por la leyenda “Plus Ultra” cargada de letras de gules. En punta ondas de azur y de plata. Sobre el todo un escusón de plata con una encina de sinople fustada”.
No es que esta descripción heráldica sea un dechado de perfección, ya que contiene numerosos errores, tal y como puede verse en este artículo de Pedro Cordero Alvarado. En cualquier caso, no deja de ser curioso leer en ese mismo artículo el procedimiento por el que se acuñó este emblema: apareció un anuncio en el Diario HOY de Badajoz, el 8 de octubre de 1984 que rezaba
“ASAMBLEA DE EXTREMADURA. Comisión del Escudo, Himno y Día de Extremadura. AL PUEBLO EXTREMEÑO. La Asamblea de Extremadura ha creado en su seno la Comisión del Escudo, Himno y Día de Extremadura. Con el fin de iniciar los trabajos oportunos que desemboquen en la formulación de una propuesta de creación de un escudo, que represente a nuestra Comunidad Autónoma, la Asamblea de Extremadura se dirige a todos los extremeños invitándoles a colaborar en la elaboración de nuestro Escudo y formulándoles las siguientes preguntas: ¿QUÉ SÍMBOLOS CREE USTED QUE PUEDEN REPRESENTAR MEJOR A EXTREMADURA? ¿CUÁLES DE ELLOS DEBEN FIGURAR EN EL FUTURO ESCUDO DE EXTREMADURA? 
Envíe, por favor, sus sugerencias a: COMISIÓN DEL ESCUDO, HIMNO Y DÍA DE EXTREMADURA ASAMBLEA DE EXTREMADURA, Santa Julia, 1.- MÉRIDA. Colabore con nosotros. La Comisión del Escudo, Himno y Día de Extremadura. El Presidente de la Asamblea de Extremadura: JESÚS VÁZQUEZ LÓPEZ.”
Un auténtico ejemplo de participación ciudadana, en suma, que sirve de reflejo de lo que supuso la creación de los símbolos de las comunidades autónomas que no contaban con emblemas históricos propios. Se recibieron cientos de aportaciones de todo tipo, pero finalmente se eligió la que envió la Real Academia de Extremadura como base para diseñar el escudo anteriormente descrito.
Volviendo a éste, para mí el mayor misterio lo constituye la elección de los colores para el primer cuartel (“de oro un león rampante de gules uñado y linguado”), que se presentaba "como elemento heráldico de Badajoz". Esto no es para nada correcto, ya que, como veremos a continuación, el escudo pacense es muy diferente.
EL ESCUDO DE BADAJOZ.
En un campo de azur (azul), un león rampante de púrpura, linguado, uñado, armado de gules (rojo) y coronado de oro acompañado en su diestra de una columna de plata, con la base y capitel del mismo esmalte, y rodeada de una cinta de oro cargada de letras de gules con la inscripción "Plus Ultra" sobre la tierra de sinople (verde). Es decir, que el “fondo” del escudo pacense es de color azul, y no de oro (amarillo) como figura en el emblema extremeño. No se sabe el origen de este cambio, aunque más que de un error, seguramente se trate de un criterio estético, ya que el campo de azur del cuartel dedicado a Badajoz se mezclaría con el del tercer campo ("en campo de azur dos columnas corintias de oro rodeadas por la leyenda “Plus Ultra” cargada de letras de gules").
El escudo provincial es muy similar, pero cuenta con dos leones y dos columnas:
En cualquier caso, incluso el escudo “tradicional” de Badajoz es erróneo. Como ya he dicho, esta ciudad fue reconquistada por Alfonso IX de León, quien le otorgó la categoría de realengo, por lo que estaba bajo su directo dominio personal. Por ello no es de extrañar que le otorgara sus propias armas personales, que a su vez eran las del reino leonés: de plata, un león rampante de púrpura. Esto es visible en el propio sello de cera del concejo pacense, en el que se puede apreciar el león rampante en una cara, y la silueta de la ciudad en la otra (modelo bastante típico, por cierto: el de Benavente si no recuerdo mal era casi igual).
Con el tiempo, probablemente en el siglo XVI, a éste león se le añadió una columna con la leyenda “PLVS VLTRA”, algo que estuvo muy de moda durante el reinado de Carlos V. Esto se puede comprobar en el escudo más antiguo de la ciudad, conocido como "el escudo de la Galera", que originariamente se encontraba situado sobre una puerta de Badajoz (aquí tenéis un enlace dedicado a su interesante historia)
La inscripción está fragmentada, pero originalmente decía:
"ESTE CAMINO SE HIZO EN EL AÑO DE MDXXXXI, AÑOS REINANDO EL GRAN EMPERADOR DON CARLOS V Y SIENDO CORREGIDOR EL SEÑOR PEDRO DE ESPINOSA. EL ESCUDO ES DE LA CIUDAD"
Nicolás Díaz y Pérez, un famoso masón y erudito extremeño del siglo XIX, lanzó una hipótesis sobre la posible localización original de este escudo
“[puede que estuviera en la] puerta pequeña que está en los muros viejos a las bajadas del castillo junto al Guadiana; porque esta puerta es de la época del emperador Carlos V, y en la inscripción que sobre la misma se encuentra, se dice que el escudo de armas que había más arriba era el de la ciudad. A no haberse destruido este muro, se debe tal vez, conservar hoy un testimonio vivo de las armas dadas a la ciudad por el rey D.Alfonso IX de León.”
En cuanto a los colores, siempre sospeché que eran los mismos que los del reino de León, pero eso no lo he visto confirmado hasta hace poco gracias a las investigaciones de Andrés Parra. Según él, la referencia escrita más temprana al escudo fue hecha por Diego Suárez de Figueroa en 1727 en su obra "Historia de la ciudad de Badajoz":
"el escudo está compuesto por un león rojo en campo de plata trepando por una columna de jaspe con corona de oro y la leyenda plus ultra"
Esta referencia por sí sola demuestra que el color azul actual es sencillamente incorrecto, y que probablemente es fruto del análisis de algún ejemplar antiguo en el que el color plata (gris) degeneró en otro azulado debido al transcurso del tiempo (algo bastante frecuente, ya que los pigmentos empleados en la Edad Media y en la Edad Moderna muchas veces estaban realizados con elementos metálicos que se acaban oxidando). Tampoco ha de extrañar que el animal fuera de color rojo, ya que hasta el de León fue simplificado así después de los primeros Austrias: de hecho es muy difícil encontrar un león de otro color en épocas posteriores. Pero por si esta prueba fuera poco, hasta hace unas décadas había otra león coloreado bien visible en la propia capital pacense, en el Arco del Peso del Colodrazgo:
En esta foto que me pasó el propio Andrés Parra, se puede apreciar que el color del campo o fondo no es el azul, sino el blanco (color al que también equivale el plata). Puede llamar la atención la postura del león, ya que mira a su izquierda (nuestra derecha), es decir, al revés que el león del reino, pero ello tiene su explicación, ya que estaba acompañado por otro reflejado en el otro extremo del arco (¿sería este hecho el origen del actual escudo provincial?). Además se intuye que que queda un espacio vacío a la derecha del león, que estaría ocupado por la famosa columna. Por desgracia, estos escudos de la ciudad fueron encalados en los años setenta, pero es casi seguro que siguen existiendo debajo de esa capa de cal, y que podrían recuperarse con unas sencillas tareas de restauración. Este arco fue erigido en 1548 por el arquitecto Gaspar Méndez, lo que nos podría indicar una fecha orientativa para las pinturas. Nos quedamos con la duda de qué color era la columna y la inscripción que la rodeaba.
PROPUESTA DE CAMBIO DEL ESCUDO DE EXTREMADURA. Ahora que ya os explicado el jaleo que hay con el escudo de Badajoz, comprenderéis que yo comparta la tesis de Pedro Cordero Alvarado de que convendría cambiar no sólo el escudo provincial de Badajoz, sino también el de Extremadura. Y es que aunque atendamos a los criterios territoriales del actual escudo autonómico (cuartel representando a Badajoz-cuartel representando a Cáceres-cuartel representando a Mérida y pasado romano), como hemos visto el primer cuartel es en todo punto incorrecto y debería cambiarse por "en plata, león rampante de púrpura" (o, más sencillamente, "de León"), tal vez acompañado por la famosa columna con la inscripción "PLVS VLTRA". Ahora bien, si optamos por criterios más historicistas, me parece más que correcta la propuesta de Cordero Alvarado:
"De León (de plata, un león de púrpura), partido de Castilla (de gules, un castillo de oro, aclarado de azur); cortado: De azur, las columnas de Hércules, sobre ondas de plata y de azur, acoladas con una filacteria de plata, cargada con la divida PLUS” “ULTRA” en letras de sable; sobre el todo, un escusón de plata con una encina de sinople. Al timbre, una corona real cerrada". 
Y es que así sería un escudo parlante que contaría la historia de Extremadura, destacando el hecho de que fue el reino de León el que inició y protagonizó su reconquista (en todo escudo compuesto, el cuartel principal o considerado más importante es el primero, contando desde la izquierda y la parte superior)    AGRADECIMIENTOS.
Mi más profundo agradecimiento a Andrés Parra, de la Asociación Cívica Ciudad de Badajoz por sus aportaciones en esta apasionante investigación que realizó. Él mismo está interesado en que su ayuntamiento modifique los colores del escudo para que respeten los del emblema histórico de su ciudad.

ADENDA (15/5/2012): Andrés Parra me ha informado de que están rehabilitando el Arco del Peso, y que, tal y como suponía, el escudo mencionado en este artículo sigue existiendo y salió a la luz tras raspar varias capas de cal. Su estado de conservación no es bueno, pero al menos ahí está, y con los colores del Reino...
Foto: Rafael Martín.
Detalle. Foto: Rubén Galea.

Ha fallecido el Padre Pacífico

26 agosto, 2008

En la tarde de ayer ha muerto a los 75 años uno de los personajes que más ha influido en mi vida a través de sus obras: se trata del Padre Pacífico, más conocido como "Pachi" o "El Cura" en el ámbito del Campamento de Amigos de Francisco de Asís (hoy "Campamento Padre Pacífico"), en el que tuve la enorme fortuna de pasar diez intensísimos veranos. Conocí este campamento a través de su sobrino Miguel Ángel Falagán, mi mejor amigo de la infancia. El Padre Pacífico era leonés de nacimiento, concretamente de Laguna de Negrillos, al igual que toda su familia. Sin embargo, aunque el carácter leonés le acompañó toda la vida, la patria de su corazón estaba en Cáceres, en la Sierra de Gata, donde fundó el Campamento que hoy lleva su nombre. Hombre de genio vivo ("soy pacífico sólo de nombre", decía), con su personalidad supo ganarse el respeto y el cariño de cientos de familias cacereñas. No tenía pelos en la lengua, y gustaba de decir las cosas a la cara, sin ambages y sin circunloquios. Unía a esta virtud una gran nobleza de corazón, y una gigantesca capacidad de trabajo. Su popularidad en la capital cacereña era tal, que hace unos años (creo que en el 2001) el Ayuntamiento le dedicó un parque en la ciudad.

Hoy siento como si perdiera una parte muy importante de mi infancia y de mi adolescencia, y no puedo más que compartir los pensamientos y sentimientos que ha publicado en "Extremadura al día" mi amigo Paco Hurtado Muñoz ("Kurdo"), y que aquí os dejo como homenaje a tan querido personaje. D.E.P.


Pacífico, padre, maestro y amigo

Querido Pacífico

Tengo que recordarte como una de las personas que más me ha marcado y de las que más he aprendido. Supiste, como pocos, sacar de cada uno de nosotros lo mejor que había para que a la vez lo pudiéramos darlo a los demás. Por eso es comprensible que tanta gente quiera despedirte, que tantos miles de personas como trataste a lo largo de estos años vean cómo un pedacito de ellos se va también contigo, o, quizás, resurge contigo allá donde quiera que ahora mismo estés.

Sabía desde hace tiempo que tu salud se había deteriorado. No te veía desde que fuimos a verte a Sevilla, allá en tu cumpleaños. Estoy seguro de que te has muerto feliz, aquello del jodido pero contento que algunas veces nos decías.

Me toca hablarte desde aquella gran familia que formaste, que auspiciaste, desde la juventud que algunos ya, al menos cronológicamente, empezamos a adolecer. Tus Amigos de Francisco de Asís, tus jóvenes, tus niños, aquellos a quienes insuflaste esa alegría permanente por hacer todo cuanto se nos propusiera, todo cuanto estuviera en nuestros sueños, en nuestro corazón, en aquella escuela de niños ya no tan niños, de jóvenes siempre jóvenes, de los campamentos de García de Sola, de Pinofranqueado o de Descargamaría

Me toca pensar en tantos y tantos momentos vividos, en lo que ha supuesto de bien tu labor para el desarrollo de generaciones enteras de personas. Me toca pensar en la fuerza que empleabas para plantar tantos árboles, en cómo el pico se te iba, en cómo desde aquellas clases nos metiste el gusanillo, en cómo las misas se convertían en reuniones donde todos éramos igual de importantes, en cómo nos atrevíamos a todo porque lo importante era ser felices y hacer felices a los demás

Me toca pensar en que antes de que murieras recuperamos el Hermano Papel, tu ilusión, tu anhelo, que lo viste diez años después en papel. Me toca pensar en que grabaremos a fuego, esta vez sí aquel cartel que con tu nombre y con tu imagen, hicimos para poner tu nombre a campamento. Me toca pensar en aquellos carteles que tenemos en la sede con la leyenda de la caseta de la feria: “El Pachi”. Porque eras Pachi, el Cura, el Francisco de Asís de la Sierra de Gata como algunos se atrevieron a rotular en los periódicos regionales cuando hace 15 años pusimos la primera piedra de aquella ermita que siempre te tendrá en sus cimientos.

Me toca pensar, finalmente, en que ya no estás. En que ya no tendré que marcar aquel prefijo de Sevilla donde viviste tus últimos años, rodeado de aquellos franciscanos como tú, en quienes te inspiraste y a quienes procuraste que nos fijáramos, dentro de nuestra singularidad y diversidad. Me toca pensar, además, que nos toca brindarte, al menos, este año de trabajo y de esfuerzo que ahora empezamos.

Mañana visitaré el Parque que tienes en Cáceres con tu nombre, tu parque, y lloraré derrame muchas o pocas lágrimas, como seguro que lo están haciendo ahora cientos de personas. Dejemos las lágrimas en una vasija, en lo primero que tengamos a mano, y derramésmolas en Descargamaría, en tu campamento, donde te dejaste tu vida y casi tus huesos. Descansa en paz y con enorme orgullo. Siempre te llevaremos y te tendremos en un lugar preferente de nuestras casas, de nuestros recuerdos, de nuestras vidas.

La fiesta que iniciaste, tu asociación y tu campamento, se enfrenta ahora al mayor de sus retos. No te defraudaremos. Hemos tenido el mejor de los maestros. Y como siempre decías, quien quiera entender, que entienda.

PD: No dejéis de visitar el blog del Padre Pacífico, en el que hay una serie de entrevistas y pensamientos que reflejan su vida interior.

HISTORIA DEL ESCUDO DE CÁCERES: UN REFLEJO DE LAS LUCHAS ENTRE LEÓN Y CASTILLA

30 abril, 2007

Resulta curioso que mis cinco provincias favoritas se encuentran en la Ruta de la Plata: Asturias, León, Zamora, Salamanca, y Cáceres. En esta última pasé los mejores veranos de mi vida, ya que durante diez años asistí al Campamento "Amigos de Francisco de Asís", en plena Sierra de Gata. Algún día dedicaré un artículo completo a este campamento, pero hoy no quiero enrollarme al respecto.

La cosa es que pasé muchas temporadas tanto en la provincia de Cáceres como en su capital. En la hermosísima ciudad vi en varias ocasiones la representación de su escudo: está partido, y en el cuartel izquierdo figura una torre, y en el derecho un león. Por aquél entonces me imaginé que el animal evidentemente representaba al Reino de León, ya que fue el que reconquistó esta región española. Lo que no tenía tan claro era la torre: ¿representaba a la ciudad fortificada, o a otra cosa?

Hace no mucho me encontré ese mismo escudo en color: el león tenía los mismos colores que el del Reino de León, y el castillo (porque al final resultó ser un castillo muy alargado por la disposición del cuartel), los mismos colores que el Reino de Castilla.

Intrigado por el tema, me encontré con una historia que yo supuse que era una mezcla de leyenda y realidad, en la que se explicaba el origen del escudo de Cáceres. Resulta que, originariamente, la ciudad fue tomada por Fernando II de León en el año 1169, pero en 1173 los almohades la recuperaron y se hicieron fuertes en ella. Algunas décadas más tarde, Alfonso IX de León se empeñó en retomar la población, y desde 1218 la sometió a varios asedios. Pero no será hasta el 23 de abril de 1229, día de San Jorge (patrón de la ciudad desde entonces), cuando Cáceres cayó en manos leonesas. Alfonso dotó a los pobladores de un fuero bastante generoso, muy del estilo leonés, y dispuso lo siguiente:

Que doze omes bonos de la villa de Cáceres por todo el Concejo otorgaron y fizieron juramento, que fuessen sugetos, y obedientes con la villa de Cáceres y todas sus pertenencias, al Rey que regnare en el Reyno de León, y no otro ninguno, e si el Concejo esto assi fiziese, que sean leales y bonos vassallos, y si este pleyto quebrantasen, que ellos y sus hijos y sus herederos sean traydores y malditos, con Judas trydor sepultados en el infierno.

Al parecer, en esos momentos el sello de la ciudad era el mismo que el de la monarquía leonesa. Pero, al ser repoblada por leoneses, asturianos, gallegos y castellanos, con el tiempo sus habitantes se dividieron en dos bandos: el de los leoneses (que también incluiría a las gentes originarias de Galicia y Asturias), y el de los castellanos. Los primeros habitaban la parte alta de la ciudad (barrio de San Mateo), y los segundos en la baja (barrio de Santa María).

Los nobles de ambos bandos se enfrentaron violentamente con frecuencia, y la situación llegó a tales extremos, que Cáceres contó en la práctica con dos concejos diferentes que no cesaban de pelearse. La situación perduró hasta la llegada de Isabel la Católica el 28 de Mayo de 1.477: la reina se hospedó en el palacio de los Golfines de Abajo, y residió en la ciudad durante varias semanas. El 9 de julio decidió pacificar la situación, y redactó unas nuevas Ordenanzas. La quinta reza así:
Item mando, y ordeno, que luego la justicia, regidores desta dicha villa, desfagan los dos sellos que tienen del Concejo, y faga uno, y no más, que tenga un escudo de armas, y en la mitad del aya un Castillo, y en la otra mitad un León; las quales dichas Armas yo doi por armas propias suyas a la dicha Villa de Cáceres para siempre jamás, y que este sello esté siempre en poder de uno de los regidores y del procurador...
Además, ordenó rebajar las torres de las casas de los nobles hasta la altura de las viviendas, ya que esas construcciones fueron empleadas en muchas ocasiones en las luchas entre ambos bandos. Esta disposición es la que le ha dado ese toque especial al maravillosamente bien conservado casco viejo de la ciudad, en el que destacan las torres "desmochadas".

UNA LEYENDA "LEONESA" SOBRE EL NOMBRE DE LA SIERRA DE GATA

26 junio, 2006

Durante diez veranos de mi vida asistí al Campamento de Amigos de Francisco de Asís (AFA) en las cercanías del pueblo de Descargamaría, en plena Sierra de Gata. Allí descubrí la hermosura de las tierras cacereñas, y forjé amistades que han perdurado a lo largo del tiempo y del espacio. Pero hoy os quería contar una especie de historia, o más bien leyenda, que me transmitieron en dicho Campamento acerca del porqué del nombre de la Sierra. Alguien (que si mal no recuerdo, fue El Zorro, que junto a Kurdo fue el mejor jefe de Campamento que tuve) me dijo que en la Edad Media, cuando aquella sierra constituía la frontera natural del Sur del Reino de León, los reyes leoneses colocaron en lo alto de los montes unas efigies de leones realizadas en piedra o madera para que todo el mundo supiera que aquél era el límite de nuestro Reino. Si os dáis cuenta, de ser esto cierto aquí tenemos uno de los precedentes más antiguos del famoso toro de Osborne, aunque en este caso la publicidad iba por otros derroteros ;-) Sin embargo, las figuras no debían de estar muy bien diseñadas, porque los habitantes de la parte "mora" no las identificaron con leones, sino con otros félidos de carácter bien distinto, los gatos. Así que comenzaron a decir que las esculturas representaban gatas, y de tanto repetirlo la sierra adoptó el nombre con el que nos ha llegado hoy, la Sierra de Gata, a la que, por cierto, os animo a que conozcáis, porque estoy seguro de que os sorprenderá a pesar de los múltiples incendios que ha sufrido.