Hace algo más de cinco años que di por concluida la serie de artículos dedicados a Bellido Dolfos y su gesta en el Cerco de Zamora. Sin embargo, hay más fuentes medievales que no coinciden con los cantares de gesta castellanos en cuanto a la narración de la muerte de Sancho II durante dicho episodio.
Una de ellas, aunque más tardía, ni siquiera es cristiana: está en el libro “Kitab A'mal al-a lam” (“Libro de los hechos memorables de los sabios”), del granadino Lisan al-Din ibn al-Jatib. Al-Jatib murió en la cárcel en el año 1374, estrangulado tras haber sido acusado de materialista, pero dejó tras de sí una gran cantidad de libros. El “Kitab A'mal al-a lam” comienza con los orígenes del islamismo, pero también trata en profundidad la historia de al-Ándalus.
El capítulo que nos interesa es el titulado “Narración compendiada de los hechos y poderes de los reyes nazarenos de al-Ándalus”, si bien hay que tener en cuenta que al-Jatib lo que hace es transmitir la información oral que le dio sobre este tema el judío Yusuf ibn Waqar al-Isra'iliyyu al-Tulaytuli, que por aquel entonces era el médico personal del rey castellano Pedro I (1367-1369). Insisto en este aspecto porque se hace evidente al leer estos pasajes que ibn Waqar tuvo acceso a las crónicas de Alfonso X, que como es bien sabido pecan de un exacerbado castellanismo, y que en muchas ocasiones son más obras de propaganda que propiamente historiográficas. Ello provoca que la obra de al-Jitab siga la línea de dichas crónicas y que, por ejemplo, denomine “reyes de Qastala” (Castilla) a los monarcas asturianos y leoneses, que repita el error de que Fernando I fue el primer rey de Castilla, etc., etc., y todo ello sin reparar en numerosas contradicciones internas.
El pasaje que nos interesa narra las luchas en el reino de Liyun (León) a la muerte de Fernando I. Tras contar cómo Dun Sanya (Sancho II) hizo prisioneros a sus hermanos Dun Garsiyya (García) y Dun Alfuns (Alfonso VI), dice que éste último
“al cabo huyó y se refugió en Tulaytula (Toledo), desde donde se mantuvo puntualmente informado de cuantas torpezas pudiera cometer quien a la sazón reinaba sobre los cristianos [Sancho II]. Y así permaneció, junto a Ibn Di-l-Nun, hasta que su hermano Dun Sanya fue asesinado por su hermana Urraka, quien le odiaba tan honda, profunda y encarnizadamente que no vaciló en encomendar su asesinato a algunos jinetes. Sucedió que salió a cazar [Sancho] y, en el ardor de la montería, se distanció de los suyos, que lo perdieron de vista. Esa circunstancia fue aprovechada por los jinetes que, cabalgando a su zaga, le dieron alcance en un lugar solitario. BurmHi [Bellido], uno de ellos, lo alanceó con horrible saña, le dio muerte y huyó a uña de caballo hasta que se refugió en la mencionada ciudad de Samura (Zamora), donde se puso al amparo de la hermana [de Sancho], cabalgó hasta Tulaytula (Toledo) y allí se reunió nuevamente [con Alfonso](...) Cuando obtuvo el reino, [Alfonso] ejecutó a los asesinos de su hermano, al tiempo que exclamaba: “¡Excelente obra y pésima costumbre!”
Como se puede ver en este pasaje se mezclan las dos versiones sobre la muerte de Sancho II. Por un lado, recoge la tradición juglaresca de que la responsable del asesinato fue su hermana Urraca, así como el hecho de que Bellido aprovechó un momento en el que el rey se había quedado a solas. También afirma que Alfonso hizo ejecutar a Bellido, episodio que tiene su reflejo en cantares de gesta. Por otro lado, respalda la versión de las crónicas según la cual Bellido en ningún momento se hizo pasar por desertor de las líneas zamoranas para ganarse la confianza de Sancho y asesinarlo a traición. Incluso introduce varios elementos novedosos, como son la montería del rey castellano, y que los asesinos fueran varias personas, si bien al-Jatib destaca el nombre de Bellido.
En cualquier caso, el fragmento no menciona para nada el cerco de Zamora, a pesar de que es algo en lo que coinciden todas las demás versiones del episodio. Ibn Waqar no debió de hablarle de ello a al-Jatib: habría dado una muy pobre imagen del ejército castellano si, manteniendo un cerco, no hubieran sido capaces de impedir la salida subrepticia de varios jinetes enemigos.
(NOTA: Información extraída del magnífico y reciente libro "El reino de León en las fuentes islámicas medievales", de Gustavo Turienzo, quien se ha tomado el trabajo de revisar y traducir todas esas fuentes musulmanas)
2 comentarios:
Pasa un buen verano que después comienza el curso y ya casi no tienes tiempo para nada. Disfrútalo, y aprovecha para escribir otro interesante libro.
suele pasar que las fuentes musulmanas son de mucho tiempo después de sucedido lo que narran, y son además poco fiables
esta no es una excepción
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