·Urraca I (1109-1126)
Al ser la única descendiente legítima de Alfonso VI,
Urraca I (1109-1126) sucedió a su padre en el trono. Había enviudado de
Raimundo de Borgoña en el año 1107, y fue casada contra su voluntad con
Alfonso I de Aragón (“el Batallador”), probablemente cuando su padre todavía vivía. El matrimonio, que pudo haber significado la unión de las coronas de León y Aragón, no funcionó, y las peleas maritales desembocaron en guerras entre ambos reinos.
El reinado de Urraca fue una época de inestabilidad y caos, y un ejemplo lo constituyó la rebelión popular que se produjo en Santiago en la primavera de 1117 para intentar deponer a
Gelmírez como obispo: los sublevados llegaron a retener y maltratar a la reina, arrojándola semidesnuda a un lodazal.
La iglesia de Santiago seguía siendo la más rica del reino, y llegó a conceder 100 onzas de oro y 200 marcos de plata a Urraca para ayudarle en las guerras contra su exmarido Alfonso. Otra muestra de esta riqueza fue el envío por parte de Gelmírez de una generosa cantidad de oro y plata al papa Calixto II para que convirtiera en arzobispado a Compostela, lo que finalmente se consiguió en el año 1120. El arzobispado compostelano ejerció su autoridad sobre las principales diócesis del reino de León, con las excepciones de León y Oviedo, que fueron declaradas exentas y dependieron directamente de Roma.
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Mapa de las diócesis de España del s. XIII al XVI. El arzobispado de Santiago coincidía con la Corona Leonesa en extensión, si bien las diócesis de León y Oviedo eran exentas. |
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Urraca murió en el año 1126, y fue sucedida por Alfonso VII, el hijo varón que había tenido en 1105 con Raimundo de Borgoña.
·Alfonso VII (1126-1157)
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Calixto II por Francis de Blas |
Alfonso Raimúndez fue un rey muy vinculado a Galicia desde su nacimiento, ya que sus padres habían recibido el gobierno de los territorios gallegos durante el reinado de Alfonso VI. Cuando Urraca fue ungida reina junto a su nuevo marido Alfonso I de Aragón, los nobles que se oponían a esta unión coronaron rey al niño Alfonso en 1111 en la catedral de Santiago, aunque no será reconocido como tal hasta la muerte de su madre en 1126.
Precisamente en ese mismo año de 1126 su tío el papa Calixto II proclama el primer Año Santo Jacobeo, que consistía en conceder una indulgencia plenaria cuando se peregrinase a Santiago el año en que el 25 de julio (festividad del Apóstol) cayera en domingo.
Alfonso VII solicitó dinero a la catedral de Compostela en varias ocasiones, ya que lo necesitaba para sufragar sus continuas campañas militares. Por otra parte, se preocupó en mantener el Camino en el mejor estado posible, y de ello se hizo eco hasta
el Codex Calixtinus, que nos dice que
“Alfonso, emperador de Hispania y de Galicia, y Calixto, Papa, repararon, por piadoso amor de Dios y del Apóstol, el camino de Santiago desde Rabanal hasta Puertomarín."
En 1135 Alfonso VII fue coronado Emperador en la catedral románica de León, ya que los demás reyes cristianos de la Península y los condes del sur de Francia se declararon vasallos suyos.
Por el Camino de Santiago (o "Francigeno itinere" )
fueron llegando juglares y trovadores a la corte leonesa. Solían proceder del Perigord y otros lugares de la Occitania francesa, por lo que utilizaban la lengua provenzal u occitana.
El trovador
Marcabrú, que desarrolló su actividad entre 1130 y 1149, y que comenzó como juglar con el nombre de Penperdut, dice de lo siguiente del emperador leonés:
“Sé, allá hacia León, de otro [Alfonso] de buen linaje, libre en su juicio, cortés, y generosamente liberal”.
Este mismo trovador volvió a dedicar un fragmento de su obra al por entonces joven emperador leonés, cuya fama iba en aumento por toda Europa:
“Emperador, por mi propio impulso no he tardado en venir aquí, pues sé que vuestra dignidad se acrecienta, porque el gozo os nutre y el mérito os aumenta, y la juventud, que hace crecer vuestro valor, os mantiene alegre y lozano.”
El trovador gascón Alegret en uno de sus poemas introdujo grandes elogios hacia Alfonso VII:
“(...)Entre mil no veo uno solo sin algún defecto, excepto el señor a quien pertenece Occidente. Él no tiene el corazón flaco ni seco, como tienen cien soberanos que hay en el mundo, pues en él se apoya y se reúne la gallardía; por lo menos su mérito extiende las alas sobre todos los valientes, y a todos oigo decir que es el mejor de los famosos reyes”.
En 1157 murió Alfonso VII, triste y amargado por las derrotas sufridas ante los invasores almohades en los últimos años de su reinado.
Peire d’Alvernhe (o Alvernha), trovador auverno, realizó estos versos lamentándose de la muerte del Emperador leonés:
“Me duele por el emperador, que a tantas gentes hace falta; [pero] hay alguno de los que lloran [su muerte] que se alegran de ella”.
A su muerte el reino-imperio leonés quedó dividido entre sus hijos varones: el reino de Castilla fue para Sancho, el primogénito, y León para Fernando II.
·Fernando II (1157-1188)
Los dos últimos reyes privativos de León,
Fernando II y Alfonso IX, mostraron una especial devoción y predilección por Santiago, y ambos pidieron ser enterrados en su catedral.
En el año 1170 un grupo de trece caballeros creó una orden militar para luchar contra los musulmanes. Al principio se llamó "Congregación de los Fratres de Cáceres y Caballeros de la Espada" porque les fue encomendada la defensa de esa ciudad extremeña. Sin embargo, tuvieron que abandonar Cáceres ante el empuje almohade, y acabaron adoptando el nombre de “Fratres de Santiago” al unirse a los canónigos y hospitaleros agustinos que se ocupaban de los albergues y hospitales del Camino de Santiago. El 12 de enero de 1171 gracias al arzobispo de Santiago la congregación se convirtió en orden religiosa, pasando a llamarse
“Orden de Santiago”. Curiosamente, entre sus tareas nunca estuvo la de defender a los peregrinos, sino que desde el principio se dedicaron a la lucha en la frontera con al-Ándalus.
Otra orden religiosa y militar muy importante durante el reinado de Fernando II fueron los templarios, a quienes el rey concedió toda una serie de fortalezas y plazas fuertes en el límite sur del reino. En 1178 les dio la Encomienda de Ponferrada, que comprendía el castillo de esa ciudad berciana y el de Cornatel, para que protegieran a los peregrinos.
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Los templarios recibieron grandes beneficios de Fernando II |
En el año 1179 el papa
Alejandro III ratificó la concesión del Año Santo Jacobeo, lo que animó a que el número de peregrinos fuera en aumento.
Cuando Fernando II murió en 1188 fue enterrado en San Isidoro de León en primer lugar, pero Alfonso IX, su hijo y sucesor, cumplió su última voluntad y trasladó el cadáver a la catedral de Santiago.
·Alfonso IX (1188-1230)
Alfonso también demostró muy buena disposición hacia todo lo relacionado con el Camino de Santiago.
A su corte siguieron llegando trovadores occitanos como Guilhem (o Guillem) Magret, juglar y trovador de Vienne (Provenza) que desarrolló su arte entre 1195 y 1210 aproximadamente. Una de sus principales obras fue “Aigua pueia contramon”, escrita a finales del siglo XII, y en la que realiza un bello canto al reino de León y a su rey Alfonso:
“En España hay un puente por donde se pasa a menudo, hecho con tal encanto que, si le habláis, responde amablemente; hay en él cinco pilares, señores, con sitio para más de mil caballos, tan hermoso es y de llano camino; y en el más alto de los pilares está el rey don Alfonso, rico de ánimo y tan poderoso que en todo realiza sus deseos. Y en León encontré la fuente de donde manan variados vestidos y oro mezclado con plata, y en verano, cuando se funde la nieve, hace un fresco agradable, y hacia Navidad, calor, y si un villano bebiera [en aquella fuente], se volverá cortés y de buenos modales, y los tristes y apesadumbrados se vuelven allí alegres y gozosos, y los pobres que van allí, poderosos”.
Sabemos que
Elías Cairel, el famosísimo trovador nacido en Sarlat (Perigord) que ejerció su arte a comienzos del siglo XIII, visitó la corte de Alfonso IX entre los años 1210 y 1211. Ésta debió de causarle una magnífica impresión, que reflejó en la composición titulada “Abril ni mai non aten de far vers”:
“Me he vuelto hacia el famoso rey de León, porque le agradan alegría, canto y cortesía, y nunca puso obstáculo al valor”.
El mismo Cairel, en otra obra suya titulada “Si cum cel qe sos compaignos”, vuelve a retratar muy favorablemente al rey leonés:
"Amo sin engaño al famoso y buen rey de León, pues tiene la costumbre de la fuente, en la que no he visto a nadie engañado”.
En cuanto a Santiago de Compostela, en el año 1188 el
Maestro Mateo firma el maravilloso Pórtico de la Gloria, acceso a la catedral de Santiago.
Precisamente la catedral se consideró concluida en el Año 1211, cuando fue consagrada por el arzobispo
Pedro Muñiz, "el Nigromante".
Los peregrinos famosos siguieron llegando, y en torno al año 1213 tuvo lugar la peregrinación de
San Francisco de Asís.
Alfonso IX falleció en 1230, y fue enterrado en la Catedral compostelana. Con él moría el último rey privativo de León, y la corona y el reino se vieron integrados en la Corona de Castilla, sin que ello supusiera su desaparición (por mucho que les pese a algunos).