Pocas veces nos encontramos en la vida con un libro que refleje casi totalmente nuestros propios puntos de vista sobre un tema. En mi caso, podría decirse que ocurrió hace años con
"Mis ideas y opiniones", de Albert Einstein, aunque hace pocos días me ha vuelto a pasar con el libro que hoy nos ocupa. La verdad es que, aunque se trata de una obra de 1973, desconocía tanto este título como a su autor, pero gracias a un comentario elogioso que me dejó un tal Miguel en
esta entrada, me picó la curiosidad, y he de decir que fue todo un acierto haberle hecho caso: compré el libro en una librería de viejo ovetense por Internet, y me leí sus 224 páginas de cabo a rabo en tan sólo un día durante las pasadas vacaciones de Semana Santa.
Comenzaré diciendo que su autor,
Eduardo Menéndez-Valdés Golpe, fue notario y no historiador. Sin embargo, su conocimiento de la historia de la Hispania medieval era muy vasto, y lo demuestra a lo largo de todo el libro, con frecuentes citas de las obras de los principales medievalistas españoles del siglo XX. Aunque hace un repaso bastante completo de la historia medieval y moderna hispanas, Menéndez-Valdés en realidad no aporta ningún dato histórico nuevo, sino algo que en mi opinión es mucho más importante: un cambio de enfoque. Utilizando un arma tan sencilla y a la vez temible como es el sentido común, el autor desmonta una a una las teorías castellanocéntricas que han predominado en la historiografía española desde tiempos de Alfonso X.
La tesis de partida es revolucionaria: aunque siempre se ha presentado a Castilla (o, mejor dicho, como diría el propio autor, a los dirigentes castellanos) como adalid y forjadora de la unidad de España, en realidad este reino comenzó y creció bajo el signo del separatismo, enfrentándose a esa especie de Hispania proto-federal que encarnó el Reino de Asturias primero, y el Reino de León después.
Pero, como muy bien decía el mencionado Miguel, el espíritu de este magnífico y revelador libro queda perfectamente reflejado en el prólogo de
Ramón Piñeiro:
“En la historia de España, como en todas las historias nacionales, se llevó a cabo un vigoroso esfuerzo mitificador que, por su propia dinámica, adaptó la verdad histórica a las exigencias de la imagen mitificada.
Uno de los mitos máximos de la historia española consiste en presentar a Castilla como forjadora de la unidad hispana frente a la tendencia ‘separatista’ de los demás pueblos peninsulares, cuando la verdad histórica es que Castilla surgió precisamente de un movimiento separatista que llegó a triunfar. Frente a la idea ‘imperial’ astur-galaico-leonesa, orientada a armonizar la pluralidad peninsular con la idea de unidad superior, surge Castilla como una rebelión separatista dotada de enérgica voluntad hegemónica sobre el conjunto. Al pluralismo federativo simbolizado en el Imperio se contrapone el particularismo hegemónico del imperialismo castellano.”
El libro fue compuesto en gallego, y está traducido por el propio autor. No es muy fácil de conseguir, pero creedme que vale la pena.