"FERNANDO VII: UN REY DESEADO Y DETESTADO", DE EMILIO LA PARRA

13 septiembre, 2018

Desde que cursé la carrera de Historia, y puede que desde antes, la figura de Fernando VII siempre me ha llamado la atención. Suele estar considerado el peor rey de toda la historia de España, debido a sus vaivenes políticos y a su despreciable oportunismo. Aquí no voy a analizar ni resumir su reinado (para eso ya está la Wikipedia), sino la biografía que acabo de leer. Baste saber que este monarca ocupa un lugar central en la historia contemporánea de nuestro país, por lo que es inevitable hablar de él en las clases de segundo de bachillerato. Cuando me enteré de que un catedrático de Historia Contemporánea de la talla de Emilio La Parra había publicado una exhaustiva biografía sobre Fernando VII no lo dudé ni un momento y encargué el libro en mi librería habitual. Y es que siempre me había rondado una duda sobre este personaje: ¿y si la imagen tan negativa que tenemos sobre su reinado se debiera en realidad a los posteriores historiadores de tendencia liberal,  que son por lo tanto sus enemigos ideológicos? Así que animado por ello no tuve el menor reparo en enfrascarme en las más de setecientas páginas que componen esta obra. 

Nada más empezar comprobé que mis dudas eran vanas: Fernando VII se merece sobradamente el título de rey más despreciable de nuestra historia. Es algo que se hace evidente casi desde la primera página, y aunque La Parra intenta mantener la equidistancia que se le presupone al historiador, muchas veces le resulta imposible evitar emitir juicios de valor. Y es que no es para menos... Conspirador contra sus padres desde su más tierna juventud; cobarde que oculta sus actos usando a sus esbirros como pantalla; oportunista rastrero; mentiroso compulsivo y manipulador; malhablado y chabacano; torturador de libros, y un largo etcétera de adjetivos negativos que podríamos aplicarle sin ningún tipo de tapujo, porque contamos con documentos de su puño y letra donde todo ello queda consignado.

Quizás el mejor ejemplo sea cuando estuvo prisionero de Napoleón (a todo lujo) en el castillo de Valençay: Fernando no tuvo reparos en adular indecorasamente a su secuestrador, quejándose incluso de la obstinada resistencia que estaban realizando sus súbditos (que estaban matándose por él en la llamada Guerra de Independencia). Su bajeza llegó al extremo de solicitar a Napoleón que lo adoptara, y aunque con posterioridad trató de destruir las pruebas, afortunadamente han llegado hasta nosotros. Por cierto que otra cosa que me ha llamado la atención es que Napoleón ya lo conocía perfectamente antes incluso de encontrarse en persona, lo que nos dice que debía tener un fabuloso servicio de espionaje en la propia Corte española, y que el corso habría hecho una gran carrera como psicólogo.

Pero lo que más triste me ha parecido no han sido las ruindades, villanías, tiranías y manipulaciones de este monarca, sino el hecho de que era el rey que España se merecía. Sorprende que la petición más repetida por el pueblo durante su regreso en 1814 fue que repusiera la Inquisición. El pueblo no quería ver la realidad, por lo que apoyó todas sus medidas, por crueles que fueran, lo que se ejemplifica en el desprecio que se hizo a la Constitución de 1812 y al infame grito "¡Vivan las cadenas!" que solían repetir al paso de la carroza real (casi siempre tirada por entusiastas).

No quisiera extenderme demasiado, pero otro aspecto positivo del libro es que refleja perfectamente cómo se fue gestando la primera guerra carlista gracias a los titubeos y al carácter reaccionario de Fernando. Porque lo negativo de su reinado no fue solo lo que ocurrió en ese periodo en sí (como, por ejemplo, la pérdida de toda la América continental española), sino la sangrienta herencia que dejó, con tres guerras carlistas que arruinaron no solo la economía de España, sino también su futuro...

En fin, que me ha parecido un libro más que recomendable para los interesados en la época, porque el autor realiza un magistral manejo de las numerosísimas fuentes (son más de treinta páginas de bibliografía), de tal manera que yo creo que este libro se puede considerar la biografía definitiva de Fernando VII, salvo que aparezcan documentos inéditos o nuevas noticias de la época. 

Emilio La Parra. Fuente: El Español, con una interesante entrevista al autor.

ORDOÑO II DE LEÓN Y EL PUENTE DE ALCÁNTARA

23 agosto, 2018

Estos dos últimos días los hemos pasado en mi queridísima provincia de Cáceres, y por fin pude saldar una deuda que tenía desde hace tiempo, visitando el puente romano de Alcántara. Estando allí me vino a la mente un pasaje de las crónicas de Ibn Hayyan sobre el rey Ordoño II:

"Acampó en la aldea de Qawlasana, en el Guadiana, cerca de la ciudad y allí pernoctó, regresando luego de tierras musulmanas con gloria y victoria, sin que nadie le hiciera frente ni le hirieran un solo caballero. Cruzó el puente de Alcántara en un día y una noche, a causa de lo inmenso de su ejército, y regresó a su país (envíelo Alá con los que sufren el fuego ardiente)"

Algunos lugares acumulan más historia de la que un simple humano puede soportar...




EL "LEÓN" O "GRAN LEÓN", EL NAVÍO QUE LLEVÓ EL NOMBRE DEL REINO A TRAVÉS DE LOS MARES

29 abril, 2018

Hace pocos días acabé de leer el libro "Naves mancas. La Armada Española a vela desde Cabo Celidonia a Trafalgar", en el que se menciona una buena cantidad de buques de guerra desde el siglo XVII a comienzos del siglo XVIII. Resulta llamativo cómo la mayoría de los barcos recibían nombre de santos, vírgenes y personajes del Nuevo Testamento, o elementos religiosos, pero también abundaba la costumbre de nombrarlos con reinos, regiones y ciudades españolas. Podéis imaginar qué reino eché de menos entre toda la retahíla de buques, y llegué a preguntarme si en todos esos siglos nunca hubo un barco llamado León, Reino de León, o algo parecido. Pero al final de la obra viene un "Índice de buques españoles" en el que aparece mencionado un "León", sin más, y sin referencia en el libro. 

Navío de línea español de
74 cañones. Así sería el León.
Tirando de Wikipedia hallé este "Anexo de Navíos de línea de la Armada Española", donde hay más detalles acerca del "León": se especifica que también era conocido por el mote "Gran León", que tenía unos 70 cañones, que fue botado en 1731 en los astilleros gallegos de La Graña, y que sirvió desde 1731 a 1749 (o 1750). 

Con estos datos fue más fácil ampliar la información usando Google, y así encontré sendos artículos sobre el "León" o "Gran León" en todoababor.es y en  todoavante.es, y otro en la página inglesa Three Decks. A continuación os ofrezco un compendio de todos ellos, aunque os recomiendo visitar los enlaces si queréis ampliar información. Por desgracia no he encontrado ninguna imagen del navío, pero ilustraré el post con planos, mascarones e ilustraciones de buques similares de la época (Nota: En alguna ilustración aparece la bandera naval adoptada en tiempos de Carlos III, que es el precedente de la actual. Evidentemente son ilustraciones posteriores al navío León, pero el tipo de barco se corresponde bastante bien en el resto de aspectos)

Mascarón conservado en el
Museo Naval de Ferrol
Podemos fijar la fecha de su construcción entre el año 1729, que fue cuando se le dotó de quilla, y la de 1731, en la que fue entregado a la Armada. Fue clasificado como navío de línea de tercera clase, por lo que contaría con dos puentes o cubiertas, y entre 70 y 74 cañones. Tendría una tripulación de aproximadamente 500 hombres. Como era costumbre en esta época, su mascarón sería un león rampante, lo que era de lo más adecuado en este caso. El constructor fue Lorenzo de Arzueta, cuya anterior obra parece haber sido el navío "Galicia". Se unió a una escuadra en El Ferrol junto a otros cinco navíos al mando del cántabro Francisco Javier Cornejo. El primer capitán del León fue Gaspar La Roux

Desde Cádiz partió a Barcelona, donde se unió a la flota del marqués de Mari, compuesta por 25 buques de guerra y 48 barcos de transporte, a los que se unió una escuadra inglesa con otros 25 barcos de guerra. La misión del León fue servir de escolta (y quizá de transporte) a las tropas que desembarcarían en Liorna (Livorno, Italia) en octubre de 1731. El objetivo de esta acción era garantizar los derechos de infante don Carlos (futuro Carlos III) sobre Parma y Toscana. En esta ocasión el León estaba capitaneado por el vasco José Zapiaín. Los barcos lograron desembarcar las tropas, y Carlos pudo hacerse con Parma. Posteriormente el infante conseguiría todo el reino de Nápoles, y devolvería Parma a Austria como compensación. 

En cuanto al navío León, regresó a Cádiz, donde le realizaron varias reparaciones a lo largo del verano de 1732. Al mando de Nicolaś Geraldino lleva tropas al Golfo de La Spezia (Italia), y sirve en la escuadra del conde de Bena-Masserano. Realizó servicios de patrulla por el cabo de Palos mientras el grueso de la flota española realizaba diferentes acciones en Argel. 

Plano de un navío español de 74 cañones. El del León sería muy parecido.

En diciembre de 1733 se une a la escuadra del últimamente famoso Blas de Lezo para combatir contra barcos argelinos, aunque una epidemia a bordo obligó al barco y a la escuadra a recalar en Cerdeña, para pasar posteriormente a Málaga. A comienzos de 1734 fue reparado en Cádiz. La única noticia que tenemos del León en estos años es que al parecer seguía sirviendo en la bahía de Cádiz. 

En 1736 se destina el barco a La Habana, al mando del capitán cacereño Francisco José de Ovando y Solís (que alcanzaría gran fama posteriormente, participando en la defensa de Cartagena de Indias, y llegando a gobernador de Chile y Filipinas). Después el "Gran León" pasa a Veracruz, donde servirá por un corto periodo de tiempo en la Armada de Barlovento. Francisco José de Ovando dejará de ser su capitán en 1737, cuando el navío regresa a Cádiz. 

El León regresa a América a finales de ese mismo año 1737, en compañía del barco Lanfranco, arribando al puerto de La Habana. Después, en marzo de 1738, pasa a Veracruz, transportando los 6000 quintales de azogue con que había sido cargado en la Península (es decir, unas 276 toneladas de mercurio, que se usaba para separar el oro de las impurezas). En febrero del año 1739 intentará regresar a la Península cargado de caudales, es decir, de oro y otras riquezas, formando parte de una flota dirigida por José Alfonso Pizarro, un ilustre sanfacundino (y por lo tanto leonés) al que le tuvo que hacer algo de ilusión tener bajo su mando a un barco con semejante nombre. Una tormenta desarboló la escuadra, y varios barcos naufragaron: entre ellos estaba el "Lanfranco", o "León Franco", otro de los pocos navíos españoles con el nombre de este animal (aunque en este caso no tenía nada que ver con el reino ni con la ciudad, y además habñia sido rebautizado como "Nuestra Señora del Pilar"). El León, tras ser considerado desaparecido, consiguió regresar a La Habana tras más de un mes de terrible periplo. Fue reparado, y otra vez en una flota al mando de José Alfonso Pizarro logra llegar a Santander en agosto de 1739, tras haber logrado burlar la vigilancia de los piratas y corsarios, así como de la flota inglesa, ansiosa de hacerse con los tesoros españoles que se traían de América. 

A continuación tuvo que ser sometido a una gran carena en El Ferrol, lo que suponía una revisión completa, limpieza y renovación del casco. Debido a esto no participó en el comienzo de la llamada Guerra del Asiento contra Gran Bretaña. En marzo de 1741 parte de nuevo a La Habana, realizando tareas de transporte. Se incorporó a la escuadra de Rodrigo de Torres y Morales, y tras varias misiones regresa a El Ferrol a mediados de ese mismo año, transportando caudales. 

En 1742 fue destinado nuevamente al Mediterráneo, a la escuadra de Juan José Navarro, en el marco de la mencionada Guerra del Asiento.Tras un paso por las costas de Galicia regresa a Cádiz en 1744, formando parte de la escuadra de Francisco Liaño y Arjona, cuyos principales objetivos eran garantizar la llegada a buen puerto de las flotas americanas y proteger las costas españolas de la acción de los berberiscos. Allí realizó diferentes tareas de transporte y escolta, hasta quedar incorporado a la escuadra de Juan José Navarro en mayo de 1744. Aquí se le pierde algo la pista y solo sabemos que en 1746 está en Cartagena perfectamente pertrechado y armado. Allí seguía en 1747, donde en el mes de octubre recibe a un nuevo capitán, Juan de Egues (o Egües), que aparentemente usó el León como barco insignia de su pequeña escuadra. El barco realizó diferentes misiones en las Canarias, en Baleares, Tolón y norte de África.

Con ese mismo capitán, y en compañía de otros dos navíos, cruzará de nuevo el Atlántico en marzo de 1748 dando escolta a 22 transportes. Pero el convoy fue interceptado por los británicos, perdiéndose varios barcos en sus manos, y desarticulándose la escuadra. A pesar de ello, el León y los otros dos barcos de Egües llegaron a Veracruz el 2 de junio escoltando a 16 mercantes. El barco fue cargado de caudales para su regreso a la Península, pero fue retenido en el puerto por el virrey de Nueva España, que temía nuevas acciones británicas. Esta decisión le libró de estar en la Habana durante la batalla del 12 de octubre, que se produjo sin que sus participantes supieran todavía que ya había acabado la Guerra del Asiento.

El León llegó a La Habana el 18 de enero de 1749, y fue unido a la escuadra de Andrés Reggio. Ésta partió hacia la Península en mayo, llegando a El Ferrol en julio: la flota transportaba 22,536,527 pesos fuertes de plata y otras riquezas. Allí mismo el Gran León fue dado de baja y desmantelado a finales de ese mismo año o a comienzos de 1750, con lo que concluye la historia de este barco, que llevó el nombre de nuestra tierra con mayor o peor fortuna por el Mediterráneo y el Atlántico.

Por cierto, en la actualidad en la Armada no existe ningún barco cuyo nombre esté relacionado con León, aunque sí que existan el Galicia y el Castilla, por poner un par de ejemplos. ¿Por qué será?

Navío inglés de tercera clase. Salvo por la bandera, el León
sería muy similar (incluso por el león del mascarón)

SOBRE EL NEGACIONISMO DE CARLOS ESTEPA ACERCA DE LAS CORTES DE 1188

28 febrero, 2018

Parece que anda la gente muy revuelta por unas declaraciones de Carlos Estepa negando la importancia de las Cortes de León de 1188. A mi no me ha sorprendido en absoluto, porque este historiador lleva haciendo lo mismo al menos desde 1988, cuando se celebró el VIII Centenario de las Cortes. Sólo hace falta consultar "El reino de León en la Alta Edad Media I: Cortes, concilios y fueros", publicado en ese mismo año, para leer sus postulados y posturas sobre este asunto. Pero ojo, porque la información más jugosa no sólo está en su artículo, titulado "Las Cortes en el reino de León", sino también en los de Fernando Arvizu y Alfonso Prieto Prieto, donde nos podemos hacer una idea de las intenciones de Estepa. Precisamente este último dice lo siguiente sobre las tesis de Carlos Estepa y de Gonzalo Martínez (que afirmaba la existencia previa de unas Cortes castellanas): 

"Si don Carlos Estepa no da por buenos sin más los decreta de la Curia leonesa de 1188, que hasta nosotros han llegado, el doctor Gonzalo Martínez, sin habérsenos conservado "decreta" algunos de la Curia de 1169 y de la Curia de Gormaz de 1187 (...), insinúa la primacía temporal de ambas curias en cuanto a la presencia de los representantes concejiles. Ya en mi citada ponencia, además de mostrar lo endeble de tal fundamentación, pronostiqué la aparición de tesis negadoras de la primacía temporal de las llamadas Cortes leonesas; hasta tal punto las urgencias del presente, por mínimas que sean, condicionan nuestra construcción del pasado". 

Obviamente, con "las urgencias del pasado" D. Alfonso se refiere a la creación de la comunidad de Castilla y León. Y dice más adelante: 

"Y lo más grave, a mi modo de ver, de esta falta de sensibilidad para las raíces, es que significa un desconocimiento de lo que constituye la especificidad de lo histórico: la virtualidad del pasado en el presente". 

En cualquier caso, sin entrar en polémicas estériles y artificiales, lo que es innegable es que en los Decreta de 1188 se dice que se celebró una curia en León con el arzobispo, los obispos, y los magnates o nobles del reino, así como con los ciudadanos elegidos por cada una de las ciudades. Literalmente y en latín: 

"Adephonsus, Rex Legionis et Gallicie, cum celebrarem curiam apud Legionem cum archiepiscopo et episcopis et magnatibus regni mei, et cum electis civibus ex singulis civitatibus"

Aquí radica la gran novedad de esa Curia de 1188: por primera vez acuden representantes del pueblo llano: da igual si fueron o no burgueses, hombres ricos o pobres. Lo importante es que va a haber representación de un estamento que al parecer nunca había participado en la Curia (aunque hay sospechas de que pudo hacerlo en tiempos tan tempranos como en época de Alfonso VII). Tal y como dejó dicho el citado D. Alfonso Prieto: "las llamadas Cortes Leonesas no son otra cosa que la Curia Regis acrecida mediante la presencia de los representantes de las ciudades". Y en principio no habría que darle más vueltas en un sentido u otro. Por ejemplo, tampoco hace falta llegar al extremo de denominar a estas protocortes como "democráticas" o exageraciones parecidas. 

Sin embargo Estepa trata de retorcer todos los argumentos posibles, por endebles que sean, y por lo general sin ninguna prueba sólida: insinúa, por ejemplo, que los Decreta están interpolados posteriormente, sin aportar pruebas contundentes y sin explicar a qué intencionalidad podría responder dicha interpolación. Incluso llega a dudar de la traducción al término "cives", y en la citada obra llega a insinuar (nunca afirmar) traducciones como "nobles", sin reparar en la tautología que supondría una repetición del concepto en los Decreta: "con el arzobispo, los obispos, y los magnates de mi reino; y con los nobles elegidos (!) de cada ciudad". Aunque, insisto, solo apunta dicha posibilidad, Estepa parece obsesionado en recalcar que esos "civis electi" debían ser gente acomodada de las ciudades, como si eso negara la peculiaridad de la Curia de 1188;  porque fueran ricos o pobres, lo fundamental es que asistieron representantes del pueblo llano. Pero eso le da igual al señor Carlos Estepa, que sigue empecinado en negar la novedad que supuso este hecho con argumentos que sólo se pueden calificar de peregrinos y de juegos malabares. El porqué de esta obsesión personal ya sería harina de otro costal... 

 José Carlos Guerra  "Curia de Fernando II" (1972)

"GAUDÍ. RUTA POR EL NOROESTE DE ESPAÑA. ASTORGA, LEÓN, GIJÓN, COMILLAS" DE JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ CHIMENO

30 enero, 2018

En el programa de la semana pasada volvimos a tratar del tema de Gaudí gracias al libro  "Gaudí. Ruta por el noroeste de España", de José Mª Fernández Chimeno, escritor nacido en Astorga, residente en Gijón, Licenciado en Geografía e Historia, y doctorado en Historia del Arte. Pero además también es Maestro Industrial con gran experiencia en el mundo de la arquitectura. De hecho se ha especializado como Historiador de Arquitectura.
Fernández Chimeno ha publicado novela histórica, en la que presta especial atención a las construcciones más relevantes del Camino de Santiago o bien se basa en la vida de arquitectos medievales.

"Gaudí. Ruta por el noroeste de España", es una guía cultural, que trata sobre la herencia del lenguaje gaudinista por el noroeste de España, y que aspira a llegar al corazón primero y al raciocinio después del «amante de la arquitectura» por diferentes caminos.

Esta guía pretende convertirse en el inicio de una ruta que en parte ya es muy transitada por peregrinos gaudinistas de Cataluña y Japón. 

Otros libros de José María son «Trilogía del Reino de León» (novelas históricas, siglos XII/XIII) ·
 Pedro de Dios (El Geómetra). Editorial CSED-AKRON, 2010 · Mateo, el arquitecto del rey. Editorial CSED-AKRON, 2012 ·El maestro de la luz. Editorial MADÚ, 2009
 La herencia del «Lenguaje gaudinista» (Gaudí y la Arquitectura Contemporá-nea Española).
 Editorial CSED, 2014
Gaudí, la forja de un sueño (Astorga versus León). Editorial CSED, 2015
Fuimos un sueño (acaso amor). Editorial DUERNA, 2016

Podéis escuchar el programa en este enlace. 


HISTORIA DE LEÓN PARA NIÑOS, DE CARLOS JAVIER TARANILLA

21 enero, 2018

Carlos Javier Taranilla es uno de los invitados más frecuentes del programa, porque en los últimos años se ha convertido en uno de los autores más prolíficos de León. Si no llevo mal la cuenta, esta es la cuarta ocasión en que le entrevistamos. Carlos es Licenciado en Historia del Arte y en Filosofía y Letras. Lleva diez años publicando libros divulgativos de Historia y Arte,  y desde hace más de treinta años ejerce como profesor de Enseñanza Media. Compagina perfectamente ambas actividades, ya que muchas veces solo tiene que ampliar y recomponer los apuntes de las asignaturas que imparte. 

La lista de libros que lleva publicados es amplia: El día que Franco pasó el Manzanares (2011), Diccionario de arte universal (2012), El Passo Honroso de don Suero de Quiñones (2014), Breve historia de las reliquias leonesas y sus relicarios (2014), Breve historia del arte (2014), Breve historia del Románico (2016), Breve historia del Gótico (2017) y Breve historia del Renacimiento (2017). En Almuzara, la editorial que ha publicado el libro que nos ocupa, han aparecido Grandes mitos y leyendas de la Historia. Seres fantásticos y tierras legendarias (2016), Grandes enigmas y misterios de la Historia (2017) y, ahora, Historia de León para niños (2017).

 "Historia de León para niños" fue un encargo de la propia editorial, que se había lanzado a este campo con "Historia de Sevilla para niños". A Carlos le gustó la idea y se tiró a la piscina de redactar esta obra, que por cierto está centrada en la capital leonesa, aunque por supuesto es inevitable que hable de aspectos más amplios. 

El prólogo es nada menos que de Antonio Colinas (Carlos siempre ha buscado prologuistas de primera línea), que dice de la obra lo siguiente:
"El libro llega, a la vez, en un momento y en un mundo en el que necesitamos de raíces, con fundamento, pero sin un vano fervor localista. El niño que va a leer llegará con la mirada limpia a estas páginas, a estos relatos que le conducen a algunos de los episodios y símbolos más nuestros, más leoneses"

Y Juan Pedro Aparicio resume su opinión de esta manera:

"En la lectura del libro he visto el buen tono cercano y desenfadado que utiliza para llegar a sus pequeños lectores"

El libro consta de 192 páginas profusamente ilustradas. Entre las ilustraciones destacan las del Magister Leonis, el león romano que hará de cicerone y guía al lector, y que preside la portada flanqueado por la Catedral, ese maravilloso mausoleo que edificó Alfonso X sobre la cabeza del reino cuya memoria él mismo se encargó de enterrar.



PREHISTORIA Y ROMANIZACIÓN EN EL VALLE DEL ERIA. SOCIEDAD Y MINERÍA ANTIGUA

13 enero, 2018

El 14 de diciembre se presentó en el museo de León el libro “Prehistoria y romanización en el valle del Eria. Sociedad y minería antigua”, que ya había sido presentado el 8 de diciembre en el Centro Cultural de Nogarejas.

Valdería es una comarca leonesa que estoy empezando a conocer desde hace poco y gracias a nuevas amistades (Álvaro y Sergio, de Felechares). Está situada situada en el suroeste de la provincia de León, y según la wikipedia cuenta con una extensión de 315,03 km², una población de 2.182 habitantes, con una escasísima densidad de 6,93 hab/km². Sus principales poblaciones son: Castrocalbón (682), Castrocontrigo (349), San Esteban de Nogales (273), Nogarejas (264), Felechares de la Valdería (172), San Félix de la Valdería (131). Todos ellos se engloban en tres municipios: Castrocalbón, Castrocontrigo y San Esteban de Nogales.


Los autores de“Prehistoria y romanización en el valle del Eria" son Javier Fernández Lozano, Jesús Celis Sánchez y Juan José Palao Vicente. Javier Fernández Lozano es profesor en la universidad de Cantabria (Dpto. Ciencias de la Tierra). Jeśus Celis es arqueólogo, técnico de Patrimonio, y ha sido director del Instituto Leonés de Cultura. Juan José Palao Viente es  profesor contratado doctor en el Área de Historia Antigua de la Universidad de Salamanca. 
Los tres, a pesar de ser especialistas en sus respectivas materias, hacen un esfuerzo por lanzar un lenguaje divulgativo para poder llegar al público general, abarcando la herencia ástur y romana que ya se puede rastrear incluso en el topónimo: "Valdería" significa Valle del río Eria, estando compuesto por la raíz latina "Val" (valle) y el topónimo prerromano "Eria".

El libro consta de 186 págs., y ha sido editado por el ayuntamiento de Castrocontrigo, y financiado por la Diputación, el ILC y el propiio ayuntamiento de Castrocontrigo. De momento no puede adquirirse en librerías, pero pronto sacarán una edición venal para ponerlo a disposición del público. Hay que destacar la documentación cartográfica, gráfica y fotográfica.

La obra nace de las I Jornadas Arqueológicas del Valle del Eria, que se desarrollaron el verano pasado en Castrocontrigo, y que "buscaban poner de manifiesto el interés cultural de la comarca del Eria". Fueron todo un éxito, y fruto de ellas ha surgido el presente libro.

Tiene los siguientes apartados: El medio físico; Aproximación a la Prehistoria en el Valle del Eria; El ejército romano en la Valdería; Minería antigua en el valle del Eria.

Podéis escuchar la entrevista a tres bandas con los autores en este enlace. 


EN EL ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE UNAMUNO: SALAMANCA EN LA GEOGRAFÍA UNAMUNIANA

05 enero, 2018

Os quiero dejar aquí otra colaboración de Miguel Ángel Diego Núñez, en esta ocasión sobre el aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno. Estos días he estado sin acceso al PC, por lo que aprovecho por pedirle disculpas por el retraso en publicar este post. 

No falta nada para el 31 de diciembre, 81 aniversario del fallecimiento de Unamuno. Queremos homenajearlo este año recordando la ubicación de Salamanca en su geografía. Se ha tachado con razón a Unamuno de contradictorio, pero en cuanto toca a Salamanca es de una coherencia abismal. Para él Salamanca se encuentra en el Reino de León, incluido en la mitad atlántica de España:

     “Lo fuerte, lo serio, lo verdaderamente nuevo somos nosotros, pero, en España y como españoles, nosotros somos el corazón de la vertiente atlántica.
     Porque España no creo que pueda dividirse en la polaridad tan fecunda para todo pueblo, en norte y sur como algunos piensan, sino más bien, como creen otros, en las dos vertientes, la atlántica y la mediterránea –incluyendo en esta la parte en la que el Guadalquivir desemboca-. A España hay que partirla transversalmente por una línea que de hacia el Maladeta vaya al cabo de San Vicente. De un lado Cataluña, Aragón, Valencia, Murcia, Castilla la Nueva, toda Andalucía y hasta Extremadura; del otro, el litoral cantábrico, Castilla la Vieja y el reino de León. De un lado los pueblos estéticos, los del gesto y eso que llaman la gallardía, los de parada y plaza pública, los de la zarzuela, y de otro nosotros. Y de la parte de allá quédase Madrid con sus cotarros, donde todos son unos.
     Dejémosles predicando la alegría de vivir y otras vaciedades y seamos como somos, sin proponernos ser ni alegres ni tristes. No, sino como Dios y nosotros nos hemos hecho.” (Bilbao, 1908)

     Por otra parte, Unamuno da una particular importancia a la lengua, como atestigua en 1923:

     “Esta tierra bajo el cielo, esta tierra llena de cielo, esta tierra que siendo un cuerpo, y por serlo, es un alma, esta tierra hizo, con el latín, unos lenguajes, unos romances. Hizo el catalán, y el aragonés, y el leonés, y el bable, y el castellano, y el gallego, y el portugués. De ellos salieron los idiomas literarios y oficiales. Y esos lenguajes son las razas. (…) Pero más que raza de sangre, más que línea de sangre, raza de lenguaje.”

     A lo largo de su vida repetirá una y otra vez que Salamanca forma parte del reino de León y leonesas son las particularidades de su habla popular, llegando incluso a afirmar en 1931 que:

     “A las puertas de esta ciudad se hablaba leonés, y aquí se fundieron ambos dialectos [leonés y castellano]. Pero esta Universidad nunca fue castellana, sino universal y española.”

     El 30 de mayo de 1933, el Congreso de los Diputados determina que la región de León está constituida por las provincias de León, Salamanca y Zamora, tesis defendida por Claudio Sánchez Albornoz y avalada en votación nominal por 90 votos contra 19.

     El debate y la decisión mueven a escribir a Víctor de la Serna:

     “Es decir, que desde el nacimiento de Castilla –naturalmente posterior al del reino asturiano-leonés-, Palencia y Valladolid son Castilla.
     Nada de esto aminora la belleza y el interés de la magnífica civilización leonesa, fina y elegante, al lado de la tosca castellana. La vieja corte de León, influida por las cortes europeas, depositaria del goticismo más puro, elaboradora de Códigos magníficos, fundadora de muchas categorías inmortales españolas, ofrece un interés inagotable dentro de su extensión geográfica.
     Cuando abandono al ilustre profesor Sánchez Albornoz -justamente el historiador de la civilización y la cultura leonesas-, me encuentro con el maestro Unamuno, que dice cosas pintorescas, graciosas y geniales acerca del tema. Para él las fronteras de León y Castilla pueden establecerse por la línea de cultivo de algunas voces diferenciales en romance castellano y en romance leonés. Por ejemplo, en León dicen ‘el pan yeldo’, y en Castilla ‘el pan yudo’. En León ‘candar la puerta’, y en Castilla ‘cerrar la puerta’. Llegamos a establecer que, efectivamente, los límites de Castilla con León son los mismos lingüísticamente que históricamente, y que pueden marcarse por el Cea y el Esla, que son la frontera de astures y vacceos de antes de la Reconquista.”

     Viene Unamuno a ratificar así lo que escribiera en 1907 a su discípulo Federico de Onís:

     “Mi idea es que Salamanca no es Castilla sino una transición de León a Extremadura con toques portugueses y algunos castellanos.’

     Es el lenguaje, el dialecto leonés, el que permite a Unamuno cerciorarse de la pertenencia de Salamanca propiamente al reino de León y no a Castilla y a corregirse a sí mismo cuando la incluye en el término Castilla, como ya hiciera en 1906:

     “Considerad que os escribo desde una antigua ciudad castellana, y más que castellana leonesa, que duerme en una llanura donde ondea el trigo, a la orilla de un río lento que la refleja entre álamos sencillos, desde el seno de una ciudad remanso de sosiego a cuyas bordadas piedras enciende en oro el sol poniente cuando se acuesta entre las encinas graves. Aquí se aprende a pensar despacio, bajo el peso de los recuerdos que vagan en el ámbito espiritual.”

Miguel Ángel Diego Núñez

LA CASA DE LAS CUATRO TORRES, DE JAVIER GARNICA CORTEZO

Comenzamos el año hablando de una novela que nos llevará al León de  finales del siglo XIX y comienzos del XX. Se trata de  “La casa de las cuatro torres”, editada por Cultural Norte, y que se presentó muy apropiadamente en la Casa Botines el mismo martes. 
El escritor, Javier Garnica Cortezo, es el autor de varios blogs, como el famoso “León en el recuerdo” , dedicado a fotos antiguas de León, y su blog personal, donde refleja su vena más literaria.
Ha colaborado en "El Filandón" del Diario de León. Coleccionista de fotos de León, participa activamente en Facebook. Esta es su primera novela.

Tal y como dice  Javier:
Este libro aparece de forma casual en el 125 aniversario de la construcción de la Casa de Botines, efemérides que ha convertido al edificio en protagonista de la actividad cultural reciente. La obra no presta especial atención a la arquitectura de Gaudí, materia muy bien estudiada por autores con mejores conocimientos. En cambio, profundiza en la peripecia de los habitantes de León que se vieron envueltos en su órbita. No sólo desde que abrió sus puertas en la Plaza de San Marcelo, sino mucho antes, cuando fue cobrando vida en los sueños de sus promotores.  
La Casa de Botines no es solamente una edificación majestuosa y peculiar que aparece en León en los últimos años del siglo XIX, nacida del genio de Gaudí. Además de todo eso es el epicentro de toda una saga que implica a varias familias, y de muchas relaciones personales y empresariales. Es un elemento fundamental de la vida económica y social de la ciudad en el momento en el que ésta se abre al siglo XX. 
En “La Casa de las Cuatro Torres” el lector descubrirá esa trama de intereses y circunstancias, muchas de las cuales hasta ahora eran desconocidas por el público, y también las ilusiones, las pasiones… y las decepciones de todos los que vivieron la gestación de la Casa. Y disfrutará al sumergirse en la atmósfera y en las calles de un León que ya no existe, pero del cual quedan muchos vestigios.

 Según los comentarios, la obra "introduce al lector en la atmósfera de un León que ya no existe pero del que todavía quedan muchos vestigios". El autor se permite «algunas licencias», como  pero que en todo caso está "rigurosamente documentada" y donde todos los personajes son reales. Así, contaba Javier Garnica en el suplemento literario Filandón que alrededor de la Casa Botines sobrevuela "toda una saga familiar y también una trama económica". 

A través de 180 páginas, "que se leen con mucha facilidad", el libro desentraña los esfuerzos de una de las estirpes más poderosas de la época, la de Simón Fernández, para afianzar sus negocios. Y todo ello en el León de finales del XIX, "un pueblo insalubre hasta que comienzan las obras del ensanche".