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Don Claudio en su desierto (IA) |
Este medievalista, tomando y ampliando la idea de historiadores del siglo XIX como el portugués Alexandre Herculano o el holandés Reinhart Dozy, defendió vehementemente la existencia del “desierto estratégico”, consiguiendo que fuera aceptada por una gran parte de los medievalistas del siglo XX. Sin embargo su teoría tuvo varios detractores desde el principio, ya que presenta numerosas inconsistencias y puntos débiles.
En primer lugar, resulta poco creíble el traslado de una gran cantidad de población desde la meseta hasta al norte, porque requeriría una dirección, unos medios y unas infraestructuras inimaginables para la Hispania del siglo VIII. Ese desierto creado artificialmente rondaría los 130.000 km2 por lo que sería una operación de tal envergadura que resultaría difícilmente aplicable incluso en el siglo XXI. Implicaría el traslado de más de medio millón de habitantes a una zona de 25.000 km2 en la que vivirían menos de 125.000 personas.
Por otro lado, la “genialidad” de ese desierto del que habla Claudio Sánchez-Albornoz no parece tal si reparamos en que funcionaría en ambos sentidos, impidiendo las incursiones cristianas sobre territorio de al-Ándalus. Sabemos que estos ataques y razzias fueron continuos, y que en el sentido contrario los musulmanes atacaron territorio asturiano en varias ocasiones, con lo cual de haber existido no demostró una gran utilidad. Sánchez-Albornoz señaló que la mayor parte de las incursiones musulmanas tuvieron lugar por los extremos occidentales y, sobre todo, orientales del reino, lo que indicaría una voluntad de bordear el desierto, especialmente para llegar a la zona de Álava, que fue devastada en numerosas ocasiones. Pero se olvida convenientemente de que también existieron ataques frontales a través del Duero, y asimismo olvida que los caminos que llevaban a Álava también debían atravesar ese desierto.
Luis López Santos ya demostró en 1952 que los pueblos de la diócesis de León del siglo XIII seguían el santoral visigodo, con los mismos santos patronos anteriores a la invasión musulmana. Ello sería imposible si se hubiera producido esa despoblación durante décadas o siglos. En este mismo sentido se puede argumentar que sin población en la meseta se habrían perdido en el olvido los topónimos o nombres de lugares de origen prerromano, romano y germánico, cosa que tampoco ocurrió.
Pero es que además tenemos noticias de ataques musulmanes a las ciudades de Astorga y León en épocas anteriores a su repoblación oficial por Ordoño I (850-866). En concreto Abd al-Karim en el 795
“llegó hasta Medina-Asturiqa [la ciudad de Astorga] en el interior de Yilliqiyya, donde le llegó noticia que Adfuns (Alfonso II) reunía la gente de su país (…) dando anuncio a los habitantes de la llanura para que se retirasen a los altos montes del lado de la costa”.
Este fragmento del historiador Ibn Idari demuestra sin lugar a dudas que la zona norte de la meseta estaba habitada. Tras una batalla con victoria andalusí, Abd al-Karim marchó desde allí contra Asturias, desvelando con esta campaña la inutilidad estratégica del supuesto desierto. Por su parte Ibn Idari e Ibn al-Athir hablan de un ataque musulmán a la ciudad de León algunos años antes de que reinase Ordoño I:
“En el año 231 [año 845-846 d.C.] hizo algazuar en la expedición de verano a Galiquia a Muhammad Ebnu-lAmir Abdi-r-rahman que la rodeó, sitiando la ciudad de Liyūn [León], que combatió con almajaneques [una especie de catapulta de tracción humana]; y cuando conocieron (los sitiados) que estaban perdidos, salieron de noche y se acogieron a los montes y a los lugares pantanosos, y él quemó lo que había en ella, y como pensara destruir su muro halló que tenía diez y siete o diez y ocho codos [casi diez metros], y lo dejó y se metió por el país de la cristiandad, robando y cautivando.”
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Los soldados andalusíes ante Liyūn (IA) |
Sánchez-Albornoz también usaba como argumento a favor del desierto las repoblaciones y fundaciones de pueblas y polas, aduciendo que se realizaban en zonas despobladas. Sin embargo sabemos que se llevaron a cabo a lo largo de toda la Edad Media, y por toda Europa, y muchas veces en zonas densamente habitadas. Y es que las repoblaciones no consistían en ocupar lugares deshabitados mediante el traslado de gentes de origen foráneo, sino más bien en reorganizar políticamente esas zonas, introduciéndolas de pleno en el sistema administrativo del reino asturleonés.
Las crónicas cristianas no mencionan la existencia de semejante desierto. Se puede aducir que estas fuentes son por lo general muy lacónicas y aportan poquísima información, por lo que obvian mencionarlo. Pero resulta muy llamativo que las crónicas musulmanas, mucho más extensas y detalladas, tampoco lo mencionen. Tan sólo existen dos posibles referencias:
- La primera es del historiador Abenalcotía, que dice que en tiempos de Mohamed I los rebeldes Ibn Marwan y Sadun al-Surunbaki “se mantuvieron en su yermo [o desierto] entre las comarcas musulmanas y cristianas”, aunque sabemos que Ibn Marwan tuvo su base de operaciones en la actual provincia de Badajoz, y al-Surunbaki en la ciudad de Oporto, con lo que es difícil que ese pasaje se refiera a un desierto que cubriría toda la cuenca del Duero.
- La segunda es de Ibn Idari, que afirma que Abderramán III “tardó cinco jornadas en atravesar el gran desierto a lo largo del río Duero” en una marcha que hizo desde Clunia hasta la zona de Tudela. De esta última cabe destacar que menos de la mitad de esa ruta atraviesa tierras del Duero (su extremo más oriental), por la actual provincia de Soria. Da la casualidad de que la mayor parte de la marcha se hizo por Navarra, que no pertenece precisamente a la cuenca del Duero, con lo cual es una noticia geográficamente inexacta. Por otro lado, esta marcha atravesó el camino que los musulmanes usaron en la mayoría de sus incursiones del siglo IX, lo que descarta que lo hicieran para evitar el “desierto estratégico” de Sánchez-Albornoz.
Pero existen varios testimonios musulmanes que desmienten la existencia del desierto. Ibn Hayyan dice en su Al-Muqtabis que Abderramán III, en una de sus campañas atacó la zona de Burgo de Osma y Gormaz (Soria), y que
“enterándose de la escasez que había este año en la región de las fortalezas del Duero del tirano Ramiro hijo de Ordoño, rey de Yiliqiyya, a las que se dirigía, y su premura en segar lo plantado en algunas para impedir que lo aprovechasen los musulmanes que los atacaban, hasta el punto de no ofrecer mantenimiento al ejército, al-Nasir [apodo de Abderramán] temiendo estrecheces para los suyos desistió de su proyectada penetración de castigo, pareciéndole más oportuno y seguro regresar”.
Este fragmento demuestra que en la cuenca del Duero había población que mantenía cosechas, aunque en tiempo de carestía no podrían mantener ni a sus propias tropas ni a los enemigos que los saqueasen. Cuando el mismo Ibn Hayyan relata la batalla de Simancas, narra con mucho detalle el itinerario seguido por Abderramán III, cuyo gigantesco ejército (unos cien mil infantes y un número indeterminado de hombres a caballo) atraviesa directamente la cuenca del Duero. Y no solo eso: tras la leve derrota inicial, sus tropas se dedicaron a pasearse durante semanas ese teórico desierto, recorriendo unos 200 kms. de oeste a este y pasando casi un mes en total en él, sin que sepamos cómo pudo mantenerse semejante multitud en una zona supuestamente despoblada y sin cultivos.
Por último Ibn al-Kardabus, un historiador musulmán de finales del siglo XII, expone el siguiente diálogo entre el moribundo Almanzor (Ibn Abu Amir) y su hayib o chambelán:
"Si Dios me hubiese inspirado devastar lo que conquisté y vaciar de habitantes lo que dominé, y yo hubiese puesto entre el país de los musulmanes y el país de los cristianos diez días de marcha por parajes desolados y desiertos, aunque [éstos] ansiasen hollarlos, no llegarían al país del Islam sino en jirones, por la cantidad [necesaria] de provisiones de ruta y la dificultad del objetivo". Entonces le dijo el hayib: “Tú estarás en paz en breve: ordena, pues, eso que has pensado”. Él le respondió: “¡Largo de aquí!, no me vengas con historias. ¡Por Dios!, si yo curase y ordenase lo que has indicado, en verdad la gente diría: Ibn Abu Amir enfermó, y su enfermedad adueñándose de su cerebro le ha vuelto loco y necio, ha devastado el país de los musulmanes y al evacuarlo lo ha despoblado”.
Almanzor imaginando su desierto (IA)
Este importante (e ignorado) testimonio expresa el deseo del caudillo musulmán de haber creado un desierto estratégico para evitar las expediciones cristianas sobre al-Ándalus, lo que demuestra precisamente que semejante desierto nunca existió. También reconoce que de haberlo hecho lo habrían tomado por loco al despoblar territorio musulmán, con lo que desecha la idea por irrealizable y fantasiosa.
Aún admitiendo que la submeseta norte efectivamente debió estar muy poco poblada (con una densidad de población que podría rondar los cinco habitantes por kilómetro cuadrado), hay que matizar mucho la existencia de semejante constructo, o sencillamente descartarla. Esto abre muchas preguntas sobre cuál sería la organización, cultura, lengua, religión, etc. de los habitantes de las zonas fronterizas, pero al haber estado apartados de los poderes centrales es muy probable que nunca conozcamos cuál fue su historia. A falta de fuentes escritas, tan solo la arqueología está arrojando alguna luz sobre ello, corroborando que el desierto solo es un mito historiográfico....
BIBLIOGRAFÍA
-CHAO, PRIETO, Ricardo. "Historia de los reyes de León". León, 2017.
-DOZY, Reinhart P. “Historia de los musulmanes de España”. Madrid, 1984.
-FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Francisco (ed.) “Historias de al-Ándalus por Aben-Adhari de Marruecos”. Granada, 1860.
-GIL FERNÁNDEZ, Juan; MORALEJO, José L. (eds.). “Crónicas asturianas. Crónica de Alfonso III. Crónica Albeldense”. Oviedo, 1985.
-GONZÁLEZ GARCÍA, Alberto. La proyección europea del reino de Asturias: política, cultura y economía (718-910). EN “El Futuro del Pasado, n.º 5”. Salamanca, 2014. Págs. 225-298.
-LAFUENTE Y ALCÁNTARA, Emilio (ed.). “Ajbar Machmua (Colección de tradiciones)”. Madrid, 1867.
-LÓPEZ SANTOS, Luis. Santos titulares en la Diócesis de León. EN “Archivos Leoneses nº 11”. León, 1952. Págs. 5-58.
-MAILLO SALGADO, Felipe (trad.) “Historia de al-Ándalus: Ibn al-Kardabus”. Madrid, 2015.
-RIBERA, Julián (ed.) Historia de la conquista de España por Abenalcotía el Cordobés. EN “Colección de obras arábigas de Historia y Geografía que publica la Real Academia de la Historia. Tomo Segundo”.Madrid, 1926.
-VIGUERA, María Jesús, y CORRIENTE, Federico (trads). “Crónica del califa Abdarraḥmān III An-Nāṣir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V): por Ibn Hayyan de Córdoba”. Zaragoza, 1981.
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