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EL CAMINO DE SANTIAGO Y LA MONARQUÍA LEONESA (I)

18 noviembre, 2011

El pasado sábado 12 de noviembre di una conferencia en el Museo Etnográfico Provincial de León (Mansilla de las Mulas) a petición de la Sociedad para el Fomento de la Cultura Amigos del País de León (SOFCAPLE) El salón de actos se llenó, y aunque tuve que recortar algunos contenidos quedé bastante satisfecho del resultado de la misma. En cualquier caso, iré publicando la conferencia por partes: espero que os preste. 

1.-La figura histórica de Santiago y su vinculación con Hispania.

El nombre original de Santiago era Ya'akov (יַעֲקֹב), es decir, Jacob, que en hebreo significa “sostenido por el talón”. Es un nombre propio que ha dado lugar a muchas variantes, como Yago, Diego, Jaime... e incluso el propio Santiago (Sant Yago). Debido a ese origen, es frecuente aplicar el término “jacobeo” a cualquier cosa referente al Camino de Santiago, o a la figura del Apóstol. 

Santiago el Mayor era hermano de Juan, el supuesto autor de uno de los Evangelios y del Apocalipsis. Ambos eran hijos de Zebedeo y Salomé, y debían tener una personalidad muy fuerte, porque el propio Jesús les impuso el sobrenombre de “Bnéy Ré'em” (בני רעם “Hijos del Trueno”), que por alguna razón en las traducciones al español ha quedado como “Boanerges”. Según los cuatro Evangelios, los dos participaron en los principales momentos de la llamada “vida pública” de Jesús (transfiguración, oración del Monte de los Olivos, pesca milagrosa tras la resurrección, etc.), por lo que se deduce que formaban parte de su círculo más íntimo. Además, el libro de los Hechos de los Apóstoles relata que Santiago murió martirizado “a filo de espada” (degollado) por Herodes en el año 43 ó 44 d.C. Este dato tiene su importancia, porque como veremos su cabeza dio mucho que hablar en el reino de León en el siglo XII.

"Martirio de Santiago" por Zurbarán
Ningún libro del Nuevo Testamento canónico dice que Santiago viajara a Hispania antes de morir para evangelizarla: éste es un dato que aporta la tradición católica, que afirma que Santiago vino a la Península nada más resucitar Jesús, en torno al 33 d.C, y que pasó varios años recorriéndola antes de regresar a Jerusalén y ser ejecutado. Otra tradición dice que la Virgen antes de su Asunción pidió ver a todos los apóstoles, y que Dios le concedió la posibilidad de aparecerse ante cada uno de ellos independientemente del lugar donde se encontrasen. María se apareció ante Santiago y sus discípulos en Zaragoza, sobre una columna, y de ahí viene la famosísima Virgen del Pilar.

Aparición de la Virgen a Santiago
También según la tradición tras el martirio el cuerpo de Santiago fue trasladado por sus discípulos desde Judea hasta las costas de la actual Galicia, para ser finalmente enterrado en Compostela. Desde ese momento no hubo más noticias sobre el Apóstol hasta que en el siglo VIII aparece un himno litúrgico titulado “Oh Dei Verbum ore proditum” que entre otras cosas dice lo siguiente: 

... Quedan los grandes hijos del Trueno
que, a ruegos de su generosa madre, 
han conseguido con razón el honor supremo
de regir Juan solo toda Asia 
y su hermano apoderarse de Hispania 
(…) 
¡Oh apóstol santísimo y digno de alabanza,
cabeza refulgente y dorada de Hispania,
defensor nuestro y patrono nacional, 
sé nuestra salvación celeste contra la peste
y aleja de nosotros toda enfermedad, llaga y maldad! 

Sé piadoso con la grey que te ha sido encomendada 
y buen pastor para el rey, el clero y el pueblo,
para que con tu ayuda consigamos los gozos eternos, 
nos revistamos de gloria en el reino conquistado 
y no caigamos en el infierno eterno. 

 (Traducción de Miguel C. Vivancos Gómez, OSB, prior de Montserra) 

Sabemos que este himno fue compuesto en tiempos del rey asturiano Mauregato (783-788), ya que los versos son acrósticos y forman la frase “Rey de reyes, escucha al piadoso rey Mauregato y dale bondadosamente con tu amor lo que te pide”. Ello lo convierte en el primer testimonio del patronazgo de Santiago sobre Hispania, y además es especialmente valioso al haber sido escrito con anterioridad al descubrimiento de su tumba.

LA ASOCIACIÓN LECUORAL PIDE QUE SE PUEDA VER LA TVG Y LA TPA EN LA PROVINCIA DE LEÓN

04 noviembre, 2009

Hoy me ha llegado un correo anunciándome una curiosa iniciativa que ha partido de una asociación que desconocía. Se trata de LECUORAL (Leoneses por la Cultura Oral), "organización fundada para preservar y difundir el patrimonio lingüístico de la provincia de León (Castellano, Asturleonés y Gallego)", y solicita que se impida el apagón de la televisión gallega (TVG) en nuestra provincia. Además también pide que se pueda acceder a la Televisión del Principado de Asturias (TPA) desde la TDT, algo que nunca ha sido posible en León. Os dejo el enlace a su nota de prensa, no sin añadir antes que estoy de acuerdo con tal iniciativa, vista la calidad de los contenidos de "nuestros" canales autonómicos. Además, sería una forma de potenciar nuestras dos lenguas más minorizadas.
Los que quieran verlo como una colonización o algo parecido, allá ellos.

SAN FROILÁN (Lugo 833 d.C.- León 905 d.C.)

05 octubre, 2009

Como hoy todavía es el día de San Froilán, y aprovechando la circunstancia de que este sábado di una conferencia sobre el tema, os quería dejar una biografía de uno de mis santos favoritos.

Tenemos la suerte de contar con una biografía de San Froilán casi contemporánea a este santo, escrita supuestamente por Juan Diácono en el año 920, aprovechando unos espacios en blanco entre el libro de Job y el libro de Tobías en la Biblia Mozárabe de la Catedral de León (izda.). La tituló "HORTODOXO UIRO FROLANE LEGIONENSE EPISCOPO", y está escrita en la letra visigótica tan propia de ese siglo.



Froilán nace en los suburbios de Lugo el 833 d.C. Educado en las ciencias sagradas, a los 18 años decide seguir su vocación religiosa, pero duda entre la vida eremítica o la actividad apostólica (dualidad que perdurará a lo largo de su vida) Al final opta por el eremitismo, pero pronto se hace evidente que Dios le ha otorgado el don de la palabra y, según nos dice Juan diácono, “anduvo de pueblo en pueblo, enseñando la vida de los santos”. No se sabe dónde empezó su labor, aunque la tradición señala El Bierzo, concretamente una gruta en Ruitelán, donde hay hoy una capilla en su honor. No es nada descabellado imaginarle allí, ya que la comarca estaba llena de monjes eremitas y monasterios. Pero tampoco allí puede vivir en soledad: la gente acude a escucharle, porque, en palabras del Diácono Juan, “de su boca emanaban las maravillas del Señor”. No sabemos cuánto tiempo estuvo en Ruitelán, pero parece que pronto marchó del Bierzo, recorriendo gran parte de la actual provincia leonesa: “recorría e ilustraba las ciudades o poblados predicando la palabra de Dios y teniendo siempre elevado su espíritu a Dios”. Si atendemos a la tradición, Froilán pasó por lugares tan variopintos y dispersos como La Virgen del Camino, León, Villanueva del Carnero, Eslonza, Sahagún, Valderas, algunos puntos de Cantabria, etc. Pero todavía a estas alturas seguía sin estar ordenado de sacerdote, ya que, al parecer, se consideraba indigno de alcanzar tal estado.

Durante sus andanzas, cerca del valle del Curueño se encuentra con Atilano de Tarazona (Aragón), un monje que decidió retirarse a la vida contemplativa, y que con el tiempo también será considerado santo. Traban amistad, y juntos se van al “Monte Cucurrino”, actualmente conocido como “Peña de San Froilán”: allí habitan en la Gruta de Valdorria. Se complementan muy bien, porque Froilán tiene el don de la palabra, y Atilano sí que está ordenado sacerdote. Atraen a multitudes procedentes de todo el reino asturleonés, y acaban fundando un monasterio en “Veseo”, un pueblo que actualmente ya no existe, pero que estaba en esa misma zona y que alojaba unas 300 almas.

Juan Diácono nos dice en ese momento que “su fama y su predicamento se extienden ahora por toda Hispania y, aunque tarde, llegan también al rey Alfonso (III), que gobernaba en Oviedo el reino de los godos, apresurándose a enviarle mensajeros para que se presentase cuanto antes a su presencia”. Una vez en la corte, el rey les encarga hacer fundaciones en el Duero, que es la nueva frontera del reino. Aunque no lo sabemos a ciencia cierta, hemos de suponer que todo esto se está produciendo en el año 885 aproximadamente.

Una vez trasladados a esa nueva zona, fundan el Monasterio de Tábara, que era dúplice, es decir, que alojaba a monjes y monjas, aunque hacían vida separada. Froilán fue el abad, y Atilano el prior. Después fundan otro monasterio en Moreruela de Tábara, con 600 almas de los dos sexos.

En el año 900 fallece el obispo Vicente de León, y tanto “por clamor del pueblo que duro varios días”, como por petición del rey, Froilán fue solicitado como nuevo obispo de la sede legionense. Juan Diácono nos dice que “constreñido y contra su voluntad, San Froilán se insolenta o replica contra el rey, alegando que tenía hijos, y que no pasaba de ser un falso monje”, lo que sin duda era una excusa para negarse a aceptar tal cargo por mera humildad. Al mismo tiempo, Atilano es destinado a ser obispo de la recientemente reconquistada ciudad de Zamora.

Finalmente, Froilán es ordenado sacerdote, y tanto él como Atilano son investidos obispos el 5 de junio del año 900, en Sta. María de Regla, en la ciudad de León. Atilano marcha inmediatamente a Zamora. Ambos son, según Juan Diácono, “como dos lámparas colocadas sobre los candeleros para iluminar con la claridad de la luz eterna las fronteras de España a través de la predicación de la Palabra de Dios”.

Froilán sólo fue obispo los 5 años que le restaron de vida. Murió el 5 de octubre del año 905, a los 73 años de edad. Su enfermedad tuvo que ser breve, porque el mismo año de su muerte sabemos que estuvo en Oviedo, confirmando un documento.

Aunque sabemos que los leoneses ya le honraban desde mucho antes, parece ser que fue el Papa Urbano II (1042-1099) quién lo elevó oficialmente a los altares. Su sepulcro fue el que tenía destinado el propio Alfonso III en la catedral leonesa, lo que nos indica que la ciudad del Bernesga ya actuaba como verdadera capital del reino. Su cuerpo fue trasladado de nuevo al Curueño durante los ataques de Almanzor, hasta que el monasterio de Granja de Moreruela se hizo con él. En 1181 las autoridades eclesiásticas ordenaron repartir las reliquias entre la diócesis de León y dicho monasterio.

Para finalizar, me gustaría citar una frase del propio San Froilán, que, cuando iba a morir, reunió a sus amigos, discípulos, monjes y clérigos, y les pidió, según su biografía, “que cada uno se mantuviera en su puesto fiel a su vocación”, que creo que es uno de los mejores consejos que se pueden dar en esta vida, y así os lo transmito.

LOS REYES LEONESES EN LA LÍRICA TROVADORESCA (III): Fernando II, "Señor de los Gallegos"

06 agosto, 2009

Hoy toca la parte dedicada a Fernando II de León, quien heredó de su padre Alfonso VII los reinos de León, Galicia, Asturias y el territorio que comenzó a ser denominado Extremadura. Parece ser que el Emperador también le entregaba Portugal en su testamento, pero ya era demasiado tarde, porque ya estaba firmemente asentado como Estado independiente. Como veremos, hay muchas dudas a la hora de identificar a este rey en los cantos de los trovadores, ya que en ocasiones se le confunde con Fernando III (recordad que en esta época no se usaba numeración con los nombres reales). Una vez más, para oir la música pulsad el Play del reproductor de aquí abajo.


MusicPlaylist
Como es sabido, a la muerte de Alfonso VII el reino se divide entre sus dos hijos. León y Galicia le corresponden a Fernando II (1157-1188), que es el rey de quien conocemos menos referencias en la literatura trovadoresca. Giraut (o Guiraut) de Bornell (1138-1215 aprox.: imagen de la izquierda), que fue llamado “Señor de los Trovadores”, lo menciona de pasada al finalizar su poema “Ges de sobrevoler”:

Pero be volh que·l reis Ferans
Auia mo vers e·l reis n'Amfos!

“Pero deseo que el rey Fernando oiga mi verso y el rey don Alfonso”. Estos dos versos han dado lugar a una mala interpretación por parte de muchos filólogos y estudiosos, desconocedores de la documentación leonesa. Carlos Alvar, recogiendo la tesis de Kolsen y Panvini, encuentra problemas para identificar al rey Alfonso del que habla Giraut, y opta por pensar que se trata de Alfonso VIII de Castilla. Sin embargo, si atendemos a los diplomas de los últimos años del reinado de Fernando II veremos que en ellos figura tanto este rey como su hijo el príncipe Alfonso (futuro Alfonso IX), y que éste último también aparece con el título de rey. Es decir, este dato, que puede parecer intrascendente, nos sirve para fechar toda la composición con una mayor precisión, acotándola en los años 80 del siglo XII, en lugar del año 1170 ofrecido por la mayoría de los investigadores.

Otro autor que habla de Fernando II es el perigordiense Arnaut Daniel (derecha), que ejerció como trovador entre 1180 y 1210. En su canción “Doutz brais e critz” refleja un acontecimiento de la época del que no tenemos ninguna otra constancia documental:

Los deschauzitz
ab las lengas esmoutas
non dupt’ieu ies, si.l seignor dels Galecs
an fag faillir, per q’es dreitz si.l blasmam,
que son paren pres romieu, so sabem,
Raimon lo filh al comte, et aprendi
que greu fara.l reis Ferrans de pretz cobra
si mantenem no.l solv e no.l escampa.

“No temo absolutamente nada a los descorteses de lenguas afiladas, aunque han hecho quedar en evidencia al señor de los gallegos, y por eso es justo que hablemos mal de él, pues hizo prisionero a su pariente peregrino, Ramón, hijo del conde, como sabemos; y reconozco que difícilmente recuperará el rey Fernando su mérito, si inmediatamente no lo desata y lo liberta”.

Puede resultar extraña esa referencia a Fernando II como “seignor dels Galecs” (señor de los Gallegos), pero hay que recordar que era frecuente que los extranjeros denominaran con ese gentilicio a los habitantes del reino de León. Además, en ocasiones la intitulación de Fernando era “rey de León y Galicia”, y aunque la capital política del reino era la ciudad de León, Santiago de Compostela siempre funcionó como auténtica capital religiosa. No se sabe quién era "su pariente peregrino (romieu=romero) Ramón, hijo del conde". Se interpreta que "romieu" significa en este caso que estaba haciendo la peregrinación a Santiago, cosa que a mí personalmente me extraña, porque siempre he leído que "romero" es el que peregrina a Roma, y "peregrino" el que va a Santiago. Como digo, se piensa que Ramón era hijo de un conde, y pariente de Fernando II, que fue hecho prisionero por éste mientras peregrinaba a Santiago. Podría ser Ramón Berenguer III de Provenza, o Raimundo V de Tolosa, aunque no sabemos que ninguno de los dos peregrinara a Santiago. Se da la curiosa coincidencia de que ambos Ramones estuvieron casados con Doña Rica o Riquilda de Polonia, que había sido madrastra de Fernando II al ser la última esposa de su padre Alfonso VII.

Donde hay dudas en la identificación del rey es en la obra “S'ieu conogues que·m fos enans”, de Guilhelm Ademar (más abajo, a la izquierda):

Per lieys m'en perdra i·l rey Ferrans
e la cortz e·ls dos e·ls baros

“Por ella [su amada] me apartaría del rey Fernando y de la corte y de los dones y de los nobles”.
Los estudiosos dudan si ese rey Ferrans sería Fernando II (fallecido en 1188) o Fernando III (que comenzó a reinar en el año 1217). El problema es que por lo que sabemos Ademar produjo sus poesías justo en el periodo entre ambos reyes, por lo que no cuadraría con ninguno. Como no había ningún otro rey Fernando en la Hispania ni en la Galia del momento, eso hace nos hace plantear que algunas de sus obras probablemente están mal fechadas, si bien no podemos aportar más datos por el momento.

EL REINO DE LEÓN EN EL SIGLO XV SEGÚN LAS PESQUISAS DE LA HACIENDA REAL

23 enero, 2009

Es un hecho innegable que el Reino de León, al igual que el de Galicia, siguió existiendo después del año 1230 (fecha de la tan cacareada unión con Castilla). Hay muchas, muchísimas pruebas de ello, pero hoy quisiera compartir con vosotros una en particular: se trata del artículo del profesor Miguel Ángel Ladero Quesada titulado "Derechos de oficiales"y "Derechos ciertos" en la Hacienda Real de Castilla (año 1430). En él se analiza la pesquisa (una especie de recuento) realizada en dicho año para averiguar la cuantía exacta de algunos ingresos de la Hacienda del rey.

Esta pesquisa se plasmó en un documento de la época que contiene los partidos fiscales del reino, los "Derechos de oficiales", y los "derechos ciertos". En cuanto a la historia del Reino de León, este documento es interesante porque en la enumeración de lugares se sigue la distribución por reinos. Así, en los partidos fiscales, aunque falta la parte del reino de Castilla y de Salamanca y Ciudad Rodrigo, aparecen agrupados el Obispado de Zamora, el de León, el de Astorga, y las "cuatro sacadas de Asturias de Oviedo".

Más adelante, en los derechos de oficiales, en la sección que Ladero Quesada llama "Reino de León. Asturias" figuran juntos el obispado de Salamanca y Ciudad Rodrigo, el de Zamora, los de León y Astorga, y las cuatro sacadas de Asturias de Oviedo. En ese mismo apartado, vienen reflejadas las jurisdicciones de los respectivos notarios mayores de Castilla, León, Toledo, y Andaluzía (sic.). En el caso de León, el Notario Mayor es el adelantado Pero Manrique, y su jurisdicción incluye: las sacadas de Coria y Cáceres, el obispado de Badajoz, los de Salamanca y Ciudad Rodrigo, el de Zamora, los de León y Astorga, las 4 sacadas de Asturias, el arzobispado de Santiago con el obispado de Tuy, el obispado de Mondoñedo, el de Orense, y el de Lugo. Conviene recordar que este Notario Mayor de León cubre la extensión que tenía el reino (más bien Corona) en 1230, y que éste seguía siendo tenido en cuenta por la Hacienda en una fecha tan tardía como 1430.

Podéis bajaros el artículo en PDF en la sección Documentos de mi página "Los Telares".

“ALFONSO IX Y SU ÉPOCA”: UN RESUMEN DE HISTORIA LEONESA EN GALICIA

13 agosto, 2008

Del 16 de julio al 7 de septiembre del presente año está teniendo lugar una magnífica exposición en La Coruña, titulada “Alfonso IX y su época: Pro utilitate Regni mei”, centrada en la figura del que fue el último rey privativo del Reino de León, nacido en Zamora en 1171, y que reinó desde 1188 a 1230. Al haber sido planificada y desarrollada en Galicia, cuenta con la ventaja de no estar mediatizada por intereses políticos, y goza por ello de una envidiable objetividad que hoy por hoy no existe en nuestra comunidad autónoma cuando se trata de hablar del Reino de León. He de reconocer que me acerqué a la exposición con ciertas reservas, temiendo que hubieran hecho mella en ella las tesis nacionalistas que rebautizan al reino como “Reino de Galicia”, aplicando el nombre de “gallegos” a sus monarcas. Sin embargo, tal y como se verá a continuación, mis temores resultaron totalmente infundados, ya que en “Alfonso IX y su época” sólo tiene cabida el más estricto rigor histórico, aunque conjugado con un afán divulgador que despierta la envidia de cualquier leonés mínimamente interesado en conocer su historia.

La ciudad de La Coruña está celebrando por todo lo alto el fuero de repoblación que le concedió el rey leonés hace ahora 800 años, y eso se nota desde el primer momento en que se entra en ella: cientos de orgullosas banderolas penden de las farolas en las principales calles, anunciando la exposición, así como varios carteles de generoso tamaño. Las instituciones organizadoras son el Ayuntamiento de La Coruña y el Ministerio de Cultura, participando éste último a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Ambos han contado con la colaboración de la Diputación Provincial de La Coruña y el apoyo económico de múltiples empresas. A pesar de la ausencia de la Xunta de Galicia, los organizadores consiguieron que los Reyes de España aceptaran la Presidencia de Honor e inauguraran la muestra, y han incluido en el Comité de Honor a personalidades políticas del calado de José Luis Rodríguez Zapatero y Emilio Pérez Touriño.

La exposición se organiza en cuatro partes. En la primera, titulada “La génesis de un Reino”, se hace una rápida revisión de cómo surgió el reino de León a través de varias piezas arqueológicas y documentales, haciendo especial hincapié en la labor legislativa de los monarcas leoneses. En la segunda, “El Rey y su Reino”, se muestran las distintas representaciones pictóricas de Alfonso IX, así como algunos de sus símbolos regios, y varios objetos de uso litúrgico y cotidiano de la época. La tercera, “Pro utilitate Regni mei”, se centra en el importantísimo papel que concedió el rey leonés a las ciudades, concediéndolas fueros y privilegios a costa de la nobleza. La cuarta y última parte de la exposición, titulada “Las expresiones intelectuales y artísticas”, se centra en la importante actividad intelectual desarrollada por este monarca, resaltando la creación de la Universidad de Salamanca, y la olvidada creatividad literaria y musical que surgió en su corte.

Estas cuatro partes sirven de hilo conductor a una impresionante muestra de códices, documentos, restos arqueológicos, monedas, sellos, etc. que han tenido que suponer un colosal esfuerzo a los organizadores, ya que proceden de los cuatro rincones del Reino e incluso de mucho más allá. Y es que no conviene olvidar que Alfonso IX fue un rey viajero que no descuidó ninguno de los territorios que le tocó gobernar, por lo que dejó huella en todos ellos, desde Galicia hasta la Extremadura Leonesa. La exposición está aderezada con varios mapas y paneles en los que se explica de forma resumida prácticamente toda la historia del Reino de León, y cabe reseñar que el centro del edificio está presidido por una imponente y gigantesca representación del león medieval que acompaña a la figura de Alfonso IX en el Tumbo A de Santiago de Compostela.

Para finalizar diré que como historiador me ha parecido una exposición fabulosa, y que me ha dejado un grato sabor de boca. A la entrada se vende un voluminoso catálogo en el que vienen explicadas pormenorizadamente cada una de las piezas, así como una serie de artículos sobre el rey, su reino y su época. A pesar de su precio (40€) es altamente recomendable, porque en cierto sentido es como llevarse la exposición a casa.

Como ya he dicho, es una lástima tener que acudir a Galicia para poder disfrutar de la historia de nuestra tierra sin tergiversaciones. Aunque este tipo de cosas no es algo novedoso: recordemos que para contemplar representaciones de reyes leoneses, salvo la reciente estatua de Alfonso VI de Ponferrada, hay que irse a lugares tan lejanos como Portugal, Cáceres, o diversas ciudades gallegas. Ahora sólo cabe preguntarse qué orientación tendrán los actos, exposiciones, etc. que previsiblemente se realizarán en el año 2010 para festejar el 1100 aniversario del nacimiento del Reino de León, aunque la división política ante este evento no hace presagiar nada bueno. Ojalá nuestros políticos tomen nota de “Alfonso IX y su época”.

SOBRE LA POLÉMICA REINO DE LEÓN - REINO DE GALICIA

05 marzo, 2008

Aunque mucha gente no lo sabe, hay algunos nacionalistas gallegos que tratan de argumentar que en realidad el Reino de León no existió, y que el nombre que éste tenía era en realidad "Reino de Galicia". Pretenden que Galicia fue durante toda la Alta Edad Media el reino preponderante, y que de hecho reyes como Fernando II o Alfonso IX así lo consideraban cuasi-oficialmente. Para ello utilizan documentos medievales en los que se hace referencia a "Gallaecia"o "Gallecie", aunque casi nunca se paran a pensar que prácticamente todos los casos son alusiones retóricas y/o eruditas a la provincia romana homónima (que incluía Galicia, Asturias, y gran parte de León y de Zamora), y no a la Galicia/Galiza que hoy conocemos. Del mismo modo, en esos mismos pergaminos y en otros de la misma época es posible encontrar referencias a Celtiberia, y a otras demarcaciones romanas que evidentemente ya estaban en desuso. Este hecho, sin embargo, es interesante, porque suele dar pistas acerca de la adscripción geográfica de algunos territorios. Por ejemplo, está clara la vinculación del León actual con el Noroeste peninsular prácticamente desde la Prehistoria, y que precisamente por ello los romanos fundaron la provincia de la Gallaecia. Esa realidad socio-geográfica no desapareció del todo en la Edad Media, y es de esperar que, salvo que los políticos consigan lo contrario, así siga siendo por los siglos de los siglos.

Volviendo al tema que nos ocupa, tengo recogidas varias referencias a "Gallecie" en distintos diplomas leoneses.Veamos tres ejemplos (para identificarlos sigo la numeración de "Fuentes y Estudios de Historia Leonesa") :
  • En la Colección Diplomática del Monasterio de Sahagún, en el documento nº7, fechado el 30 de noviembre del año 904, se dice textualmente "...in eclesia in loco Calzata que est sita super ripam fluminis cui nomen est Ceia in finibus Gallecie"
  • El diploma nº76 de la Colección Documental de la Catedral de León, que data del 12 de enero del año 928, el Obispo Fruminio dice "in civitate quo uocitatur Legio, in territorio Gallecie".
  • Nuevamente en Sahagún, en el documento nº 613 de marzo del año 1060 marzo podemos leer: "...uel collegio fratrum Sancti Facundi et Primitivi, in finibus Gallecie, super ripam amnis Ceia..."
Queda claro que en estos tres casos "Gallecie" se refiere a la extinta provincia romana. Es especialmente revelador que en el caso de Sahagún se diga que esta villa o las cercanas se encuentran en los límites de la Gallaecia ("in finibus Gallecie"), porque enlaza con la frontera oriental de la demarcación romana. Esta pervivencia también se puede rastrear en las crónicas musulmanas, ya que en ellas el Reino de León muchas veces recibe el nombre de Galiqiya o similar.

Como ya he dicho, el problema viene cuando por intereses políticos se identifica la Gallaecia con Galicia. Curiosamente, esta confusión ha dado lugar a graves errores entre algunos de los considerados grandes medievalistas españoles. Tal vez el más representativo sea el cometido por Fray Justo Pérez de Urbel. Al editar la Crónica Silense en el año 1959 se encontró este pasaje que describe las acciones de Fernando I cuando acaba de vencer a Vermudo III:
"Fernandus deinceps, extincto Veremudo, a finibus Gallecie veniens obsedit Legionem et omne regnum sue dictione degitur."
Este fragmento despistó al historiador, ya que se montó toda una película en una nota que insertó a pie de página:
"Es extraña esta afirmación de que Fernando llegó a León desde los confines de Galicia; no es, sin embargo, imposible. Después de la batalla de Tamarón, León cerró sus puertas al vencedor durante cerca de un año, y bien pudiera ser que Fernando aprovechase estos meses para someter las provincias del oeste, realizando un verdadero asedio, ante el cual Fernando Laínez, a quienes los documentos consideran como señor de la capital, no tuviera más remedio que capitular. Bien considerado, es esto lo que debió de suceder".
Pues me temo que no fue así. Si Fray Justo hubiera manejado más a menudo la documentación medieval leonesa de la época, no le habría costado deducir que esa frase no hacía referencia al extremo occidental de Galicia, sino al oriental de la Gallaecia, esto es, Sahagún y aledaños, que es la vía de penetración más lógica para un ejército que viene desde Castilla. Lo grave del asunto es que este error de Pérez de Urbel ha sido repetido y amplificado por varios historiadores, y así aparece reflejado en algunos libros.

Esta confusión también es fácilmente apreciable en la reciente traducción de la Crónica Najerense de Juan A. Estévez Sola. En ella, al narrar los enfrentamientos entre Fernando I de León y su hermano García de Navarra, dice que éste último
"sediento de sangre hermana, devastó hostilmente las fronteras que de él [de Fernando, se entiende] podía alcanzar.
Cuando se enteró de ello el rey Fernando, tras reunir un inmenso ejército, se apresura a vengar en los límites de Galicia los ataques de que es objeto su reino".
En este pasaje también queda claro que no se puede interpretar el "Gallecie" del original latino por "Galicia", ya que ésta le quedaba un poco lejos al rey navarro. Es más lógico suponer que como mucho estos ataques llegaron hasta Sahagún.

Volviendo al debate "¿Reino de León o Reino de Galicia?", hace unos días me encontré con un documento en el catálogo del Archivo Histórico Municipal de León que arroja algo de luz sobre esta cuestión. Se trata del nº 268, que está en gallego y data como pronto del siglo XIV (ojo: más de cien años después de la famosa unión de los reinos de León y de Castilla en 1230). En él, el concejo de Santiago de Compostela pide ayuda al de León en un pleito que tiene planteado con un recaudador de impuestos. Curiosamente, no tienen reparos en reconocer a la ciudad de León como "nossa cabeça do regno de León". Os pongo sólo el fragmento que considero más interesante, porque Taliesin ya insertó el texto completo hace unos días en su blog "El Reino Olvidado". La transcripción la realizó mi antiguo profesor de Archivística, el malogrado José Antonio Martín Fuertes.

[...] Johán Pérez en nossa concórdia, porque nosso sennor el rey manda que nos paguemos as fosa/[dey]ras e moeda e seruiços segund o que se pone en essa uossa cidade e terra, segund o veredes per lo traslado da carta do / dito sennor rey [que] uos enviamos mostrar, comsentemos por partir contenda et porque uos sodes nossa cabeça / do regno de León et porque nos auemos de fazer o foro que uos fezerdes, que uos anviássemos todo esto mostrar / por que uos liurásedes entre nos et o dito Johán Pérez.

Bueno, un ejemplo de que Santiago, que era considerada la capital de Galicia, reconocía a la ciudad de León como cabeza de su Reino, que no era otro que el de León. Supongo que esto no gustará demasiado a esa parte de los nacionalistas de la que os hablaba al principio. Los demás nos quedaremos como antes.


Para más información, os recomiendo estos dos libros míos: