Arde León

07 agosto, 2005

Hoy, a la vuelta de un encuentro con los chicos de Furmientu en el Poyo de Aliste, he podido contemplar el humo de los incendios que está asolando la Provincia de León. Pocas cosas hay más desoladoras que un monte tras el paso del fuego: aún recuerdo la honda impresión que me causó el incendio de la Sierra de Gata de 1992, ya que allí se organizaba el campamento al que acudía todos los veranos. Ahora, cada vez que veo un bosque de pinos, no puedo evitar pensar con tristeza que su inexorable destino es ser pasto de las llamas. Pero, en fin; ¿no estamos destinados todos a ser pasto para los gusanos? (CADAVER=CAro DAta VERmiis, carne dada a los gusanos)

Mapas antiguos de España (XIII)

05 agosto, 2005

Mapa francés de 1684. A los límites de los reinos y territorios se les añade el escudo. Extremadura aparece con nombre propio, pero está englobada dentro de Castilla la Nueva una vez más. Cantabria sigue sin aparecer con entidad propia, y se la "comen" Asturias y Vizcaya. En cuanto a León, no sé si os habéis fijado en que en casi todos los mapas su frontera occidental está señalada por el río Burbia, o por la Sierra de las Peñas del Rastro, con lo que la parte más occidental de la actual Provincia aparece formando parte de Galicia. Así, Villafranca siempre aparece en la frontera de ambos reinos, y pronto veremos ejemplos en los que esta localidad tan leonesa, e incluso Cacabelos, figuran en la parte gallega del mapa.

1684

¿Ocho, nueve, o diez planetas?

02 agosto, 2005

Noticia aparecida en http://www.elmundo.es La he extractado un poco, y al final he puesto mis opiniones al respecto:

"MADRID.- Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón... ¿y 2003 UB313? ¿O habrá que quitar a este último y también a Plutón de la lista de planetas del Sistema Solar?

Días después de que unos astrónomos de la NASA anunciaran el descubrimiento del que podría ser el décimo planeta del Sistema Solar, la Unión Astronómica Internacional (IAU) ha anunciado que tendrá lista esta semana su nueva definición de planeta, que podría aumentar la lista a casi veinte o dejar definitivamente fuera a Plutón, para quedarnos sólo con siete' vecinos'(...)

Y es que la cuestión, desde hace años, reside en si Plutón debe o no considerarse un planeta. Descubierto en 1930 por el astrónomo estadounidense Clyde Tombaugh, tiene tan sólo 2.200 kilómetros de diámetro, lo que en su día valió para ser catalogado como planeta, aunque hoy en día ese tamaño le habría supuesto quedar fuera de la 'primera división' del Sistema Solar.

El planeta 2003-UB313 -bautizado extraoficialmente por sus descubridores con el nombre de 'Xena'- es 1,5 veces más grande que Plutón, la temperatura en la superficie se supone muy cercana al cero absoluto (-273ºC) y como éste planeta, está localizado en el cinturón de asteroides de Kuiper, aunque mucho más lejos del Sol que nuestro 'vecino' oficial. De hecho, su órbita es tan amplia que tarda unos 560 años 'terrestres' en dar una vuelta alrededor del sol.(...)

El problema, según la comunidad científica, es la ausencia de una definición concreta de lo que es un planeta, un trabajo en el que una comisión de la IAU lleva trabajando más de un año, y que espera tener lista esta semana, a toda prisa después del anuncio del descubrimiento de 'Xena'."


¿Queréis saber mi opinión? En realidad Plutón no merece ser considerado un planeta: es más pequeño incluso que nuestra Luna y es el único de los nueve cuya órbita no está en la eclíptica (el plano que corta al Sol). Merecería más pertenecer al Cinturón de Kuiper, por lo que habría que borrarlo de la lista de planetas del Sistema Solar. Pero seguro que la Unión Astronómica Internacional no se atreve a tanto: ya lo intentó hace unos años, y hubo una campaña internacional de recogida de firmas contra tal medida, con lo que Plutón sigue formando parte (teóricamente) de la familia solar. El único respeto que me merece Plutón como planeta es su enorme satélite Caronte, casi tan grande como él; pero no lloraré si la UAI lo descalifica.


Portada del Madoz

Como curiosidad, os adjunto la portada del Madoz (ver artículo anterior: "¿Cruz de Fierro o Cruz de Ferro?"). En ella vienen unos medallones o escudos con las regiones españolas: la de León está en el centro a la izquierda, y aparece compuesta por León, Oviedo (!!) , Salamanca y Zamora. En todo caso, imagino que la inclusión de Oviedo responde a que no querían tener que poner un escudo para Asturias en exclusiva.

¿Cruz de Fierro o Cruz de Ferro?

Últimamente se ha vuelto a reavivar la polémica sobre si el nombre correcto es "Cruz de Fierro" ("hierro" en leonés) o "Cruz de Ferro" (lo mismo, en gallego). Es ridículo pensar que el gallego se ha extendido hasta tan lejos (que es lo algunos galleguistas defienden), pero, no obstante, muchos periodistas utilizan la segunda denominación. Pues bien: hoy mismo, en el Archivo Histórico Provincial, hojeando la edición original del "Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de Ultramar" (más conocido por el apellido de su autor, Pascual Madoz), me he encontrado la siguiente referencia en la descripción de León (pinchad sobre la imagen para obtenerla a mayor resolución):
Es decir, que está claro que el nombre reconocido en 1847 es el de "Cruz de Fierro", con lo que "Cruz de Ferro" es un neologismo reciente utilizado con intenciones pseudopolíticas. Fin de la polémica.

Novedad: Trivial de Historia del Reino de León

01 agosto, 2005

Hoy he añadido una novedad a la página: un Trivial sobre Historia del Reino de León. De momento sólo tiene 25 preguntas, pero pienso irlas ampliando con el tiempo. El nivel de algunas es un poco alto, aunque existe la posibilidad de elegir una respuesta entre tres. Encontareis el botón para iniciarlo en la barra lateral, debajo de "About me". Quisiera agradecer a los chicos de EEN esta iniciativa, ya que ellos fueron los primeros que me condujeron a la página donde se crean estos Trivial.

Mapas antiguos de España (XII)

Este mapa italiano es de 1677; reinaba el nefasto Carlos II ("El Hechizado"), y ya hacía más de treinta años que Portugal había obtenido su tan ansiada independencia de España. Extremadura aparece configurada prácticamente como en la actualidad, justo al sur del "Regno di Leone".

1677

La Bandera Medieval del Reino de León

29 julio, 2005

Hoy quiero mostraros el artículo sobre la bandera medieval del Reino de León que me publicaron hace unos meses en el Diario de León . Este artículo puede utilizarse para su difusión en cualquier medio, a condición de que se mencione su autoría.
2005(c) Ricardo Chao

Algunas monedas con tipos de leones. A: Alfonso VII
B: Fernando II, C: Alfonso IX

Antes de abordar el tema de la bandera medieval del reino, primero conviene que hablemos de su símbolo. El león aparece documentado por vez primera en las monedas acuñadas por Alfonso VII, el Emperador (1126-1157). Hasta este momento, el signo preponderante utilizado por los reyes leoneses en sus documentos y monedas era la cruz, pero a partir de ahora, ésta se irá viendo desplazada paulatinamente por el león. Al final del reinado de Alfonso VII, este animal también empezará a aparecer en los documentos regios como signo personal del monarca, y se hará omnipresente durante los reinados de Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-1230).

La primera referencia escrita del león como símbolo personal del rey y, por ende, del reino, la encontramos en la Chronica Adefonsi Imperatoris, coetánea de Alfonso VII. En ella, al describir los ejércitos que participan en la toma de Almería, se dice literalmente: “(...)la florida caballería de la ciudad de León, portando los estandartes, irrumpe como un león (...) Como el león supera a los demás animales en reputación, así ésta supera ampliamente a todas las ciudades en honor. Sus distintivos, que protegen contra todos los males, están en los estandartes y en las armas del emperador; se cubren de oro cuantas veces se llevan al combate” (traducción de Maurilio Pérez González). Aquí hay que destacar un aspecto que muchas veces no se ha tenido en cuenta: el león es el símbolo más antiguo que existe de un reino en Europa, y es anterior al castillo de Castilla, a los tres “leopardos” ingleses y a las flores de lis francesas. Si el Emperador lo llevaba en sus estandartes y armas (escudo, sobrevesta), era debido a que León tenía la preponderancia en el reino. Cuando en otras partes de la Chronica se alude al izado de los estandartes reales en las plazas tomadas a los enemigos, evidentemente se está refiriendo a unas banderas en las que campa el león. Mucho se ha discutido acerca de si este animal representaba al rey o al reino: en el primer caso serviría para simbolizar la fuerza del soberano, pero parece más clara la identificación entre las palabras Legio y Leo que llevaría a la adopción del felino como imagen de la ciudad y del Reino. A favor de esta segunda hipótesis está el hecho de que en la Chronica el autor rima las palabras legionis - leonis.

Pero, ¿cómo era este león? ¿De qué color era la bandera? Contra lo que mucha gente pudiera pensar, no tenía mucho que ver con la tan querida bandera leonesa actual. En primer lugar, el león no era rampante, sino pasante. Todos los leones que aparecen en las monedas, signos rodados y sellos de los reyes leoneses son pasantes (unas veces orientados hacia la derecha, y otras hacia la izquierda). Sólo hay dos excepciones: los que aparecen en los escudos de Fernando II y Alfonso IX en sus respectivas representaciones del Tumbo A de la Catedral de Santiago. En estos casos, se puede apreciar que son leones rampantes, pero el motivo está claro: las figuras heráldicas siempre han de disponerse de forma que ocupen la mayor parte del campo. En el caso de un escudo, es evidente que un león pasante ocuparía sólo un tercio del campo, mientras que si lo ponemos en posición vertical, y lo agrandamos, ocupará todo el espacio disponible (después de todo, un león rampante no deja de ser un león pasante puesto en posición vertical). Así también se cumplía la norma de horror vacui tan en boga en la Edad Media (en la Historia del Arte, el término horror vacui describe el relleno de todo espacio vacío en una obra de arte con algún tipo de diseño o imagen).

¿Cuál era el color del león? En esas mismas representaciones del Tumbo A, debajo de ambos reyes aparecen sendos leones pasantes en actitud de ataque: su color es el morado - púrpura. En el caso de Alfonso IX, este león casi parece enmarcado en una bandera cuyo fondo sería de color blanco y que tendría una orla de color morado claro. Además, en el escudo que porta el monarca el león es de ese mismo color purpurado, y el fondo es de color blanco o plateado. Los mismos colores presentan los dos leones pasantes que aparecen en los arzones de la silla de montar. Según las normas de la Heráldica, a una figura de color púrpura le corresponde el campo (o fondo) de plata, que puede aparecer como blanco. Esta hipótesis se ve corroborada por el uso que se hizo del león en los escudos y estandartes cuartelados de Fernando III y Alfonso X, ya después de la unión con la Corona de Castilla (1230). En ellos, junto a los recientemente creados castillos de oro sobre campos de gules (fondo rojo), los leones son de color púrpura o morado, sobre campo de plata. Es de destacar que en los cuartelados no había sitio para dos leones pasantes, por lo que se les dispuso como rampantes para ocupar por completo los cuarteles que les correspondían. Esta es la disposición de los leones que nos ha llegado. Como se habrá podido observar, en ningún momento se ha hablado de una corona sobre la cabeza del león: este uso todavía es más posterior, ya que no aparece en monedas, sellos ni otras representaciones hasta Sancho IV (1284-1295).

Resumiendo: la bandera medieval del Reino de León básicamente consistía en un león pasante de color púrpura que ocupaba la mayor parte del campo de la bandera. El fondo era de color blanco, o gris muy claro (=plata). Bajo esta bandera combatieron los ejércitos gallegos, leoneses, asturianos, extremeños, e incluso los castellanos en época de Alfonso VII. Con la división del reino que determinó este rey, León conservó este signo, pero Castilla se vio obligada a crearse uno nuevo. Parece que al principio los castellanos utilizaron una simple cruz, pero, tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), Leonor Plantagenet (esposa de Alfonso VIII) diseñó el famoso castillo dorado sobre campo rojo. La elección de los colores no fue al azar: Leonor estaba acostumbrada a los leones de oro sobre campo de gules de su dinastía, y además, estos colores contrastaban grandemente con los de los leoneses en el campo de batalla.

Tras la unión de las dos Coronas, León continuó existiendo como Reino, al igual que Galicia, Castilla, etc. Una de las pocas representaciones de la bandera de León como tal aparece en el cortejo fúnebre de Carlos V dibujado por Jean y Lucas Doetecum en 1559: en ella hay un león rampante púrpura con corona de oro sobre fondo blanco. Un león con los mismos colores figura en un plato de Manises del siglo XV. Hemos de suponer que, al menos al principio, la bandera que se tremolaba en León con ocasión de la proclamación de un nuevo rey debía ser semejante a la del cortejo mencionado. Y es que León tenía el privilegio de tremolar su propio pendón en lugar del de Castilla, que era el que se utilizaba en la práctica totalidad de la Corona en estas solemnes ocasiones.

Pero, entonces, ¿de dónde surge la bandera actual? No lo sabemos, pero probablemente no es tan antigua como algunos piensan. En primer lugar, conviene recordar que diseñar las banderas con el símbolo “encerrado” en un escudo en el centro responde a un uso heráldico bastante tardío. En segundo lugar, la primera descripción de un pendón semejante la encontró Waldo Merino en el acta de 18 de febrero de 1789 del Libro de Acuerdos Municipales (Filandón del Diario de León del 5 de junio de 1987); en ella se dice que el pendón de la ciudad era de color carmesí, con 6 tarjetas o pequeños escudos con sendos leones de oro, plata y seda. Sabemos que el pendón se solía renovar en cada proclamación de un nuevo rey, y así el número de escudos variaba en cada ocasión. De la misma época que el mencionado por Merino, o un poco posterior, es el pendón que se conserva en el despacho del alcalde, que consta de un escudo con un león rampante dorado en el centro, y dos más pequeños en las puntas, bordados sobre una tela de damasco de color carmesí. En mi opinión, éste era el pendón de la ciudad de León y, con el paso del tiempo, y con algunas minúsculas variaciones, acabó representando a toda la Provincia y a la Región. Recordemos que el pendón del que estamos hablando es el que se utilizó como modelo en el siglo XIX para confeccionar la actual bandera leonesa.


Mapas antiguos de España (XI)

28 julio, 2005

Y, por fin, aparece el Reino de León clásico en el año 1663, con Zamora completa, y Salamanca. El mapa es francés, y lo llama Royau(me) de Leon. A partir de esta fecha, en ningún mapa oficial faltarán las tres provincias leonesas, aunque en ocasiones veremos cómo se le añaden Palencia y Valladolid.
Lo que todavía no tenían muy claro era la frontera norte de Extremadura.

1663

Del "Destino" y de la falsedad de la Ley de Murphy

27 julio, 2005

No hay duda de que la vida funciona a base de casualidades, pero este hecho induce a mucha gente a creer en la existencia de una especie de Destino (así, con mayúscula) que guía con meticulosa precisión nuestros pasos. Ello ocurre porque casi nunca somos conscientes de las otras casualidades que pudieron producirse, pero que nunca se llevaron a cabo. Me explico: tal vez un día se dio la afortunada coincidencia de que el chico X conoció a la chica Y gracias a que X perdió su autobús habitual, y se vio obligado a coger otro, donde ¡oh, casualidad!, viajaba Y. Por el camino X e Y trabaron conversación y acabaron congeniando, de modo que, al cabo de un tiempo, ambos llegaron a casarse y a fundar una familia feliz. Puede que a X y a Y les parezca que esa sucesión de casualidades estuvo predeterminada por el Destino, pero en realidad ello se debe a que ambos desconocen las otras casualidades que se habrían dado en el caso de que X no hubiese perdido su autobús: tal vez, si lo hubiese cogido a tiempo, X habría llegado a su parada habitual, habría comprado un billete de lotería como era su costumbre, y ¿por qué no? podría haber sido afortunado y haber ganado el Gordo en el siguiente sorteo, con lo que su vida habría dado un giro totalmente diferente del que dio al conocer a su amada Y. Seguro que en este caso, X hubiera seguido creyendo en el Destino, cuando en realidad la vida es puro azar.
Cambiando ligeramente de tema, resulta curioso que tan sólo nos fijemos en las casualidades y azares que en cierto modo cambian nuestra rutina diaria, mientras que no reparamos en los que hacen que las cosas salgan bien. En este hecho se basa la falsa, manoseada y archiconocida Ley de Murphy, según la cual, si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto no es cierto en absoluto: lo que ocurre es que sólo nos fijamos en las ocasiones en que si algo podía salir mal, salió mal. Si, por el contrario, salió bien, no reparamos en ello, ya que parece que tenemos cierta tendencia a registrar en nuestra memoria las veces en que las cosas se tuercen. Ejemplo: una mañana se nos cae la tostada que estábamos untando de mermelada para el desayuno, y resulta que cae al suelo por la parte untada, con lo cual dedicamos unos cuantos juramentos al evento. Dos días más tarde, la tostada del desayuno se nos cae de nuevo, pero esta vez somos afortunados y lo hace por el lado sin untar: seguramente nos limitaremos a recogerla, satisfechos, y seguiremos desayunando sin dar más importancia al suceso. Una semana después se nos vuelve a caer la tostada (qué le vamos a hacer; somos torpes), y esta vez la fatilidad hace que -¡chof!- vuelva a tocar el suelo con la parte de la mermelada. Enfadados, murmuramos la consabida frase "¡Murphy tenía razón!", ya que ni siquiera recordaremos la ocasión en lo que no ocurrió lo mismo porque ya lo habremos borrado de nuestra memoria. En la situación en que algo puede salir mal, tenemos tendencia a recordar sólo las casualidades negativas (aquellas que rompen el apacible devenir de las cosas). En realidad, la Ley de Murphy no existe: su lugar lo ocupa un mecanismo psicológico. Haced la prueba, y fijaros la próxima vez en que vayais a hacer algo en lo que haya una pequeña posibilidad de que salga mal: si sale bien, como es de esperar, veréis que rápido os olvidais. Si, por el contrario, sale mal, enseguida estareis invocando a Murphy. ¡Seguro!
Seguro que este hombre no se acuerda de todas las veces en que no había nadie fumando a su lado en el restaurante

PD: Espero que me perdoneis esta paranoia, pero hacía tiempo que quería escribir sobre ello.