Cambiando ligeramente de tema, resulta curioso que tan sólo nos fijemos en las casualidades y azares que en cierto modo cambian nuestra rutina diaria, mientras que no reparamos en los que hacen que las cosas salgan bien. En este hecho se basa la falsa, manoseada y archiconocida Ley de Murphy, según la cual, si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto no es cierto en absoluto: lo que ocurre es que sólo nos fijamos en las ocasiones en que si algo podía salir mal, salió mal. Si, por el contrario, salió bien, no reparamos en ello, ya que parece que tenemos cierta tendencia a registrar en nuestra memoria las veces en que las cosas se tuercen. Ejemplo: una mañana se nos cae la tostada que estábamos untando de mermelada para el desayuno, y resulta que cae al suelo por la parte untada, con lo cual dedicamos unos cuantos juramentos al evento. Dos días más tarde, la tostada del desayuno se nos cae de nuevo, pero esta vez somos afortunados y lo hace por el lado sin untar: seguramente nos limitaremos a recogerla, satisfechos, y seguiremos desayunando sin dar más importancia al suceso. Una semana después se nos vuelve a caer la tostada (qué le vamos a hacer; somos torpes), y esta vez la fatilidad hace que -¡chof!- vuelva a tocar el suelo con la parte de la mermelada. Enfadados, murmuramos la consabida frase "¡Murphy tenía razón!", ya que ni siquiera recordaremos la ocasión en lo que no ocurrió lo mismo porque ya lo habremos borrado de nuestra memoria. En la situación en que algo puede salir mal, tenemos tendencia a recordar sólo las casualidades negativas (aquellas que rompen el apacible devenir de las cosas). En realidad, la Ley de Murphy no existe: su lugar lo ocupa un mecanismo psicológico. Haced la prueba, y fijaros la próxima vez en que vayais a hacer algo en lo que haya una pequeña posibilidad de que salga mal: si sale bien, como es de esperar, veréis que rápido os olvidais. Si, por el contrario, sale mal, enseguida estareis invocando a Murphy. ¡Seguro!
Del "Destino" y de la falsedad de la Ley de Murphy
27 julio, 2005
No hay duda de que la vida funciona a base de casualidades, pero este hecho induce a mucha gente a creer en la existencia de una especie de Destino (así, con mayúscula) que guía con meticulosa precisión nuestros pasos. Ello ocurre porque casi nunca somos conscientes de las otras casualidades que pudieron producirse, pero que nunca se llevaron a cabo. Me explico: tal vez un día se dio la afortunada coincidencia de que el chico X conoció a la chica Y gracias a que X perdió su autobús habitual, y se vio obligado a coger otro, donde ¡oh, casualidad!, viajaba Y. Por el camino X e Y trabaron conversación y acabaron congeniando, de modo que, al cabo de un tiempo, ambos llegaron a casarse y a fundar una familia feliz. Puede que a X y a Y les parezca que esa sucesión de casualidades estuvo predeterminada por el Destino, pero en realidad ello se debe a que ambos desconocen las otras casualidades que se habrían dado en el caso de que X no hubiese perdido su autobús: tal vez, si lo hubiese cogido a tiempo, X habría llegado a su parada habitual, habría comprado un billete de lotería como era su costumbre, y ¿por qué no? podría haber sido afortunado y haber ganado el Gordo en el siguiente sorteo, con lo que su vida habría dado un giro totalmente diferente del que dio al conocer a su amada Y. Seguro que en este caso, X hubiera seguido creyendo en el Destino, cuando en realidad la vida es puro azar.
Cambiando ligeramente de tema, resulta curioso que tan sólo nos fijemos en las casualidades y azares que en cierto modo cambian nuestra rutina diaria, mientras que no reparamos en los que hacen que las cosas salgan bien. En este hecho se basa la falsa, manoseada y archiconocida Ley de Murphy, según la cual, si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto no es cierto en absoluto: lo que ocurre es que sólo nos fijamos en las ocasiones en que si algo podía salir mal, salió mal. Si, por el contrario, salió bien, no reparamos en ello, ya que parece que tenemos cierta tendencia a registrar en nuestra memoria las veces en que las cosas se tuercen. Ejemplo: una mañana se nos cae la tostada que estábamos untando de mermelada para el desayuno, y resulta que cae al suelo por la parte untada, con lo cual dedicamos unos cuantos juramentos al evento. Dos días más tarde, la tostada del desayuno se nos cae de nuevo, pero esta vez somos afortunados y lo hace por el lado sin untar: seguramente nos limitaremos a recogerla, satisfechos, y seguiremos desayunando sin dar más importancia al suceso. Una semana después se nos vuelve a caer la tostada (qué le vamos a hacer; somos torpes), y esta vez la fatilidad hace que -¡chof!- vuelva a tocar el suelo con la parte de la mermelada. Enfadados, murmuramos la consabida frase "¡Murphy tenía razón!", ya que ni siquiera recordaremos la ocasión en lo que no ocurrió lo mismo porque ya lo habremos borrado de nuestra memoria. En la situación en que algo puede salir mal, tenemos tendencia a recordar sólo las casualidades negativas (aquellas que rompen el apacible devenir de las cosas). En realidad, la Ley de Murphy no existe: su lugar lo ocupa un mecanismo psicológico. Haced la prueba, y fijaros la próxima vez en que vayais a hacer algo en lo que haya una pequeña posibilidad de que salga mal: si sale bien, como es de esperar, veréis que rápido os olvidais. Si, por el contrario, sale mal, enseguida estareis invocando a Murphy. ¡Seguro!
Cambiando ligeramente de tema, resulta curioso que tan sólo nos fijemos en las casualidades y azares que en cierto modo cambian nuestra rutina diaria, mientras que no reparamos en los que hacen que las cosas salgan bien. En este hecho se basa la falsa, manoseada y archiconocida Ley de Murphy, según la cual, si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto no es cierto en absoluto: lo que ocurre es que sólo nos fijamos en las ocasiones en que si algo podía salir mal, salió mal. Si, por el contrario, salió bien, no reparamos en ello, ya que parece que tenemos cierta tendencia a registrar en nuestra memoria las veces en que las cosas se tuercen. Ejemplo: una mañana se nos cae la tostada que estábamos untando de mermelada para el desayuno, y resulta que cae al suelo por la parte untada, con lo cual dedicamos unos cuantos juramentos al evento. Dos días más tarde, la tostada del desayuno se nos cae de nuevo, pero esta vez somos afortunados y lo hace por el lado sin untar: seguramente nos limitaremos a recogerla, satisfechos, y seguiremos desayunando sin dar más importancia al suceso. Una semana después se nos vuelve a caer la tostada (qué le vamos a hacer; somos torpes), y esta vez la fatilidad hace que -¡chof!- vuelva a tocar el suelo con la parte de la mermelada. Enfadados, murmuramos la consabida frase "¡Murphy tenía razón!", ya que ni siquiera recordaremos la ocasión en lo que no ocurrió lo mismo porque ya lo habremos borrado de nuestra memoria. En la situación en que algo puede salir mal, tenemos tendencia a recordar sólo las casualidades negativas (aquellas que rompen el apacible devenir de las cosas). En realidad, la Ley de Murphy no existe: su lugar lo ocupa un mecanismo psicológico. Haced la prueba, y fijaros la próxima vez en que vayais a hacer algo en lo que haya una pequeña posibilidad de que salga mal: si sale bien, como es de esperar, veréis que rápido os olvidais. Si, por el contrario, sale mal, enseguida estareis invocando a Murphy. ¡Seguro!
Seguro que este hombre no se acuerda de todas las veces en que no había nadie fumando a su lado en el restaurante
PD: Espero que me perdoneis esta paranoia, pero hacía tiempo que quería escribir sobre ello.Mapas antiguos de España (X)
Imagino que os habréis dado cuenta del cambio de apariencia del Blog: espero que os guste (se agradecen los comentarios).
El presente mapa es del año 1652 según la fuente de la que lo extraje, pero la fecha se ve claramente en dos lugares y no corresponde a ese año; en realidad es de 1631 (y de hecho, el escudo todavía incluye a Portugal dentro de España) Así, no es de extrañar que se vuelva a la situación anterior, donde el Reino de León se extiende tan sólo hasta el Duero. Como hemos visto, esta es la situación normal hasta los años treinta del siglo XVII; pero en dicha década los cartógrafos incluyeron a Asturias dentro del Reino. Tengo otro mapa de 164- en que se repite lo mismo, con lo cual ya deja de ser anecdótico.
El presente mapa es del año 1652 según la fuente de la que lo extraje, pero la fecha se ve claramente en dos lugares y no corresponde a ese año; en realidad es de 1631 (y de hecho, el escudo todavía incluye a Portugal dentro de España) Así, no es de extrañar que se vuelva a la situación anterior, donde el Reino de León se extiende tan sólo hasta el Duero. Como hemos visto, esta es la situación normal hasta los años treinta del siglo XVII; pero en dicha década los cartógrafos incluyeron a Asturias dentro del Reino. Tengo otro mapa de 164- en que se repite lo mismo, con lo cual ya deja de ser anecdótico.
Mapas antiguos de España (IX)
26 julio, 2005
Este es muy similar al que os presenté ayer, con la salvedad de que es francés. León aparece como "Legio", e incluye a Asturias de nuevo, aunque sólo tengo un ejemplo más en el que ocurra esto. Tal vez algún día haga un dosier con estos mapas y se lo envíe a los de Tierra Comunera para que aprendan algunas cosinas sobre el pasado de España. Tampoco estaría de más enviárselo a algún presunto historiador pagado por la Junta.
Mapas antiguos de España (VIII)
25 julio, 2005
Podría poneros más de media docena de mapas que son muy similares hasta los ahora presentados, así que trataré de exponer sólo los más peculiares. Este es de 1631, y trae las divisiones de los reinos marcadas en diferentes colores. Hay una curiosa novedad respecto al Reino de León: sigue llegando hasta el Duero por el Sur, pero el autor ha ampliado su frontera Norte hasta el Cantábrico, de forma que Asturias figura como región leonesa. Eso sí, no desaparece su nombre, aunque figura en caracteres más pequeños que de costumbre (lo mismo que Extremadura respecto a Castilla la Nueva). ¡León tenía mar! Pero no nos engañemos: el presente mapa es una rareza, y sólo he encontrado otro que refleje esta situación. Melow, no te preocupes, que ya queda menos para que aparezca Salamanca.
Milenio 3 hace el ridículo con la Luna
24 julio, 2005
(foto: la cara oculta de la Luna)
Esta noche Milenio 3 ha vuelto a demostrar que quiere convertirse en un programa de humor. Porque sólo así se puede entender el bodrio con el que han ensuciado la atmósfera dando pábulo a la infantiloide teoría de que el hombre no ha llegado nunca a la Luna, y que todas las imágenes y datos de las misiones Apolo son un fraude. El verdadero fraude es que en España se pueda emitir un programa tan bochornoso y se intente presentar como algo serio. El ridículo llegó a su punto álgido cuando hablaron del documental "El lado Oscuro de la Luna" como si demostrara su tesis conspiranoica, cuando la verdad es que se ríe descaradamente de los ignorantes carentes de espíritu crítico como Iker Jiménez (presunto periodista y perpetrador del espacio radiofónico). Sólo hay una explicación para una situación tan patética: o bien los "responsables" del programa no vieron el final del documental, o bien nunca lo han visto (lo que no les impide opinar como si lo hubieran hecho). En todo caso, una muestra más del "rigor" de las tonterías de las que se habla en los programas fabricantes de misterios.
Para los interesados en el tema, recomiendo la visita a la página de la NASA que contiene multitud de mapas, fotografías, etc. de las misiones lunares. Y si no acaba de convenceros, visitad esta página, o esta otra, donde se desmonta punto por punto toda la teoría conspiranoica.
Si queréis conocer otros gazapos mayúsculos de Iker Jiménez, leed este artículo de la magnífica página Magonia. Por cierto, en esa misma página hay otro demoledor artículo sobre las conspiranoias lunares. Y otro sobre las manipulaciones y mentiras vertidas al respecto.Por supuesto, no hubo ni una sola referencia a estas páginas en todo el programa, aunque sí se habló largo y tendido de las conspiranoicas. Resulta cuando menos curioso que esta gente sea tan escéptica en un asunto tan "material" y fácil de demostrar, y luego se traguen todos los cuentos de teleplastias, OVNIS extraterrestres, chupacabras, espíritus, y demás mitologías contemporáneas.
PD: Y si queréis echar unas risas a costa de estos tolones, visitad este sitio.
Mapas antiguos de España (VII) (Y algunas reflexiones)
21 julio, 2005
Este precioso mapa de 1625 incluye una división de los reinos y territorios por colores, por lo que las fronteras están muy claras. León, una vez más, supera los límites de la actual provincia por el sur y llega hasta el Duero, aunque en cambio pierde el extremo más occidental de El Bierzo. Asturias figura con identidad propia; no así Extremadura, que una vez más es incluida en Castilla la Nueva (Castilia Newe en el inglés antiguo en el que está el mapa). A los lados nuevamente figuran ilustraciones de los paisanos y paisanas de España de la época, y en la parte superior, de algunas ciudades.
Volviendo al presente, no deja de llamar la atención que un territorio tan histórico como es el Reino de León simplemente haya desaparecido desde 1983, y que tan sólo perdure como apellido de la comunidad autónoma más grande, despoblada, desarticulada, ineficaz y pesimista de toda España. A mucha gente (periodistas, políticos...) le resultan extrañas las reivindicaciones leonesistas, y se preguntan en voz alta si no sería mejor aparcar las discusiones sobre identidad, y ponerse a trabajar todos juntos en la solución a los mismos problemas. Disiento totalmente de este punto de vista: la identidad es lo primero. Sin identidad, no hay ilusiones ni ganas de trabajar en común. Sin identidad, vence el pesimismo, y eso es lo que hoy en día vive la sociedad leonesa. Mientras los señores de la Junta no sean capaces de ver una realidad tan evidente, seguirán tirando millones de euros al año en sumideros como la Fundación Villalar intentando convencer a los leoneses de que en realidad León no existió nunca, y de que hemos sido castellanoleoneses desde 1230 (o antes, incluso) Lo que más me duele es que ese dinero que están tirando no es el suyo: es el de todos.
Volviendo al presente, no deja de llamar la atención que un territorio tan histórico como es el Reino de León simplemente haya desaparecido desde 1983, y que tan sólo perdure como apellido de la comunidad autónoma más grande, despoblada, desarticulada, ineficaz y pesimista de toda España. A mucha gente (periodistas, políticos...) le resultan extrañas las reivindicaciones leonesistas, y se preguntan en voz alta si no sería mejor aparcar las discusiones sobre identidad, y ponerse a trabajar todos juntos en la solución a los mismos problemas. Disiento totalmente de este punto de vista: la identidad es lo primero. Sin identidad, no hay ilusiones ni ganas de trabajar en común. Sin identidad, vence el pesimismo, y eso es lo que hoy en día vive la sociedad leonesa. Mientras los señores de la Junta no sean capaces de ver una realidad tan evidente, seguirán tirando millones de euros al año en sumideros como la Fundación Villalar intentando convencer a los leoneses de que en realidad León no existió nunca, y de que hemos sido castellanoleoneses desde 1230 (o antes, incluso) Lo que más me duele es que ese dinero que están tirando no es el suyo: es el de todos.
Mapas antiguos de España (VI)
19 julio, 2005
En este mapa de 1617 si que está claro que el Reino de León sólo llega hasta el Duero. Se le denomina "Leon". Al mapa le acompañan, a la izquierda representaciones de varones típicos españoles, y a la derecha, mujeres. Arriba y abajo aparecen algunas de las ciudades más importantes de la España de la época (no busquéis ninguna de la Región Leonesa, que por entonces estaban de capa caída).
Estos días ando muy liado, pero espero que pronto pueda hacer un artículo más sobre documentos en los que se sigue hablando del Reino de León hasta el siglo XIX. Incluso he encontrado referencias a instituciones leonesas bastante desconocidas. Ya os contaré.
Estos días ando muy liado, pero espero que pronto pueda hacer un artículo más sobre documentos en los que se sigue hablando del Reino de León hasta el siglo XIX. Incluso he encontrado referencias a instituciones leonesas bastante desconocidas. Ya os contaré.
El Sol, estrella de tercera generación
¿Sabíais que casi en el mismo lugar donde ahora está el Sol hubo dos estrellas anteriormente? Es decir, que el Sol en realidad es una estrella de tercera generación. Ya se sabía que al menos tenía que ser de segunda generación, debido a la presencia de elementos pesados en nuestro Sistema Solar (y aquí hay que incluir a prácticamente TODOS los átomos que nos rodean y que componen nuestro cuerpo). Y es que esos elementos sólo se pueden producir en el corazón de estrellas supermasivas de corta vida, lo que no es el caso de nuestro astro rey.
La primera estrella estaba compuesta casi exclusivamente de hidrógeno, pero era tan masiva que la presión en su interior alcanzó límites que casi no podemos imaginar, de tal forma que algunos átomos se transformaron en otros debido a los intercambios de partículas subatómicas. Tras unos escasos millones de años de vida, la inestable estrella explotó en forma de nova o supernova. Pasado un tiempo, la gravedad hizo su trabajo y fue atrayendo la nube de gas resultante prácticamente en el mismo lugar que la fenecida estrella. Cuando la presión fue lo suficientemente grande, se encendió de nuevo el horno nuclear y nació la segunda estrella. Este astro de segunda generación también estaba compuesto mayoritariamente por hidrógeno, pero ya había trazas de más elementos. También fue una estrella supermasiva, y en su núcleo la presión creó elementos todavía más pesados. Ignoramos si tuvo tiempo de desarrollar una cohorte de planetas, pero probablemente no, ya que tras una corta e inestable vida también estalló en forma de supernova.
El proceso de acreción se repitió una vez más gracias a la gravedad, y surgió una nueva estrella: nuestro querido Sol, también compuesto mayormente de hidrógeno, pero con importante presencia de elementos más pesados. Hay unos testigos de excepción de todo este proceso: las condritas carbonáceas, un tipo de meteoritos en cuyo interior se conservan cóndrulos o inclusiones de elementos (calcio, aluminio, titanio, e incluso ¡moléculas orgánicas!) cuya existencia es anterior a la del propio Sol (ver imagen de la derecha).
NOTA: He escrito este artículo de memoria, por lo que puede contener incorrecciones. Si creéis encontrar alguna, agradecería que me lo notificarais. Gracias.
El proceso de acreción se repitió una vez más gracias a la gravedad, y surgió una nueva estrella: nuestro querido Sol, también compuesto mayormente de hidrógeno, pero con importante presencia de elementos más pesados. Hay unos testigos de excepción de todo este proceso: las condritas carbonáceas, un tipo de meteoritos en cuyo interior se conservan cóndrulos o inclusiones de elementos (calcio, aluminio, titanio, e incluso ¡moléculas orgánicas!) cuya existencia es anterior a la del propio Sol (ver imagen de la derecha).
NOTA: He escrito este artículo de memoria, por lo que puede contener incorrecciones. Si creéis encontrar alguna, agradecería que me lo notificarais. Gracias.
Mapas antiguos de España (V)
18 julio, 2005
Aviso: como hasta ahora los mapas estaban en una resolución muy baja, he mejorado este aspecto: si pincháis en los que vaya poniendo nuevos los obtendréis a una resolución mucho mejor.
Este mapa es de 1613. Resulta curioso que Portugal, que todavía pertenecía a la Corona de España (y así figura en el escudo imperial de abajo a la derecha) aparezca separado del resto de territorios. También es llamativa la ausencia de un rótulo destacado para Asturias y Extremadura. León aparece simplemente como "León", abarcando una vez más hasta el Duero, aunque el artista parece que dudó y no acaba de introducir a Salamanca en Castilia Vetus.
Ahora que podéis observar el mapa con más detalle, podéis fijaros en El Bierzo: aparece formando parte del Reino de León, pero sólo hasta la altura de Villafranca. Pueblos como Puente de Domingo Flórez constan como gallegos. Ésta es una característica que se da en casi todos los mapas hasta principios del siglo XIX, por lo que no debería extrañarnos que en esa parte de la Provincia se hable gallego (los idiomas, al igual que las culturas, no entienden de fronteras políticas) .
Este mapa es de 1613. Resulta curioso que Portugal, que todavía pertenecía a la Corona de España (y así figura en el escudo imperial de abajo a la derecha) aparezca separado del resto de territorios. También es llamativa la ausencia de un rótulo destacado para Asturias y Extremadura. León aparece simplemente como "León", abarcando una vez más hasta el Duero, aunque el artista parece que dudó y no acaba de introducir a Salamanca en Castilia Vetus.
Ahora que podéis observar el mapa con más detalle, podéis fijaros en El Bierzo: aparece formando parte del Reino de León, pero sólo hasta la altura de Villafranca. Pueblos como Puente de Domingo Flórez constan como gallegos. Ésta es una característica que se da en casi todos los mapas hasta principios del siglo XIX, por lo que no debería extrañarnos que en esa parte de la Provincia se hable gallego (los idiomas, al igual que las culturas, no entienden de fronteras políticas) .
1613
La NASA, atollada. Los rusos toman la iniciativa en los vuelos tripulados
La NASA sigue experimentando graves problemas con su flotilla de transbordadores. Tras dos años y medio en el dique seco, el Discovery tampoco pudo despegar este pasado fin de semana. Mientras tanto, los cosmonautas rusos continúan sus vuelos espaciales de forma rutinaria gracias a sus más baratos, simples y seguros cohetes Soyuz. Por si fuera poco, el mes pasado la agencia rusa de noticias RIA Novosti anunció que su país está desarrollando, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), un nuevo concepto de transbordador que será capaz de aterrizar en cualquier gran aeropuerto. El proyecto se llama "Cliper", y está previsto que su primer vuelo no tripulado sea en el año 2011. Irá adosado a un cohete Soyuz modificado, y será mucho más barato que su homólogo estadounidense. Más detalles.
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