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Podéis escuchar la entrevista en este enlace.
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José María Manuel García-Osuna (La Nueva Crónica) |
Luis Miguel Ramos Blanco (izda.) y Eduardo Aguirre Romero (dcha.) |
El alcalde de León, Antonio Silván, ha presentado el libro ‘El cosmos de piedra’, junto a los autores del mismo, Eduardo Aguirre Romero y Luis Miguel Ramos Blanco. Esta obra, que edita el Ayuntamiento de León, interpreta desde el punto de vista de Aguirre y la visión fotográfica de Ramos, los 38 medallones de piedra que decoran el zócalo inferior de la fachada principal de San Marcos.
Antonio Silván destacó que las 150 páginas de ‘El cosmos de piedra’ son de fácil lectura y que incitan a reflexionar sobre unas piezas que pueden pasar desapercibas sobre personajes históricos que representan el poder. Desde Príamo, rey de Troya, a Pedro Fernández de Fuentacalada, primer maestre de la Orden de Santiago y cofundador de la misma con Fernando II de León. Entre ellos, Alejandro Magno, Julio César, Isabel la Católica, Lucrecia, Carlo Mago, Carlos V, El Cid, Fernando el Católico, Felipe V….
Silván añadió que esta obra, de la que se han editado mil ejemplares (900 en papel y 100 en tela), será el detalle institucional del Ayuntamiento de León, que por otro lado permitirá “conocer algo desconocido”. Destacó que ‘El cosmos de piedra’ aúna historia, periodismo, fotografía y política. La publicación estará, asimismo, en todas las bibliotecas municipales.
Eduardo Aguirre, periodista y escritor, explicó que ha querido plasmar sus convicciones sobre el poder como herramienta para construir lo bueno o destruir lo malo. Aguirre ha imaginado los personajes de los 38 medallones como si fueran personajes vivos y su relación con el poder.
Por su parte, Luis Miguel Ramos aludió a la dificultad de retratar los personajes, al tratarse de imágenes en piedra. Para ello, tuvo que buscar el momento idóneo conjugando luces y sombras.
En principio, la idea de la publicación surgió sobre la figura de Príamo y sus hijos Héctor y Paris, pero una vez vistas las imágenes del resto de medallones, esa idea se convirtió en la interpretación de los 38 medallones en ‘El cosmos de piedra’
Los medallones fueron realizados, con fases de interrupción, desde el siglo XVI al XVIII. En ellos están representados desde Príamo y Héctor, hasta Aníbal y Carlos V, desde Trajano hasta Fernando V.
Los 38 medallones son: Príamo, Paris, Hércules, Héctor, Alejandro Magno, Julio César, Judith, Isabel la Católica, Lucrecia, Aníbal, Judas Macabeo, Rey David, Josué, Carlomagno, Bernardo del Carpio, Alfonso II el Casto, Fernán González, Augusto, Carlos V, Trajano, El Cid, Fernando el Católico, Felipe el Hermoso, Príncipe Juan, Felipe V, Juan Pacheco, Don Alonso, Beltrán de la Cueva, Álvaro de Luna, Infante Don Enrique, Lorenzo Vázquez Figueroa, Fernando Osorio, Don Fadrique, Alonso de Guzmán, Gonzalo Ruiz de Girón, Pelay Pérez Correa, Sancho Fernández de Lemos y Pedro Fernández de Fuentecalada.
“El mayor embarazo que hay en los caminos y el más peligroso es el haber de pasar una barca” (Fray Martín Sarmiento, 1757)
“Los leoneses que financiaron a Franco” es el nuevo fruto del exhaustivo empeño de Javier Fernández-Llamazares por abrir caminos no transitados por los investigadores de nuestra Guerra Civil, a menudo satisfechos con trabajos de poco porte, ayunos de rigor y tendenciosos.
La obra constará de tres volúmenes; éste es en un principio el esquema de edición que se ha marcado nuestro autor, a sabiendas de la ingente tarea realizada por él sobre los aspectos “perdidos” que está sacando a la luz.
Esclarecimiento de cómo y por quién se financió, a la fuerza, el Alzamiento. El escritor, autor de “Crónicas de la burguesía leonesa”, ha tenido acceso a archivos y documentos que han permanecido cerrados a cal y canto durante ocho décadas, como los de Hacienda.
Javier Fernández-Llamazares es el propietario del archivo privado de la Banca Fernández-Llamazares —que lleva catalogando desde hace 25 años—, y relata con nombres y apellidos las cantidades que aportaron obligatoriamente cientos de comerciantes y empresarios a los militares golpistas
Franco obligó a todos los leoneses con dinero y propiedades «a pasar por caja». Así financió y ganó la guerra. Javier sostiene que la guerra, en realidad, comienza en octubre del 34, cuando los militares ‘fichan’ a la mayoría de la población y saben, por sus informadores de la banca y de Hacienda, el dinero y las propiedades de todos y cada uno de los ciudadanos. A través de la documentación recabada sobre cientos de leoneses, el escritor reconstruye «el engranaje económico-represivo utilizado por el poder militar».
Las multas escandalosas que imponen a todo el que tenga una cuenta corriente o propiedades son cruciales en los ocho primeros meses de la contienda, porque «después la población ya no tiene oro ni dinero». Un sistema de recaudación que, en realidad, es «un impuesto revolucionario».
Fernández-Llamazares calcula que en los inicios del alzamiento el bando de Franco ingresó en León más de 15 millones de pesetas. «Sólo con doce multas a los principales empresarios recaudaron más que en las incautaciones de bienes». A Eduardo Pallarés, por ejemplo, le imponen una primera multa de 10.000 pesetas, luego le incautan bienes; y, finalmente, le aplican otra sanción de 70.000 pesetas. «Una fortuna para la época», teniendo en cuenta que el ramal de ferrocarril que construye la Legión Cóndor entre León y la base aérea de la Virgen del Camino costó la misma cantidad.
«Era un chantaje. Todas las familias pagaron y callaron». El investigador evita hacer valoraciones, aunque reconoce que las familias con las que ha hablado —y que le han proporcionado las fotografías del libro— ignoraban estos datos y comprueban ahora que «lo que les habían contado no era cierto». «Muchos archivos no los habían dejado ver hasta ahora, porque los estaban catalogando o porque su consulta estaba en el límite legal. Y también hay archivos que ni los propios funcionarios saben lo que tienen», explica. Fernández-Llamazares ha tardado tres años en ordenar y ‘cruzar’ la información captada en lugares como el Archivo Municipal o el Militar de El Ferrol, además de correspondencia privada.
Si la mayoría de los historiadores consideran que Franco sufragó la guerra con las incautaciones de bienes y la financiación exterior, el investigador leonés sostiene que la recaudación por estas vías fue mínima —menos de dos millones de pesetas—, frente a los ingresos escandalosos que obtuvieron con la extorsión. Además de imponer sanciones, los militares tienen otras fórmulas para ‘saquear’ a la población, como las suscripciones para causas tan diversas como ‘Homenaje al general Arana’, ‘Pan y leche para Madrid’ o ‘Pro Avión para León’, que recaudó 400.000 pesetas.
El escritor está convencido de que lo mismo que las ejecuciones se producen masivamente entre 1936 y 1937, también el sistema de multas concluye en marzo de ese año, cuando Franco prohíbe esta financiación irregular.
Alphonse Daudet |
Mientras que Mistral me recitaba sus versos en aquella hermosa lengua provenzal, latina en más de sus tres cuartas partes, hablada antaño por las reinas y que hoy sólo comprenden los frailes, admiraba yo en mi interior a ese hombre. Y recapacitando el estado de ruina en que halló su lengua materna y lo que con ella ha hecho, me figuraba uno de esos vetustos palacios de los príncipes de Baux que se ven en los Alpilles: sin techo, sin balaustradas en las escalinatas, sin vidrios en las ventanas, roto el trébol de las ojivas, corroído por el moho el escudo de las puertas; gallinas picoteando en el patio de honor, cerdos revolcándose bajo las esbeltas columnillas de las galerías, el asno paciendo dentro de la capilla, donde crece la hierba, las palomas acudiendo a beber en las grandes pilas de agua bendita, colmadas de agua de lluvia, y por último, entre esos escombros dos o tres familias de labriegos que han construido chozas a los lados del viejo palacio.
Y luego llega un día en que el hijo de uno de esos campesinos préndase de esas grandes ruinas y se indigna al verlas así profanadas; a toda prisa expulsa el ganado fuera del patio de honor, y viniendo en su ayuda las hadas, por sí solo reconstruye la monumental escalera, vuelve a poner tableros en las paredes y vidrieras en los ventanajes, reedifica las torres, vuelve a dorar la sala del trono y pone en pie el vasto palacio de otros tiempos, donde se hospedaron papas y emperatrices.
Ese palacio restaurado es la lengua provenzal.
Ese hijo de labriego es Mistral.
Mistral |
Año 54, cerca de Medul, Hispania. Llara tiene dieciséis años, ojos de tormenta y alberga tanto odio en su pecho que no siente temor alguno. Ha huido de las minas romanas de oro, donde compartía la mesa y el lecho de Publio Gaius Inco, hasta que éste la sustituyó por otra mujer. Gaius Inco gobierna a su antojo la región entera, haciendo valer la fuerza de sus soldados y el brillo del oro que arranca a las montañas.
Dispuesta a llevar su venganza hasta las últimas consecuencias, la joven descubrirá que posee el don de arrastrar tras ella a todo un ejército, y se verá obligada a decidir si acepta su destino como reina de los hombres libres y líder de la desesperada revuelta del pueblo astur contra el poder de Roma. Pero, ¿quién es en realidad Llara? ¿Qué secreto esconde?
Llara es un canto de amor y de pérdida, una historia de venganza implacable, un viaje de descubrimiento interior y sobre todo, la historia de una mujer que encuentra en su interior un coraje que jamás soñó que pudiera existir.
José Luis Gavilanes y un servidor. |
Hector Torio nos ofrece una interesante historia ambientada en los primeros años de nuestra era, que nos sumerge en la vida de los primitivos pobladores de las montañas cantábricas. El relato es contado por Lucua, un vadiniense del clan de los manos podridas, territorio que hoy conocemos como Mampodre y cuenta un episodio de la vida de Vado Nebira, del clan de los carombos, que vivían en las cercanías del castro de Saliambriga (Sajambre), en las fuentes del Salia (Sella) a los pies del Vindio, en el corazón de Vadinia, en la vecindad del clan de los eiones (valdeones), enrolado forzosamente como peregrini de la legio V Alaudae en la conquista de Dacia por los romanos. La historia se envuelve en un halo de misterio en el que un chorco para lobos hace aparecer un legendario ser, varcolac o pricoliki que nos augura nuevas aventuras.
“Fuimos compañeros una vez hasta que el destino decidió separarnos. Años más tarde, nos volvimos a encontrar, pero no en el mismo bando. Siempre fue un hombre de mirada tranquila, espada afilada y culo de mal asiento. En muchos rincones del imperio el nombre del hijo de Anemido, se pronuncia con respeto y, no pocas veces, con miedo. Muchas historias te podré contar de él, joven noble, pero debes prometer guardarlas para ti. Escucha con atención, pues ningún otro niño de Roma ha escuchado nunca la historia de Vado Nebira, el carombo.”