LA PERSONALIDAD DE LOS PUEBLOS DE LA CORONA LEONESA SEGÚN LAS CRÓNICAS MEDIEVALES (I)

19 junio, 2007

A lo largo de la lectura de las distintas crónicas medievales me he ido encontrando pasajes en los que se describe la presunta mentalidad de los pueblos de los distintos territorios de la Corona de León. Y digo “presunta” porque, por supuesto, son opiniones personales del autor de cada crónica, aunque muy posiblemente estas opiniones eran la “vox populi” entre sus paisanos. Es decir, que el origen geográfico o el entorno social de los “historiadores” será determinante.

orona Leonesa:
Aunque ya lo he repetido en varios artículos, por lo general estuvo compuesta por los reinos de León, Galicia, Asturias y Castilla, y por el territorio de la Extremadura (entendida en un sentido amplio como todas las regiones situadas al sur del Duero). A continuación os expongo por origen geográfico las referencias que me he encontrado sobre el carácter de cada pueblo. Que conste que tan sólo reflejo referencias puntuales que me he encontrado, y que por una u otra razón, he apuntado en mis cuadernos de notas.


Gallegos y leoneses

En ocasiones vienen citados juntos, sobre todo cuando el autor de la crónica es castellano. Así en la Historia de los Hechos de España, de Rodrigo Jiménez de Rada, se dice: “(..) y caer al amanecer sobre los leoneses y los gallegos, que estarían desprevenidos, pues aquellas gentes solían pavonearse y ridiculizar a los demás en los momentos de triunfo, y lanzar graves amenazas en los de derrota”. Tan sólo recordar que el autor es de origen navarro, si bien estuvo al servicio de Fernando III.


Las opiniones sobre los gallegos son fáciles de encontrar en la Historia Compostelana, si bien no suelen ser todo lo positivas que cabría esperar. Por ejemplo, se dice: “Pues los gallegos tienen por costumbre el chisme y el dejar caer en los oídos de los príncipes unas veces verdades, otras mentiras” (pág. 251).


“Los hombres de Galicia son chaqueteros y seguidores de la fortuna” (pág. 256).


“Pero, ¿para qué referirse a las costumbres de la mayoría de los gallegos? Son compañeros de la fortuna, se crecen en la prosperidad, en la adversidad se quiebran, un leve soplo los conduce a cualquier parte, consideran la mayor libertad cambiar de señores y rebelarse contra los suyos; siguen al dinero, no a la justicia, y para ellos es pecado que cada uno se contente con lo suyo; están siempre dispuestos a murmurar algo nuevo en los oídos de los poderosos, a criticar y denigrar a sus señores y a sus amigos; el arte de la adulación es bien conocido por ellos; aman el perjurio y la traición.” Aunque el autor añade a continuación: “Pero quisiera haber dicho estas cosas sin ofender a los buenos gallegos”. Según la traductora y editora, esta frase podría ser una interpolación de algún escribano gallego escandalizado por el pasaje anterior. De hecho, el texto continúa así: “Por lo demás, si insistiese en narrar tales costumbres, antes se acabaría el día que la materia” (pág. 256).


Otro pasaje: “(…) algunos que ya habían abandonado al rey niño [Alfonso VII] y se habían pasado a la reina [Urraca], costumbre propia de Galicia” (pág. 257).


“Los gallegos, seguidores como he dicho más arriba de la fortuna (…)” (pág. 258).


“El obispo, porque conocía las costumbre de algunos gallegos, los había unido a sí por medio de un juramento” (pág. 263).


“Oh nefanda traición de Galicia! Aquellos a los que el obispo consideraba muy íntimos, quienes comían con él al mismo tiempo, éstos deseaban con todo su corazón aniquilarle” (pág. 265).


“¡Oh pérfida fidelidad gallega!” (pág. 280).


“Pues hay muchos que se complacen en dañar a otros, aunque no les aproveche a ellos, para impedir el beneficio de los otros. Especialmente lo hacen los gallegos” (pág. 305).


“Pues la gente gallega ansía saber las decisiones secretas de este tipo y pocos entre ellos son los que guardan fielmente lo que se les confía”. (pág. 331).


“Pero ¿quién hay en Galicia amante de la verdad y de lo sagrado? ¿Quién hay allí seguidor de la justicia y de las otras virtudes? Pues allí casi todos, compañeros de la fortuna, siguen lo contrario de las virtudes, pocos son los considerados fieles: No hay nadie que haga el bien, ni uno siquiera (pág. 360).


¿Cómo es posible que en una de las principales obras de la cronística gallega aparezcan estos comentarios tan sumamente desfavorables hacia los gallegos? Pues sencillamente porque esta parte de la Historia Compostelana parece estar compuesta por Giraldo, el eclesiástico de origen francés. Pero en el resto de la obra hay multitud de alabanzas hacia los gallegos: de ellos se dice que “eran valientes en la guerra” (pág.202), y se los suele ensalzar en las hazaña guerreras y en la defensa de la causa de Alfonso VII.


Curiosamente, el Poema de Almería, incluido en la Chronica Adefonsi Imperatoris, al describir el ejército gallego no hace referencia a la idiosincrasia ni a la personalidad de estas gentes (cosa que sí hace con otros ejércitos): tan sólo destaca su número.


El Codex Calixtinus, la guía medieval del Camino de Santiago escrita por el francés Aymeric Picaud, dice que "los gallegos son el pueblo que, entre los demás pueblos incultos de Hispania, más se asemejan a nuestra nación gala, si no fuera porque son muy iracundos y litigiosos". No es descartable que el autor englobe a los leoneses dentro de los gallegos, ya que los pueblos a los que describe anteriormente son los castellanos y los hombres de Tierra de Campos, y aparentemente se salta a los de León.

3 comentarios:

Taliesin dijo...

No sería de extrañar que el adjetivo de gallegos en esta época se extendiera también a los leoneses y asturianos. Algo lei sobre ello en el libro de Xulio Viejo: Formación Histórica de la Llingua Asturiana

Silvia dijo...

Siempre interesante todo lo que relatas.
Felices fiestas

salvadios dijo...

hola soy nuria,navegando por internet encontre este blog muy interesante y me gustaria comentaros por si alguien quiere echarme una mano.estoy haciendo un blog de mi pueblo que es de la provincia de avila pero no encuentro nada sobre el mi pueblo de llama Salvadios.