(Historia Visual de León nº3; Revista del Diario de León del 7 de mayo) Texto: Miguel Ángel González. Mapas y correcciones: Ricardo Chao (un servidor)
En el aspecto político conviene resaltar que lo que se considera la primera unión de los reinos de León y Castilla con Fernando I es un mito historiográfico, pues éste nunca se intituló rey de Castilla, ni antes ni después de convertirse en rey de León gracias a su matrimonio con Sancha, hermana del fallecido Bermudo III. Por tanto, lo que se produce realmente es un cambio dinástico, recuperándose la integridad territorial perdida brevemente durante los últimos años del rey pamplonés Sancho Garcés III “El Mayor”.Al morir Fernando I de León se produce el reparto del reino entre sus hijos García I de Galicia, Alfonso VI de León y Sancho I de Castilla (mal llamado Sancho II por la historiografía al uso). Es precisamente en este momento cuando Castilla se convierte en reino por vez primera.
“Este rey Fernando dividió su reino entre sus hijos Alfonso, Sancho y García y también dejó parte a sus hijas Urraca y Elvira; a Alfonso le dio León, Asturias y Trasmiera hasta el río Deva, Astorga y parte de la llamada Tierra de Campos, el Bierzo hasta la villa de Ux en el monte llamado Cebrero, lugar hasta el que se extiende el Reino de León. Por su parte, a Sancho, el hijo primogénito, dio desde el Pisuerga, Castilla, Nájera y el Ebro. Dio también a sus hijas Urraca y Elvira Zamora y Toro con los monasterios de su reino. Dio, en fin, a García toda Galicia junto con la parte que se llama Portugal”.
Durante un breve tiempo, Sancho I de Castilla se hace por medios militares con el gobierno de los tres reinos hasta su violenta muerte en el cerco de Zamora, siendo su reinado continuado por su hermano Alfonso. El nieto de Alfonso VI, el primer Alfonso de Galicia y Castilla y el séptimo de León, Alfonso el Emperador, divide su reino en dos. La Corona de León, integrada por Galicia, Asturias, León y la Extremadura Leonesa, recae en su hijo Fernando II de León, mientras que el primogénito Sancho II de Castilla recibe los reinos de Castilla y Toledo. En esta herencia también son modificados los límites entre los reinos de León y Castilla, desplazándose a occidente hasta el Cea, pasando así Tierra de Campos al reino de Castilla, lo que se convertirá en motivo de conflicto entre las dos Coronas. Un aspecto que se pone en evidencia como consecuencia de este reparto es el fuerte desequilibrio territorial entre ambos reinos, cuya explicación puede estar en la no previsión por parte de Alfonso VII de que Portugal se independizaría del Reino de León.
Como hitos principales de la Corona de León en este periodo podemos considerar el apogeo del concepto imperial leonés con Alfonso VI y VII, convirtiéndose éste en “un organismo político unificador, verdadero superestado encaminado a crear una unidad del particularismo representado por los diversos reinos que dentro de él conservaban su independencia”, en palabras de Alfonso Sánchez Candeira, autor de El Regnum Imperium Leonés. Sabemos, además, que al menos desde Alfonso VII se empleaba el león heráldico como símbolo del monarca, bordado o pintado en sus estandartes y armas, y acuñado en sus monedas. Así, este animal fue empleado como símbolo del Reino de León, lo que le convierte en el más antiguo de España y posiblemente de Europa occidental. En 1188, el rey Alfonso VIII de León (conocido hoy en día como Alfonso IX) convocó en la sede legionense una curia regia, a la que asistieron representantes de la nobleza, del clero y de las clases populares procedentes de León, Galicia, Asturias y Extremadura. Es considerada como las primeras cortes representativas europeas y base del parlamentarismo, ya que los representantes del tercer estado fueron elegidos por sus conciudadanos . Alfonso IX fundó además la Universidad de Salamanca, que se convirtió en una de las principales universidades europeas junto con París, Oxford y Bolonia. Finalmente, el Camino de Santiago, nexo cultural de toda Europa, fue impulsado y consolidado por los reyes de León, convirtiendo a Santiago de Compostela en una de las ciudades principales de la cristiandad.
En cuanto a la definición del territorio leonés, desde el reinado de Alfonso VI de León, en el siglo XI, encontramos referencias a una Terra Legionis, inserta en el Reino de León, en la cual se incluyen las diócesis de León, Astorga y la Abadía de Sahagún, agrupando las autoridades de Astorga y El Bierzo, Carrión, León y Toro-Zamora. A partir de Alfonso VII los diferentes espacios políticos que componen el Reino de León son enumerados en la titulación real: Galicia, León, Castilla, Toledo, Nájera, etc…Finalmente, con Fernando II y Alfonso VIII de León encontramos perfectamente definidos todos los territorios que integran la Corona leonesa: Galicia, Asturias, León y Extremadura. León limitaría al norte con la cordillera Cantábrica, al oeste con el Cebrero (a partir del cual comenzaría Galicia). El límite con Campos, en el Reino de Castilla, sería el río Cea, y al sur del Duero estaría la Extremadura. Consideramos entonces que el territorio leonés se define en este momento tomando como base una antigua demarcación, las astur cismontana, pues ya desde antiguo se distinguía entre una Asturia transmontana y otra al sur de las montañas. El gentilicio que reciben los habitantes de este territorio es el de leoneses. Una de sus más antiguas referencias está en un romance castellano correspondiente al ciclo épico de Fernán González y su confrontación con el rey Sancho I. Dice “Castellanos y Leoneses/ tienen grandes divisiones [...] llamábanse hideputas / hijos de padres traidores”.En la Historia Compostelana se enumeran los gallegos, asturianos, leoneses, de Campos y castellanos. Un último ejemplo lo encontramos en El Poema de Almería, coetáneo a Alfonso VII, que al enumerar las tropas que acuden a la toma de la ciudad muestra los distintos caracteres de los pueblos que integran sus tropas: gallegos, leoneses, ástures, extremeños y castellanos. Es esta prueba de la antigüedad del pueblo leonés.