Es cosa bien conocida que entre 1821 y 1822 se aprobó una división provincial de España que, si bien no perduró más allá de 1823, concedió personalidad jurídica a la comarca de El Bierzo, reconociéndola como provincia, si bien con unos límites que poco tienen que ver con los actuales. Ha sido un tema tratado casi hasta la saciedad por diferentes autores y en diferentes publicaciones, pero lo que yo personalmente pretendo es dar a conocer las intervenciones de los diputados en Cortes durante los debates previos y posteriores a la mencionada división, ya que reflejan perfectamente las razones que condujeron a la efímera fragmentación en dos partes de lo que pocos años después (1833) sería la actual provincia de León. Aprovecho para advertir que cuando transcribo las Actas la ortografía difiere de la utilizada en la actualidad, ya que he respetado las convenciones ortográficas de las originales.
El Trienio Liberal (1820-1822) y la división provincial.
Fernando VII,
como vimos, acabó en 1814 con la Constitución de 1812 y el régimen liberal, dando lugar a lo que se llamó el
“Sexenio Absolutista” (1814-1820). Pero los liberales no estaban nada conformes con la situación: el 1 de enero de 1820 el teniente coronel
Rafael de Riego, que estaba al mando de una fuerza expedicionaria destinada a sofocar los levantamientos independentistas en Latinoamérica, realizó un
pronunciamiento militar que acabó triunfando en marzo, con lo que el rey se vio obligado a reconocer y reinstaurar la Constitución de 1812. Surgió así el
“Trienio Liberal” (1820-1823), en el que Fernando VII era el jefe del Estado con grandes poderes, aunque los tenía que compartir con las Cortes.
Las Cortes en su primer periodo ordinario (marzo-mayo de 1820) plantean con carácter de urgencia la necesidad de una división provincial de todo el Estado. En estas primeras sesiones ya se comienza a hablar de la conveniencia de crear una provincia berciana, usando como precedente la división fiscal de León en tres “provincias” (Asturias-León-Ponferrada) que había funcionado durante prácticamente toda la Edad Moderna.
El 17 de octubre de 1820 las Cortes pidieron a
Felipe Bauzá y a Agustín de Larramendi la confección de una
nueva “carta geográfica de España” para tener una base cartográfica para la realización de la división provincial. A la vez incluyeron la descripción de su
propuesta de división provincial, que era
muy diferente a la de 1813-1814 de la que ya hablamos en otra ocasión. Reapareció la provincia de Zamora, por lo que la provincia leonesa perdía ese territorio al norte del Duero, si bien mantenía lo arrebatado a Palencia, que seguía sin existir. Por lo demás se mantuvo la extensión de la anterior provincia subalterna de Astorga, pero
se pasó la capitalidad a Ponferrada. El proyecto se presentó a Cortes el
4 de marzo de 18211, abriendo los debates que referiremos a continuación.
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La propuesta de Bauzá y Larramendi en 1821.Mapa de Jesús Burgueño. |
Veamos por ejemplo un fragmento de las actas de la sesión de Cortes del 23 de marzo de 1821:
“A la comision encargada de la division del territorio español se mandó pasar una exposicion del ayuntamiento de Villafranca del Vierzo, en la cual pedia á las Córtes se sirviesen sancionar los votos justos de aquel pueblo, y los de los ayuntamientos de algunas provincias de Galicia, de que se erija aquel país en provincia separada; medida tan necesaria en política como indicada en la naturaleza”.
Como se verá más adelante se refieren a los ayuntamientos gallegos de la zona de Valdeorras. Sin embargo, hubo discusiones sobre la territorialidad de esa provincia berciana y sobre cuál sería su capital (Ponferrada o Villafranca), por lo que no se llegó a un acuerdo.
La mayor parte de los diputados por León estaban de acuerdo en la necesidad de crear una provincia berciana, y así quedó reflejado en su intervención ante la comisión para la división del territorio del 16 de junio de 18212: F. Sierra Pambley, A. Valcárcel, J. M. Couto y J. Subercase afirmaron que
“Los diputados infraescriptos están plenamente convencidos de que la nueva provincia denominada de Ponferrada es tan necesaria en política como indicada por la naturaleza, pero habiendo sido siempre conocido el distrito de que se forma por el uso y común acección [sic] de los pueblos con el nombre de provincia del Vierzo desde tiempo inmemorial, desearían se le continuase. La conservación de dicho nombre, siempre grato a sus naturales y que mantendrán en el hecho, les hará más apreciable la ventaja que se les dispensa, y se persuadirán por consiguiente que se ha tenido con sus havitantes esta consideración, que aunque no versa sino sobre una palabra, influye no obstante a veces en la conveniencia de las disposiciones más de lo que parece”
Obsérvese que la denominación que emplean es todavía “de Ponferrada”, lo que no es de extrañar, pues Felipe Sierra Pambley, Romero Alpuente y Peñafiel siempre defendieron a esa ciudad como capital de la posible nueva provincia, mientras que otros diputados, como Manuel Goyanes Balboa, Clemencín y Subercase optaban por Villafranca3. De todas formas, es reseñable que Sierra Pambley ya empezara a justificar el uso de “provincia del Vierzo” con argumentos de toponimia tradicional y popular.
Pero el periodo más decisivo fue el que se dio con la convocatoria de Cortes extraordinarias en septiembre de 1821, porque fue entonces cuando se confirmó que habría una provincia berciana. No obstante también hubo piedras en el camino: por ejemplo el 29 de septiembre se propuso suspender el proyecto de división territorial, oyendo previamente a las diputaciones provinciales, pero las Cortes no admitieron esa iniciativa. Los Diputados por León en esos momentos eran Felipe de Sierra Pambley, Benito Lobato y Caballer, y Antonio Valcárcel.
-Sesión del 30 de septiembre de 1821:
La comisión fijó Villafranca como capital de la nueva provincia, lo que despertó la beligerancia de Ponferrada. Las actas de las Cortes de ese día reflejan que
“se mandaron tener presentes en la discusión del proyecto de división del territorio (…) otra [instancia] del ayuntamiento de Ponferrada, solicitando que no se apruebe el dictámen de la comision en la parte que designa á Villafranca capital de aquella provincia, por carecer de todas las ventajas que reune Ponferrada”
Al mismo tiempo se siguieron escuchando las voces de diputados que hacían un llamamiento a la reflexión, asegurando que el plan provisional de división estaba siendo muy precipitado, y que antes de llevarlo a cabo hacía falta una “carta geográfica exacta, y [un] censo estadístico perfecto”, características de las que carecía la obra de Bauzá y Larramendi. Otros, como Ugarte Alegría, pedían incluso que no se tocaran las provincias nombradas en el artículo 10 de la Constitución de 18121. Pero otros (la mayoría) preferían que se ejecutase la división provisional y que después ya se retocarían los flecos que pudieran quedar sueltos.
-Sesión del 1 de octubre de 1821
Lo que también parecía claro era que a esta provincia del Bierzo le sería agregada la zona de Valdeorras, lo que provocó las quejas de los ayuntamientos gallegos:
“Se dio cuenta de las representaciones siguientes, que se mandaron tener presentes en las discusion sobre la division del territorio: (…) de los ayuntamientos del partido de Valdeorras, en que se quejaban de los perjuicios que esperimentarian de resultas de los limites señalados por la mencionada comision entre las provincias de Lugo y Orense, y la nueva del Vierzo, solicitando que antes de aprobarse el dictámen de division del territorio, tal como se habia presentado, se mandase levantar un plano exacto por comisionados mistos del gobierno y de los pueblos que representaban”.
Ese mismo día se volvió a tratar el espinoso asunto de la capitalidad, en el que Ponferrada estaba poniendo toda la carne en el asador:
“Igualmente se mandó tener presente en la misma discusión otra representación dirigida por el secretario del despacho de la gobernación de la península del ayuntamiento de la villa de Ponferrada y otros pueblos de la provincia, en que solicitaban que en el caso de que se aprobase la formación de la nueva del Vierzo, se eligiera por capital á la citada villa de Ponferrada en lugar de Villafranca, cuya solicitud apoyaba el gobierno”.
Pero la capitalidad de Villafranca ya era casi una realidad. En la misma sesión se leyó el borrador de división provincial:
“La comision va á enumerar las provincias en que entiende debe dividirse el territorio de la península é islas adyacentes, con espresion de sus capitales y de la poblacion que tiene cada una de ellas según los datos que se le han remitido.(...)
Leon: Su capital Leon. La poblacion de esta provincia asciende, según el censo que se ha enviado á la comision á 186,697 almas.(...)
Vierzo: su capital Villafranca, que es preferible á Ponferrada por su centralidad, mayor poblacion, copia de edificios públicos, proporcion de comunicaciones y otras circunstancias. Poblacion, 86.385 almas”.
A continuación Mariano Villa justificó la necesidad de establecer una provincia aparentemente tan pequeña como la del Bierzo:
“La comision hubiera deseado dar á todas las provincias igual estension y facilidad en sus comunicaciones, si hubiera tenido una base con que contar para obtener un resultado exacto. Las variedades del terreno es otra de las dificultades que se opone á esta igualdad. La comision ha observado todos los inconvenientes que hacen impracticable esta operacion.
Para que las provincias situadas sobre un terreno esteril y escabroso consigan alguna comodidad es necesario dejarlas reducidas á menor poblacion, como sucede á la del Vierzo situada entre las montañas de primer orden”.
Es decir, se aducen razones sobre todo de índole geográfico.
-Sesión del 2 de octubre de 1821.
En la sesión de Cortes siguió siendo palpable la animadversión de algunos diputados a la creación de provincias pequeñas. El gallego José María Moscoso, aún reconociendo las particularidades orográficas del Bierzo, no veía motivos para agrandarlo agregando ayuntamientos gallegos:
“Yo siempre me opondré á que haya provincias muy pequeñas. (…) Mas bien merecen el nombre de corregimientos que de provincias: tales son entre otras la del Vierzo y las de Chinchilla y Játiva. Yo no puedo concebir como la comision se ha determinado á establecer estas nuevas provincias. Presenta para la del Vierzo una razón particular y es la de que sus límites naturales embarazan su comunicación con los paises comarcanos (...) Esta observación tendría bastante fuerza si al mismo tiempo la comision no tratase de incluir en la del Vierzo los distritos de siete ú ocho ayuntamientos de Galicia que deben quedar incomunicados con la capital por la misma razón en que la comision apoya la nueva creación de aquella; causando ademas otros muchos perjuicios á estos pueblos cuyos habitantes ni tienen relaciones con esta provincia á que se les agrega, ni utilidad alguna en que se les separe de la de Orense á la que han pertenecido siempre, haciéndolos ahora desgraciados por el insignificante gusto de añadir una provincia que tenga 860 almas”.
Y haciendo gala de un gran desconocimiento antropológico y lingüístico el señor Moscoso añadió:
“Es indudable que la comision debe tener presente el no confundir en una provincia individuos de otras muchas cuyas costumbres, hábitos y lenguage por mas que se diga y haga siempre ofrecerán inconvenientes para su mejor administración. Y un gallego por mas que se le diga que pertenece de ahora en adelante á la provincia del Vierzo, siempre será gallego; pues lo que principalmente distingue las provincias es el dialecto que se habla en cada una de ellas”.
A pesar de las opiniones del diputado es notorio que en Villafranca y en la franja más occidental del Bierzo la lengua tradicional era y sigue siendo el gallego oriental, con lo que sus últimos argumentos no fueron precisamente un alarde de astucia política.
Le respondió Diego Clemencín, presidente de la Comisión, tirando una vez más de argumentos geográficos y humanos:
“Sí debe decir por lo que toca á la provincia del Vierzo, que esta se halla rodeada de montañas que la aislan y naturalmente la constituyen en un estado de provincia. Gran parte de sus habitantes viven muchos meses del año como en un mundo aparte, y no sería justo abandonarlos, olvidar su comodidad, y privarlos de los medios de gobernarse en su mismo circuito. Es verdad que se han añadido al Vierzo algunos valles comarcanos de Galicia, y esto por una razón muy sencilla; porque sobraba poblacion para la formación de las provincias de Galicia, y faltaba para la del Vierzo. Galicia tiene millón y medio de habitantes, y sería monstruoso no dividirla mas que en dos provincias, como me parece se ha indicado, mucho mas cuando ademas del esceso de su poblacion, su terreno es en gran parte montuoso”.
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