LAS HERMANDADES DEL REINO DE LEÓN (I): INTRODUCCIÓN

29 mayo, 2013

-Definición.

Las hermandades de las que vamos a hablar no tienen nada que ver con las cofradías religiosas. Nosotros vamos a referirnos a las que el historiador Luis Suárez Fernández llamó “hermandades municipales”, aunque creemos más correcta la denominación “hermandades concejiles”, que son las federaciones que crearon los concejos a partir de finales del siglo XIII para la defensa de sus intereses.  Por ir aclarando conceptos, diremos que un concejo es la asamblea de vecinos de una población cuya finalidad es ordenar la vida y el gobierno de esa comunidad. La palabra al fin y al cabo es prácticamente sinónima de “concilio”, ya que proviene del latín “concilium”. Los concejos, aunque probablemente existían en nuestras tierras desde tiempos de ástures y cántabros, se impusieron como forma de organización durante la Edad Media, y podría decirse que las actuales juntas vecinales son sus descendientes directas. 

-Otras definiciones y puntos de vista.

El historiador Julio Puyol declaró en 1913 que las hermandades habían aparecido como una forma de “lucha sin tregua con los antiguos principios aristocráticos”, y llegó al extremo de afirmar que habían sido unos “organismos precursores del sistema representativo” que existieron con independencia de las Cortes y que tuvieron que ejercer las funciones legislativa, ejecutiva y judicial como si fueran verdaderos estados.

Por su parte, el ya mencionado Luis Suárez definió a las hermandades en 1951 como las instituciones medievales que se creaban para la defensa de las ciudades y villas cuando se producía una incapacidad de la monarquía para atender a su protección, es decir, cuando se daba una etapa de debilidad de la monarquía. Niega el carácter anti-nobiliario que les asignaba Puyol, alegando que, a diferencia del resto de Europa, “la nobleza es, en España, mucho más suave, más familiar”. Usa como argumento la Hermandad del Reino de León de 1313, desconocida por la historiografía en tiempos de Puyol, y que como veremos se caracterizó por ser una alianza entre concejos y la facción nobiliaria del infante don Juan (sí, el mismo que se había intitulado rey de León desde 1296 a 1300). 

-Las hermandades de concejos como defensa de la diversidad. 

Más recientemente, en 1990, José María Mínguez matizó algunas de las teorías tanto de Suárez como de Puyol. De este último criticó su visión monolítica que presentaba a las ciudades y los reyes como aliados naturales frente a la nobleza, pero fue mucho más mordaz con la complaciente (y en mi opinión, insostenible) defensa de la aristocracia de Luis Suárez. 

Mínguez no se limitó a la crítica, sino que realizó una gran y enriquecedora aportación al señalar que el principal objetivo de las Hermandades fue defender los fueros, usos y costumbres de los concejos frente a la creciente corriente unificadora de los sistemas político y jurídico que se inició ya en época de Alfonso X (1252-1284). Y es que al llamado “Rey Sabio” le disgustaba la diversidad omnipresente en los reinos que había heredado de su padre Fernando III. Por poner sólo un ejemplo, en la Corona de León (reinos de Galicia, Asturias y León, y territorio de Extremadura) se seguía usando como corpus legislativo básico el Fuero Juzgo (también conocido como “Libro de León” en esta época), mientras que en Castilla parece que predominaba el derecho de costumbre. Alfonso trató de intervenir en la administración concejil, cayendo incluso en los “desafueros”, es decir, violando el contenido de los fueros municipales. Quiso imponer “El Espéculo”, su propio corpus, pero en 1265 se vio obligado a dar marcha atrás. Más tarde lo intentó de nuevo con “El Fuero Real”, pero fracasó una vez más. Estos intentos tuvieron su precio político, porque los concejos se pasaron en masa al bando enemigo cuando el infante Sancho se levantó en contra de su padre.


Los concejos y el propio reino de León se organizaron en hermandades, y con ello lograron mantener durante un tiempo más sus peculiaridades jurídicas (Libro de León, fueros, etc.), pero finalmente tuvieron que claudicar ante las presiones de Alfonso XI (1312-1350). Y es que este monarca impuso el Ordenamiento de Alcalá en 1348, lo que supuso la unificación legislativa de la Corona. También difundió el sistema de Regimiento, que fue el embrión de los actuales ayuntamientos, y no tuvo reparos a la hora de disolver las Hermandades en 1325.

Mínguez concuerda con Puyol en que otro objetivo de estas Hermandades era hacer frente a los atropellos de la nobleza en épocas de caos político, aunque habría que señalar como excepción a la de 1313, que como veremos supuso la coordinación de los concejos del reino de León con una facción nobiliaria. 

1 comentarios:

Julio Ruiz dijo...

Esto es muy interesante, Ricardo, para conocer nuestras raíces. Y es lamentable que no seamos peleones por lo nuestro, como antes. Como si el "león" tuviera ahora las garras recortadas...