Hace muy pocos días salió a la luz una encuesta realizada por Metroscopia entre los días 3 y 4 de octubre en la que, entre otras cosas, se preguntaba a los encuestados qué forma de organización del Estado preferirían. Como muy bien reflejan en el blog de la empresa, llama poderosamente la atención el desprestigio que está alcanzando el sistema autonómico: en 2003 era el sistema preferido por algo más del 50% de los consultados, mientras que desde 2010 ha ido cayendo en picado de tal forma que en este mes tan sólo lo apoyan el 26% . Mientras, han crecido casi exponencialmente los encuestados que prefieren un estado centralizado, alcanzando un 29%, lo que nos retrotrae a cifras de 1984, cuando el Estado de las Autonomías se estaba acabando de vertebrar (muy a lo sui generis en nuestro caso). Por otro lado, y como "compensación", también se observa un aumento de las posturas federalistas e independentistas, lo que no deja de ser llamativo.
Resulta curiosa la manera en que los políticos y la mayoría de los medios ni siquiera se han hecho eco de esta encuestas. Supongo que será para cerrar los ojos a esta realidad y seguir metiendo la tijera en otros sitios que a los ciudadanos les duelen más. Y si hay que recortar administraciones, pues se amenaza a las Entidades Locales Menores (juntas vecinales y concejos), que aunque por lo general no cuestan un euro a los contribuyentes, son muchas (sobre todo en León), y queda muy bien decir a frau Merkel que se han eliminado más de tres mil entidades "políticas", mientras no se toca a las principales responsables de la crisis.
Con todo esto no quiero decir que yo esté en contra (ni a favor) del Estado de las Autonomías, aunque sé que estos datos en principio parecen dar la razón a los que se oponen a la actual comunidad de Castilla y León. Sin embargo, hay que tener un mínimo de coherencia: o se apoya la creación de una comunidad autónoma leonesa, o bien se apoya el final del sistema autonómico, pero defender ambas cosas es un ejercicio de incoherencia si no se propone otra alternativa.
Personalmente, soy partidario de que León tenga la máxima personalidad administrativa que permita el Estado, y a sea éste federal o centralista. En cualquier caso, para mí ese es un problema casi secundario: sea cual sea el marco administrativo, lo verdaderamente importante es que los leoneses seamos conscientes de nuestra historia y de nuestra cultura para reconocernos como pueblo con personalidad propia. Ahora bien, también es cierto que la actual comunidad autónoma, que podía haber sido edificada en el respeto y reconocimiento de las dos identidades que la componen, ha preferido pasar el rodillo sobre ambas y, como un nuevo doctor Frankenstein, ha fabricado una nueva, inviertiendo en ello muchos millones de euros a través de publicaciones y de todo tipo de propaganda e instituciones ( y a la Fundación Villalar me remito). Y ante eso los leoneses no podemos permanecer callados ni inactivos.
Os transcribo algunas de las conclusiones de ese blog y la tabla donde vienen reflejados los datos anteriormente mencionados, pero os recomiendo leer íntegro el documento.
Cabe fechar en 2003 el momento en que el actual modelo de Estado autonómico alcanzó su máximo nivel de apoyo popular: un 51% de los españoles declaraban entonces que esa era la forma de organización del estado que preferían; un 24% pedía una ampliación de las competencias de las Autonomías, solo un 10% añoraba el Estado centralizado y solo un 8% aspiraba a que fuera posible la independencia. En el momento actual, solo nueve años después, el panorama ha variado sustancialmente: los satisfechos con el actual Estado de las autonomías solo suponen el 26% (la mitad que en 2003); se han multiplicado en cambio por tres los que propugnan un retorno al Estado centralizado (que representan ahora el 29%) y parecen experimentar un suave, titubeante pero apreciable ascenso las preferencias por un Estado federal. Los partidarios de posibilitar la independencia a aquellas Comunidades que así lo deseen han aumentado muy levemente y suponen el 11% (en 1983 representaban el 10%). Es decir, parece existir una notable fragmentación de las preferencias por uno u otro modelo de Estado. A grandes rasgos cabría decir que casi un tercio (29%) de los españoles optaría por un modelo de Estado centralizado, otro tercio (35%) preferiría un Estado autonómico como el actual o corregido al alza y casi otro tercio (30%) sería partidario de la reorganización en federación de estados (19%) o de la posibilidad de secesión, si fuese el caso. En este punto, pues, no solo dista mucho de existir una opinión dominante, sino que las dos más claramente contrapuestas agrupan, en conjunto, a casi el 60% de la ciudadanía.
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