[Artículo publicado originalmente en la revista Pronumenta nº12] Alfonso II “el Casto” de Aragón (1162-1196) es una figura histórica de primer orden, pues en su persona se unieron en 1162 los territorios del reino de Aragón y los condados catalanes, dando lugar a la llamada Corona de Aragón. Era hijo de Petronila, la heredera del trono aragonés, y de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.
En el presente artículo analizaremos brevemente las relaciones de Alfonso II con León, que son muy poco conocidas, aunque se reducen a sus primeros años de existencia y de reinado. Estaba vinculado familiarmente con el reino leonés, pues su tía Berenguela había sido la mujer de Alfonso VII el Emperador, con lo que Fernando II era su primo hermano.
La cuestión de la fecha de nacimiento
Para comenzar hay que advertir que ha habido (y hay) mucha discusión en torno a la fecha de nacimiento de Alfonso II. El historiador Jerónimo de Zurita (s. XVI) lo situó en abril de 1152, y fue la fecha aceptada durante mucho tiempo:
“En el año de 1152 parió la reina doña Petronila en la ciudad de Barcelona un hijo que se llamó don Ramón todo el tiempo que vivió el príncipe su padre, y después se llamó don Alonso”[1].
Sin embargo, el Cronicon Dertusense II no coincide con Jerónimo de Zurita:
“Era M.C.XCII. anno M.C.LIII. (LIIII.) in mense Martio natus est Ildephonsus rex”[2].
Es decir, sitúa el nacimiento en el mes de marzo de la Era 1192 (año según la Era Hispánica), añadiendo que corresponde al año 1153, aunque el escribano corrigió a 1154 (1192-38=1154). Esta corrección seguramente fue un añadido posterior, ya que el autor original de este Cronicon usaría la datación por el Año de la Encarnación al estilo florentino, que consideraba que el año comenzaba el 25 de marzo. En cualquier caso, la fecha del nacimiento de Alfonso II sería el mes de marzo (antes del día 25) del año 1154.
El medievalista Ubieto Arteta, por su parte, propuso el mes de marzo de 1157[3],y para ello no dudó en interpretar los números de la forma en que le resultara más conveniente. Por ejemplo, afirmó que la fecha dada en el Cronicon Dertusense había sido leída incorrectamente, confundiendo como II lo que según él tuvo que ser una U (otra forma de escribir V en números romanos), lo que nos daría “Era M.C.XCU anno M.C.L.UI (LUII)”, o sea, el mencionado año 1157. Por desgracia este hipotético error resulta imposible de demostrar, porque no conservamos el Cronicon original.
Para refrendar su postura, Arteta
aportó un documento del Archivo Municipal de Huesca procedente del Monasterio de San Pedro el Viejo en el
que se dice que fue escrito (según él) en la “era Mª Cª LXXXXª VIª” (año 1158),
“ipso anno quando dompna regina peperit filium suum Adefonsum in civitate
Oscha” (“El mismo año cuando la señora reina parió a su hijo Alfonso en la
ciudad de Huesca”). El medievalista
asevera que “ipso anno” confirma que el rey nació en marzo de 1157, ya
que todavía no habría pasado un año completo si este documento hubiera sido
redactado en enero, febrero o principios de marzo de 1158. Con este último
argumento Arteta logró que se aceptara su propuesta, y 1157 figura como fecha
del nacimiento de Alfonso II en casi todas las enciclopedias españolas. El
problema es que, según mi parecer, Ubieto Arteta leyó mal la data del documento
en cuestión. Veamos la fecha tal y como figura en el original:
Detalle de la fecha
Como decíamos, Arteta lee “e(ra). mª.cª.Lxxxxª.uiª” (Era 1196, o sea, año 1158), pero en mi opinión en realidad pone “e(ra). mª.cª.Lxxxvª.iiiª”(Era 1188, es decir, año 1150), con sendos alargamientos hacia abajo de la “x” y la “i” centrales, aunque la “v” queda unida a las decenas, y la unión de la primera “i” y la segunda le hace parecer una “u”con caída. Esto abriría la horquilla desde ese año 1150 hasta el 1152 de Zurita, o el 1154 del Cronicon, pero descartaría el de 1157 de Arteta si su lectura fuera incorrecta. Para despejar las dudas haría falta una fotografía del documento de mejor calidad que la proporcionada por este medievalista[4].
No es mi intención profundizar en la cuestión de la fecha de nacimiento de Alfonso II, para lo que además habría que tener en cuenta otros factores, pero considero que es un tema de importancia precisamente en relación con su posible primera toma de contacto con León.
Los acuerdos de Tuy
Y es que del 22 al 27 de diciembre de 1159 tuvo lugar un encuentro diplomático de alto nivel entre Fernando II de León y Alfonso I de Portugal (Afonso Henriques) en Santa María de Palo, al lado de Tuy. Entre otras cosas, se negociaría casar al niño Ramón, heredero de Cataluña y Aragón, con Mafalda, una infanta portuguesa de 6 ó 7 años de edad. Este Ramón (Raimundo) no era otro que el futuro Alfonso II, ya que tuvo ambos nombres, lo que dificulta su identificación en algunos momentos. De los documentos parece desprenderse que fue Alfonso para su madre, y Ramón para su padre, ya que este último nombre sólo figura en los documentos en los que acompaña a su progenitor. No hay que extrañarse que Fernando participase en estas conversaciones, pues no en vano Ramón era su primo hermano, y además en esa época el monarca leonés se había convertido en el árbitro de los asuntos de los reinos cristianos.
Un mes después, el 30 de enero de 1160, muy cerca de allí, en Tuy, el rey de Portugal redactaba el contrato matrimonial de su hija con el heredero del condado de Barcelona, estando presente Ramón Berenguer IV. Éste debió iniciar el regreso poco después, porque el 27 de febrero el conde de Barcelona estaba en León, en la corte de su sobrino Fernando II, de donde partió al parecer en el mes de marzo. Es bastante probable que, además de los principales obispos aragoneses y catalanes, en este viaje lo acompañase su hijo Ramón-Alfonso, que ya contaría entre cinco y diez años (y no dos o tres, según la tesis de Arteta), y cuya edad se correspondería con la de la novia portuguesa.
Tutoría leonesa de Alfonso II
Pero el pacto matrimonial no llegó a consumarse, porque en agosto de 1162 Ramón Berenguer IV falleció cerca de Génova, dejando a su joven hijo como heredero de los territorios aragoneses y catalanes con el nombre de Alfonso II. En aquel momento el reino de Castilla estaba en una tesitura parecida, porque el rey Alfonso VIII contaba sólo 6 ó 7 años y se encontraba bajo la tutela de su tío Fernando II de León. La situación situaba a éste último monarca en la cúspide del poder peninsular, por lo que el joven Alfonso II se entrevistó con él a finales de septiembre en Ágreda (Soria). Allí ambas cortes acabaron firmando un tratado en el que, entre otras cosas, se acordaba el matrimonio de Alfonso II con Sancha, mal llamada “de Castilla”, hermana del leonés y que por entonces contaría unos ocho años. Parece que también por esas fechas murió la infanta Mafalda de Portugal, lo que facilitaría (o motivaría) estas conversaciones.
El Tratado de Ágreda[5] establecía, además, que Alfonso II se sometía a la tutoría de su primo Fernando II, tomándolo por padre, tutor y defensor suyo y del reino. No es de extrañar que éste, convertido en tutor de Aragón y Cataluña, siéndolo ya también de Castilla, aparcara el título de “Rey de los Leoneses” y empezara a intitularse “Rey de los Hispanos” y “Rey de las Hispanias”. En ese mismo Tratado se establecía una especie de consejo de regencia compuesto por el arzobispo de Tarragona, el obispo de Barcelona, el obispo de Zaragoza, y el obispo de Tarazona.
No conocemos el alcance real de esta tutoría leonesa sobre la Corona de Aragón, pero dada la distancia su efectividad debió ser muy limitada. Además en octubre se hizo público el testamento de Ramón Berenguer IV, en el que nombraba a Enrique II de Inglaterra como tutor de su hijo (al que todavía llama “Ramón”). Un documento de febrero de 1163 revela que en ese año Alfonso II seguía bajo tutela, aunque no se especifica de quién, y que todavía no había sido armado caballero al ser menor de edad. En cualquier caso la tutoría tuvo que cesar cuando su madre Petronila renunció formalmente a la corona aragonesa el 18 de junio de 1164, que coincidiría con la mayoría de edad de Alfonso II (14 años) si éste nació en 1150.
Por desgracia no queda ningún rastro la tutoría de Fernando II sobre Alfonso II en ningún documento emitido por la cancillería real leonesa, aunque conviene recordar que los pergaminos conservados hasta nuestros días son una exigua cantidad frente a los miles que se emitieron originalmente. Y es que sólo nos ha llegado la copia aragonesa del Tratado de Ágreda, pero sin duda existió su contrapartida leonesa.
De todas formas, esta tutoría
constituye sólo un ejemplo más del papel hegemónico que jugaron Fernando II y
León en la política de los reinos cristianos durante gran parte de la segunda
mitad del s. XII. Una hegemonía que en cierto modo heredó de su padre, Alfonso
VII el Emperador, aunque nunca se atreviera a utilizar el título imperial de
éste. Lo sorprendente (o no tanto, dada la idiosincrasia leonesa) es que
Fernando II, a pesar de su importancia, es un rey prácticamente desconocido no
sólo para la historiografía española, sino también para los propios leoneses.
[1] ZURITA, J. Anales de Aragón, Libro
II, Capítulo XII.
[2] VILLANUEVA, J. Viage literario a las
iglesias de España, Volumen 5, pág. 239.
[3] UBIETO ARTETA, A. Historia de Aragón.
T. V, Creación y desarrollo de la corona de Aragón. Zaragoza : Anubar, 1987.
Pág. 178 y ss.
[4] UBIETO ARTETA, A. Historia de Aragón. T. V,
Creación y desarrollo de la corona de Aragón. Zaragoza : Anubar, 1987. Segunda
lámina entre páginas 188 y 189.
[5] VILLANUEVA, J. Viage literario a las
iglesias de España, 17, 1821. Apéndice 53, págs. 326-328.