Aprovecho el hecho de que hoy ha sido el cambio de hora para hacer unas reflexiones en voz alta que ya llevo un tiempo planteándome. En realidad no quiero entrar en la discusión de si los dos cambios de horario anuales son oportunos o no, sino que pretendo llegar más lejos, poniendo en duda incluso la franja horaria en la que se encuentra España.
Antes de nada, echemos una ojeada al mapa de las franjas horarias del mundo (pulsad para ver en grande):
A primera vista, ya resulta evidente que el reparto de franjas horarias , a pesar de su simetría y proporcionalidad teóricas, dista de seguir un patrón científico: China, por ejemplo, tiene el mismo horario para todo su enorme territorio, y el
huso de varios países da la impresión de responder a intereses meramente políticos. Pero ahora fijémonos en el caso de la Península Ibérica: si exploramos los países situados al Norte (Reino Unido, Irlanda) y al Sur (Marruecos, Mauritania, etc.) veremos que todos ellos, salvo España, han adoptado el Tiempo Coordinado Universal (UTC) 0, anteriormente conocido como Tiempo en el Meridiano de Greenwich (GMT). Incluso nuestros vecinos portugueses siguen este patrón.
Pero antes de continuar, hay que preguntarse cuándo y cómo se creó este sistema de zonas horarias. En realidad es un convencionalismo adoptado ya en el siglo XIX. Concretamente,
nació en Washington (EEUU) en 1884, gracias al acuerdo que alcanzaron 27 países en lo que se dio en llamar
"la Conferencia del Meridiano". Curiosamente, Francia, a pesar de estar atravesada longitudinalmente por el Meridiano de Greenwich (zona GMT 0), adoptó como hora la zona GMT +1 (que durante medio año se convierte en +2 "gracias" al cambio del horario de verano que hoy hemos sufrido). Desconozco las razones por las que mis admirados franceses tomaron esta decisión, pero el caso es que España les imitó,
a pesar de que ello nos condenó a tener la misma hora que países tan lejanos como Polonia (!).
¿Qué consecuencias prácticas tuvo el haber adoptado esta franja horaria? Pues, entre otras cosas, algo tan molesto como las dificultades que entraña madrugar en nuestro país. Podéis leer más detalles
en este artículo, pero yo lo comprobé en persona cuando viajé a Israel en el año 1998: la primera noche que pasé allí me desperté antes de las seis de la mañana, pero me llevé un susto tremendo porque al ver el sol tan alto, y haber tanta actividad en la calle, llegué a pensar que me había quedado dormido y que en realidad eran las seis de la tarde. Me llevó un tiempo convencerme de que todavía era temprano.
La conveniencia de tal o cual franja horaria para España puede ser materia de debate (y
alguien-que-yo-me-sé lo abrió
en Galicia de una manera bastante cómica, al entrar al trapo el BNG), pero mi opinión personal es que estamos en el huso equivocado, lo que nos ha condenado a ser un país de horarios ridículos y totalmente diferentes al resto del mundo. Un país "retrasado", en todo el sentido de la palabra, ya que nos obliga a hacerlo todo más tarde de lo acostumbrado.