Como el día 4 de enero fue el segundo aniversario del paso del superbólido por el cielo leonés, os incluyo el artículo que escribí para "LEO", la revista de la Asociación Leonesa de Astronomía, explicando las aventuras y desventuras que sufrimos los voluntarios que iniciamos la ardua tarea de la búsqueda de meteoritos, y las no menos duras actividades que realizamos para que los científicos pudieran trazar su órbita, establecer su peso, su lugar de origen, etc. También incluyo algunas variaciones y anotaciones nuevas que no existían en al artículo original, ya que de
aquella no se nos había permitido la divulgación de los detalles (lugar exacto de la caída, etc.) Es bastante largo, pero espero que os preste.
Toda esta historia comenzó la tarde-noche del domingo 4 de enero, cuando al llegar a casa mi madre me recibió contándome que mi padre y otros espectadores del partido de la Cultural habían avistado una enorme bola de fuego que atravesó parte del cielo leonés en pocos segundos. Gratamente sorprendido por la noticia, desde el primer momento fui consciente de que la casualidad había elegido a León como destinatario de un bólido (fenómeno que se produce cuando un cuerpo de origen extraterrestre de cierto tamaño penetra en la atmósfera de nuestro planeta): dado que éste había brillado con una fuerza inusitada a pleno día, imaginé que había sido provocado por un objeto de grandes dimensiones.
Mi padre coincidió conmigo en esta apreciación, aun
que al parecer muchos de los espectadores pensaron que el responsable del espectáculo había sido un avión. Lo primero que hice fue llamar a mi buen amigo Saúl Blanco, quien además de ser el Secretario de la Asociación, comparte conmigo la afición por estos fenómenos astronómicos. Aunque no sabía nada al respecto, conectó la radio y pronto escuchó que el objeto había atravesado la Península de NO a SE y que un fragmento podía haber caído en el pueblo leonés de Renedo de Valderaduey, muy cerca de la frontera con Palencia. Nada más oír la noticia, nos pusimos de acuerdo de inmediato para visitar juntos la zona la madrugada del día siguiente. Mientras tanto, llamamos a la Guardia Civil y les informamos de la auténtica naturaleza del fenómeno, ya que estaban recibiendo cientos de llamadas de testigos preocupados por la posibilidad de que fuera un
OVNI o un avión en llamas.
|
En Renedo el día 5 |
Así que el día 5 nos presentamos en Renedo a las ocho de la mañana, mucho antes de que llegaran los medios de comunicación que posteriormente invadirían este pacífico y encantador pueblo. Tras haber hablado con varios habitantes acerca de cómo habían percibido el bólido (altura aparente, zona del cielo que había atravesado, ruido, etc.), aparecieron varios coches de la Guardia Civil, por lo que aprovechamos para identificamos ante los agentes como miembros de la Asociación y gestores del Observatorio Municipal Pedro Duque. Una vez que comprobaron nuestras credenciales (nuestros sencillos carnets de la ALA), nos permitieron acompañarles a la zona donde, según algunos testimonios, parecía haber caído al menos un fragmento del bólido. Emocionados ante la perspectiva de que hubieran caído meteoritos, nuestras expectativas se vieron truncadas cuando comprobamos que aquella área era en realidad un vastísimo bosque de pinos cubierto de una cerrada vegetación que prácticamente impedía el paso. Mientras esperábamos la llegada del helicóptero de la Guardia Civil que iba a rastrear la zona desde el aire, se nos ocurrió hojear el último ejemplar de Leo, y comprobamos que para el día 4 se había predicho que tendría su máximo la lluvia de estrellas Cuadrántidas, por lo que lanzamos a los medios de comunicación allí presentes la hipótesis de que en realidad el bólido había sido causado por una cuadrántida de un mayor tamaño de lo habitual. Posteriormente también descubrimos que ese mismo día la Constelación de Bootes (radiante aparente de esta lluvia de estrellas) estaba en el NO, muy cerca del horizonte, lo que parecía corroborar la trayectoria dada en los primeros momentos por la radio y la televisión. Desvanecida por el momento la posibilidad de recuperar meteoritos, regresamos a León, donde seguimos ávidamente todas las noticias relacionadas con el suceso.
El día 6 me encontraba pasando al ordenador unas bonitas fotografías que había realizado de la puesta de sol del día 4 desde el Monasterio de la Virgen de la Peña (Congosto), cuando me asaltó una idea de manera repentina: ¿no podría haber quedado reflejada en las imágenes la estela persistente que sobrevivió al bólido y que había durado hasta la caída de la noche? Rápidamente miré la hora en que la cámara digital había registrado las fotos, y comprobé que no habían pasado ni cinco minutos del acontecimiento en el momento en que tomé la primera. Tomando como referencia el sol poniente, encontré una única estela que atravesaba el cielo en dirección NO-SE, y la identifiqué como la perteneciente al bólido, si bien no se diferenciaba demasiado del resto de estelas producidas por los numerosos aviones que sobrevuelan habitualmente El Bierzo.
Así que, tras notificárselo a las instituciones científicas, y tras señalar la estela con unas flechas, la Asociación convocó
una rueda de prensa en el Observatorio para el día siguiente.
|
Foto de Salvador Díez en las Hoces de Valdeteja |
En ella dimos cuenta del presunto descubrimiento, y advertimos de la imposibilidad de encontrar restos meteoríticos debido a la difícil orografía del terreno de Renedo. Cedimos gratuitamente las imágenes a los medios de comunicación, con la única condición de que mencionaran a la ALA como fuente. Mientras, en los medios locales y nacionales habían ido apareciendo distintas fotos que algunas personas habían conseguido tomar del bólido, e incluso un impresionante vídeo grabado con motivo de una cabalgata de Reyes celebrada en el leonés barrio de El Ejido.
|
Foto de María Maximina Ruiz en Santa Colomba del Curueño |
Vídeo de Luis Alfonso Fdez.
Pocos días después de la rueda de prensa entramos en contacto con la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (también conocida como SPMN), y pronto uno de sus integrantes, Josep María Trigo, nos desveló que, gracias al análisis pormenorizado del vídeo, habían descartado la trayectoria indicada por los medios. El porqué era muy sencillo: en el vídeo aparecía la Luna muy cerca del bólido, lo que indicaba, sin lugar a dudas, que éste se desplazó en dirección NE, y no SE. Esto eliminaba la posibilidad de que la estela que aparecía en mis fotos fuera producto del fenómeno, por lo que concluimos que en realidad fue producida por un avión normal y corriente. Pronto comenzamos a intercambiar emails con su equipo, ya que fueron los únicos científicos que parecían tomarse muy en serio el estudio del fenómeno. Nos pasaron los formularios con las preguntas que había que realizar a los testigos para conocer en profundidad el mayor número de datos acerca de la trayectoria y posible final del objeto, así que Saúl y yo decidimos volver a desplazarnos a Renedo en cuanto tuviéramos ocasión.
|
El objeto de Villalobar. |
El día 10 de enero, los acontecimientos tomaron un giro inesperado cuando recibimos una llamada de una periodista que nos informaba de primera mano del hallazgo de un posible fragmento de meteorito en los Viveros Sofía de Villalobar. Rápidamente nos dirigimos al lugar, aunque durante el viaje nos mostramos bastante escépticos acerca de la autenticidad de los restos. Pero nuestras dudas prácticamente se evaporaron al llegar a la escena del suceso: en el suelo, incrustado en unos plásticos semifundidos, yacía algo que tenía toda la apariencia de ser un meteorito. El plástico del techo estaba claramente perforado en un punto cercano, y mostraba así el ángulo de entrada del objeto. Por si esto fuera poco, el agujero del techo tenía los bordes levemente quemados, lo que parecía eliminar por completo la hipótesis del fraude. Tras realizar las pertinentes fotografías, procedimos a recoger la muestra siguiendo el protocolo que nos había indicado
Francisco Miguel Galindo, destacado miembro de la Agrupación Astronómica Palentina, y coordinador voluntario del
SPMN. Finalmente, entregamos el fragmento a la Guardia Civil. Este episodio tuvo una amplísima difusión en todos los medios de comunicación, y Saúl llego a aparecer en la portada del Diario de León sosteniendo el presunto meteorito para introducirlo en una bolsa isotérmica.
Por casualidades de la vida, esa misma noche conocimos a José Vicente Casado, experto leonés en fósiles y meteoritos que posee una amplísima colección de rocas espaciales, y que por aquel entonces estaba muy interesado en formar parte de la ALA. Cuando le mostramos las fotografías del objeto, nos informó de que, casi con toda seguridad, era un meteorito, ya que presentaba una marcada costra de fusión. De todas formas, para salir de dudas necesitaba realizar un examen visual de la muestra, por lo que nos las arreglamos para que tuviera acceso a ella. La decepción fue enorme: José Vicente, visiblemente contrariado, nos explicó que no era un meteorito, sino un trozo de chatarra espacial. Este dictamen fue corroborado por el CSIC dos días después, si bien los científicos no se atrevieron a confirmar abiertamente la hipótesis de la basura espacial. Todo ello nos llevó a replantear la naturaleza misma del fenómeno del 4 de enero, si bien el tiempo se encargaría de descartar su posible origen artificial.
|
Interrogatorios en Renedo. |
El día 13, apenas recuperados de este planchazo, Saúl y yo regresamos a Renedo en compañía de José María Pérez, y allí nos encontramos con Francisco Miguel Galindo: juntos realizamos los interrogatorios de los testigos, y tomamos algunas cotas con un teodolito prestado por el Instituto Padre Isla. Gracias a las indicaciones de Josep María Trigo, en esta ronda de entrevistas prestamos más atención al tiempo transcurrido entre la visualización del fenómeno y el sonido de la explosión, y pudimos concluir que al menos habían pasado tres minutos entre ambos sucesos, lo que indicaba sin duda que el bólido había explotado mucho más lejos de Renedo, en dirección Palencia-Santander. Ese día descartamos definitivamente la posibilidad de que aparecieran restos meteoríticos en León, si bien se abría ante nosotros una nueva dirección de investigación. Los compañeros de la Agrupación Astronómica Palentina comenzaron a entrevistar a testigos en varios pueblos del Norte de su provincia, y pronto resultó evidente que allí era donde había que buscar meteoritos, ya que el día 4 algunas personas llegaron a escuchar claramente la caída de varios fragmentos. Además,
la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos trazó una trayectoria provisional de la fase final del bólido, por lo que pudieron delimitarnos una amplia zona de búsqueda centrada en la comarca de La Peña. Pero el mal tiempo y la nieve impedían cualquier tentativa de rastreo, así que decidimos visitar el área en cuanto fuera posible.
Mientras, Josep María Trigo nos indicó la necesidad de realizar una serie de astrofotografías desde los sitios en que se habían tomado imágenes del bólido para poder realizar un estudio de la trayectoria exacta: en el caso del vídeo era imprescindible encontrar el emplazamiento, apagar el alumbrado público, y hacer las fotos con un tiempo mínimo de exposición de tres minutos tomando nota de la hora del comienzo y del final de cada una de las fotografías. Para ello nos pusimos en contacto con Luis Fernández Arenas y su mujer Carmen Blanco, autores del vídeo, quienes muy amablemente nos indicaron el lugar desde donde lo habían grabado. Una vez obtenido el pertinente permiso del Servicio de Alumbrado del Ayuntamiento para apagar la iluminación pública, intentamos realizar la calibración por primera vez la noche del 20 de enero, si bien los resultados fueron muy pobres debido a la luz de los enormes focos instalados en el aparcamiento de camiones de las cercanías. Tampoco tuvimos mejor suerte con la tentativa realizada en las Hoces de Valdeteja (localidad en la que Salvador Díez García había obtenido una espectacular foto), ya que no encontramos el sitio exacto. Saúl y yo guardamos todavía un recuerdo muy fresco de esa noche en las montañas, entre la nieve, a 13º bajo cero, con una cámara cuyo objetivo no dejaba de empañarse.
Un par de días después saltó la noticia bomba: habían aparecido pequeños fragmentos de meteorito en un camino de un pueblo de Palencia, y el CSIC confirmaba su autenticidad. En realidad, la noticia ya era algo vieja, pero el poseedor de los restos no había querido hacerla pública antes. Decidimos que no podíamos esperar más, ya que parecían confirmarse las sospechas del
SPMN de que la comarca estaba llena de fragmentos, y, además, empezaron a llegarnos inquietantes rumores acerca de la presencia de cazadores de meteoritos extranjeros en la zona. Así que los días 23 y 24 organizamos sucesivas expediciones al área donde parecía más probable hallar fragmentos, en torno a los pueblos de Villalbeto y Tarilonte, aunque no obtuvimos resultados. Dirigidos por José Vicente, recorrimos decenas de kilómetros en coche y a pie, pero la orografía de la zona era muy difícil, y cada vez nos íbamos desanimando más y más.
|
Atollados en un camino. |
Por si fuera poco, la nieve se había fundido y los caminos se habían convertido en tremendos barrizales, por lo que en algunas ocasiones tuvimos serios problemas con la furgoneta de José Vicente (eso por no hablar del estado en que quedaban nuestra botas y nuestra ropa). El día 25, otro equipo del
SPMN dirigido por el Dr. Javier García Guinea (del Museo Nacional de Ciencias Naturales) encontró varios trozos muy cerca de donde habíamos rastreado, lo que nos sirvió de acicate para sucesivas búsquedas.
El 27 de enero organizamos otra expedición, aunque en esta ocasión sólo estábamos José Vicente y yo de la ALA, y Francisco Miguel y
Stanislaus J. Th. Erbrink (Stan) de la Agrupación Palentina. El día fue especialmente duro, ya que quedamos atollados en dos ocasiones, y en una de ellas fue preciso requerir la ayuda de algunos de los habitantes de un pueblo cercano. Tras una jornada agotadora, cuando ya estábamos a punto de montar en los coches para regresar a nuestros respectivos hogares, Stanislaus le mostró a José Vicente una piedra que había encontrado en las proximidades de los vehículos:
|
Stan y su fragmento |
cuando éste comenzó a gritar alborozado, los demás pensábamos que nos estaba tomando el pelo, pero al final se impuso la evidencia: ¡habíamos encontrado nuestro primer fragmento de meteorito! Tras la inmensa alegría de los primeros momentos, Francisco Miguel nos recordó el protocolo que debíamos seguir: había que fotografiar el lugar de impacto, tomar las coordenadas GPS, presentar las muestras a la Guardia Civil, y después enviarlas a un laboratorio. En estos momentos apreciamos enormemente la labor de Saúl Blanco, quien se había preocupado de leer toda la legislación vigente de Patrimonio para conocer los pasos que había que seguir en un caso como este: sus preocupaciones nos ahorraron un montón de quebraderos de cabeza legales. Mucho más animados, continuamos organizando sucesivas expediciones de rastreo, y la verdad es que la Fortuna comenzó a sonreírnos, ya que rara fue la vez en que no encontramos alguno.
|
Minutos antes de comenzar la conferencia. |
Mientras tanto, dado el interés mediático que había despertado el bólido, decidimos que era un buen momento para organizar una conferencia acerca de estos fenómenos. Para ello contamos con la desinteresada colaboración de José Vicente y del Ayuntamiento de León, y así el acto pudo celebrarse el 3 de febrero en su Salón de Actos con el título "Cazadores de meteoritos: tras la pista del bólido de León". A pesar de la escasa publicidad que tuvo en algunos medios de comunicación, a la conferencia acudieron unas 150 personas, por lo que, aunque no cumplimos las expectativas, pudimos considerarla un éxito. Los meteoritos que llevó José Vicente causaron una gran expectación, aunque nos fue imposible presentar el hallado por Stanislaus al estar siendo sometido a las pruebas de laboratorio.
El 4 de febrero volvimos al trabajo de campo, y esta vez fue José Vicente quien tuvo la suerte de encontrar el fragmento del día. Para cubrir más terreno que en las ocasiones anteriores, las dos asociaciones decidimos reclutar el mayor número de participantes posibles, por lo que en el curso de astronomía de los jueves pedimos voluntarios para organizar una batida ese mismo sábado. Así que el día 7 nos reunimos Jesús San José, Isidro Fernández, Sergio Valbuena, Saúl Blanco, José Vicente Casado y un servidor por parte de la ALA, y Stanislaus, Francisco Miguel y Oscar Díez Higuera por parte de la Agrupación Palentina.
Manuel Fernández, músico y fotógrafo aficionado. Mientras tanto, aparecieron nuevas fotos del superbólido tomadas desde el pueblo de Santa Colomba del Curueño, lo que hizo necesaria nuestra presencia allí para realizar las pertinentes calibraciones.
|
Isidro y su fragmento. |
Fue un día fructífero, ya que Isidro, Saúl, y Francisco Miguel encontraron sendos meteoritos, y, por si fuera poco, el de Isidro, con más de 120 gramos de peso, resultó ser el más grande de los hallados por nuestro equipo: éste es el fragmento que se nos ha permitido conservar para ser expuesto en León, aunque de momento el Ayuntamiento no ha demostrado ningún interés por exponerlo al público leonés. La alegría fue enorme, ya que tantos hallazgos hacían casi seguro el que las dos asociaciones pudieran quedarse alguno de los fragmentos para exponerlos al público. Por desgracia, las sucesivas visitas no serían tan afortunadas, y tras una serie de rastreos sin hallazgos en nuevas zonas, y de concienzudos re-rastreos de las zonas ya batidas, tiramos la toalla con la satisfacción del deber cumplido. Todavía nos llevó unos meses a Saúl y a mí acabar con las calibraciones fotográficas, pero en la última, llevada a cabo en Aguilar de Campoo, recibimos la inestimable ayuda de un miembro de la ALA reenganchado.
Finalmente, os contaré el destino de las tres piezas que fueron halladas por gente de la ALA: el fragmento de Saúl fue donado a la Universidad de Barcelona en agradecimiento por los análisis químicos. El de José Vicente se donó al Museo de Ciencia de Valladolid, donde está permanentemente expuesto junto a unos paneles explicativos (allí sí que se preocuparon por conseguir el expositor). El de Isidro sigue a la espera de que el Ayuntamiento decida de una vez si quiere exponerlo o no. Ya hemos recibido distintas ofertas de varios museos, y es muy probable que acabemos aceptando una. [Actulización: ahora es la primera pieza en el recorrido del Museo Histórico Provincial de León, edificio Pallarés]
Como conclusión, os diré que todo el asunto es lo más parecido a una aventura que he tenido en mi vida, aunque el gasto en tiempo y en dinero que conllevó fue considerable. Saúl y yo, en colaboración con más gente, publicamos un artículo en la revista "Astronomía" nº 67 (enero de 2005). Los científicos (Jordi Llorca, Josep María Trigo y otros) ya han publicado la primera parte del estudio científico y, dicho sin modestia, gracias a la dura (en ocasiones durísima) tarea que realizamos aficionados como Saúl Blanco, José Vicente Casado o yo mismo, han podido precisar casi todos los datos del meteorito: su trayectoria exacta, su masa, su altitud en el momento de la explosión, su composición, el momento en el que abandonó el cinturón de asteroides (hace más de 40 milllones de años), la parte del cinturón de la que partió, su edad (más de cuatro mil millones de años), etc.
■