Con este artículo introductorio pretendo dar comienzo a una corta serie de entradas dedicada a las apariciones de los monarcas leoneses en la lírica trovadoresca altomedieval. Pero antes de nada he de advertir que no me habría sido posible escribirlos sin la ayuda bibliográfica prestada por Nicolás Bartolomé, cuyo artículo "Los reis de L.lión na poesía medieval occitana" me sirvió de acicate.
Aunque es un dato no muy conocido, en los siglos XII y XIII fue frecuente que la corte leonesa recibiera la visita de trovadores, procedentes en su mayoría de la mitad sur de Francia. Estos personajes solían viajar de corte en corte, y allí donde eran bien recibidos componían cantos dedicados a los monarcas que los agasajaban. Para ello, y dependiendo de su procedencia geográfica, usaban alguno de los numerosos dialectos de la lengua provenzal, hoy llamada occitano, y que todavía se habla en España en el Valle de Arán, donde es lengua oficial con el nombre de aranés (ver mapa de elaboración propia). No ha de extrañarnos el hecho de que una misma lengua reciba distintas denominaciones, ya que ocurre lo mismo, por ejemplo, con nuestro leonés, que es conocido como “asturiano” en Asturias, “mirandés” en Miranda de Douro, etc., y que está comenzando a ser reconocido globalmente como “asturleonés”. Por otra parte, ocurre lo mismo con el español, que muchas veces recibe el nombre de “castellano”, aunque en un sentido estricto ésta sería la lengua romance propia de Castilla.
Volviendo a los cantos trovadorescos, por desgracia tan sólo conservamos unos pocos ejemplos de este tipo de c
omposiciones, pues al igual que ocurre con la documentación medieval, la mayor parte ha desaparecido con el transcurso del tiempo. Por si fuera poco, además existe el problema de que conocemos poco acerca de la vida de los trovadores medievales, y si bien muchas veces podemos identificar sus creaciones, en ocasiones ni siquiera podemos precisar su cronología.
Pero
antes de continuar, conviene clarificar las diferencias que existían entre trovadores y juglares: mientras los primeros se dedicaban básicamente a componer obras poéticas para ser cantadas, los segundos se limitaban a cantarlas, sin crear obras nuevas. Los juglares actuaban como artistas ambulantes, y a veces eran auténticos saltimbanquis que realizaban todo tipo de acrobacias. En estos artículos me centraré en el papel jugado por los trovadores, que fueron los auténticos creadores literarios, aunque muchas veces empezaron sus carreras como simples juglares.