La Bandera Medieval del Reino de León

29 julio, 2005

Hoy quiero mostraros el artículo sobre la bandera medieval del Reino de León que me publicaron hace unos meses en el Diario de León . Este artículo puede utilizarse para su difusión en cualquier medio, a condición de que se mencione su autoría.
2005(c) Ricardo Chao

Algunas monedas con tipos de leones. A: Alfonso VII
B: Fernando II, C: Alfonso IX

Antes de abordar el tema de la bandera medieval del reino, primero conviene que hablemos de su símbolo. El león aparece documentado por vez primera en las monedas acuñadas por Alfonso VII, el Emperador (1126-1157). Hasta este momento, el signo preponderante utilizado por los reyes leoneses en sus documentos y monedas era la cruz, pero a partir de ahora, ésta se irá viendo desplazada paulatinamente por el león. Al final del reinado de Alfonso VII, este animal también empezará a aparecer en los documentos regios como signo personal del monarca, y se hará omnipresente durante los reinados de Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-1230).

La primera referencia escrita del león como símbolo personal del rey y, por ende, del reino, la encontramos en la Chronica Adefonsi Imperatoris, coetánea de Alfonso VII. En ella, al describir los ejércitos que participan en la toma de Almería, se dice literalmente: “(...)la florida caballería de la ciudad de León, portando los estandartes, irrumpe como un león (...) Como el león supera a los demás animales en reputación, así ésta supera ampliamente a todas las ciudades en honor. Sus distintivos, que protegen contra todos los males, están en los estandartes y en las armas del emperador; se cubren de oro cuantas veces se llevan al combate” (traducción de Maurilio Pérez González). Aquí hay que destacar un aspecto que muchas veces no se ha tenido en cuenta: el león es el símbolo más antiguo que existe de un reino en Europa, y es anterior al castillo de Castilla, a los tres “leopardos” ingleses y a las flores de lis francesas. Si el Emperador lo llevaba en sus estandartes y armas (escudo, sobrevesta), era debido a que León tenía la preponderancia en el reino. Cuando en otras partes de la Chronica se alude al izado de los estandartes reales en las plazas tomadas a los enemigos, evidentemente se está refiriendo a unas banderas en las que campa el león. Mucho se ha discutido acerca de si este animal representaba al rey o al reino: en el primer caso serviría para simbolizar la fuerza del soberano, pero parece más clara la identificación entre las palabras Legio y Leo que llevaría a la adopción del felino como imagen de la ciudad y del Reino. A favor de esta segunda hipótesis está el hecho de que en la Chronica el autor rima las palabras legionis - leonis.

Pero, ¿cómo era este león? ¿De qué color era la bandera? Contra lo que mucha gente pudiera pensar, no tenía mucho que ver con la tan querida bandera leonesa actual. En primer lugar, el león no era rampante, sino pasante. Todos los leones que aparecen en las monedas, signos rodados y sellos de los reyes leoneses son pasantes (unas veces orientados hacia la derecha, y otras hacia la izquierda). Sólo hay dos excepciones: los que aparecen en los escudos de Fernando II y Alfonso IX en sus respectivas representaciones del Tumbo A de la Catedral de Santiago. En estos casos, se puede apreciar que son leones rampantes, pero el motivo está claro: las figuras heráldicas siempre han de disponerse de forma que ocupen la mayor parte del campo. En el caso de un escudo, es evidente que un león pasante ocuparía sólo un tercio del campo, mientras que si lo ponemos en posición vertical, y lo agrandamos, ocupará todo el espacio disponible (después de todo, un león rampante no deja de ser un león pasante puesto en posición vertical). Así también se cumplía la norma de horror vacui tan en boga en la Edad Media (en la Historia del Arte, el término horror vacui describe el relleno de todo espacio vacío en una obra de arte con algún tipo de diseño o imagen).

¿Cuál era el color del león? En esas mismas representaciones del Tumbo A, debajo de ambos reyes aparecen sendos leones pasantes en actitud de ataque: su color es el morado - púrpura. En el caso de Alfonso IX, este león casi parece enmarcado en una bandera cuyo fondo sería de color blanco y que tendría una orla de color morado claro. Además, en el escudo que porta el monarca el león es de ese mismo color purpurado, y el fondo es de color blanco o plateado. Los mismos colores presentan los dos leones pasantes que aparecen en los arzones de la silla de montar. Según las normas de la Heráldica, a una figura de color púrpura le corresponde el campo (o fondo) de plata, que puede aparecer como blanco. Esta hipótesis se ve corroborada por el uso que se hizo del león en los escudos y estandartes cuartelados de Fernando III y Alfonso X, ya después de la unión con la Corona de Castilla (1230). En ellos, junto a los recientemente creados castillos de oro sobre campos de gules (fondo rojo), los leones son de color púrpura o morado, sobre campo de plata. Es de destacar que en los cuartelados no había sitio para dos leones pasantes, por lo que se les dispuso como rampantes para ocupar por completo los cuarteles que les correspondían. Esta es la disposición de los leones que nos ha llegado. Como se habrá podido observar, en ningún momento se ha hablado de una corona sobre la cabeza del león: este uso todavía es más posterior, ya que no aparece en monedas, sellos ni otras representaciones hasta Sancho IV (1284-1295).

Resumiendo: la bandera medieval del Reino de León básicamente consistía en un león pasante de color púrpura que ocupaba la mayor parte del campo de la bandera. El fondo era de color blanco, o gris muy claro (=plata). Bajo esta bandera combatieron los ejércitos gallegos, leoneses, asturianos, extremeños, e incluso los castellanos en época de Alfonso VII. Con la división del reino que determinó este rey, León conservó este signo, pero Castilla se vio obligada a crearse uno nuevo. Parece que al principio los castellanos utilizaron una simple cruz, pero, tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), Leonor Plantagenet (esposa de Alfonso VIII) diseñó el famoso castillo dorado sobre campo rojo. La elección de los colores no fue al azar: Leonor estaba acostumbrada a los leones de oro sobre campo de gules de su dinastía, y además, estos colores contrastaban grandemente con los de los leoneses en el campo de batalla.

Tras la unión de las dos Coronas, León continuó existiendo como Reino, al igual que Galicia, Castilla, etc. Una de las pocas representaciones de la bandera de León como tal aparece en el cortejo fúnebre de Carlos V dibujado por Jean y Lucas Doetecum en 1559: en ella hay un león rampante púrpura con corona de oro sobre fondo blanco. Un león con los mismos colores figura en un plato de Manises del siglo XV. Hemos de suponer que, al menos al principio, la bandera que se tremolaba en León con ocasión de la proclamación de un nuevo rey debía ser semejante a la del cortejo mencionado. Y es que León tenía el privilegio de tremolar su propio pendón en lugar del de Castilla, que era el que se utilizaba en la práctica totalidad de la Corona en estas solemnes ocasiones.

Pero, entonces, ¿de dónde surge la bandera actual? No lo sabemos, pero probablemente no es tan antigua como algunos piensan. En primer lugar, conviene recordar que diseñar las banderas con el símbolo “encerrado” en un escudo en el centro responde a un uso heráldico bastante tardío. En segundo lugar, la primera descripción de un pendón semejante la encontró Waldo Merino en el acta de 18 de febrero de 1789 del Libro de Acuerdos Municipales (Filandón del Diario de León del 5 de junio de 1987); en ella se dice que el pendón de la ciudad era de color carmesí, con 6 tarjetas o pequeños escudos con sendos leones de oro, plata y seda. Sabemos que el pendón se solía renovar en cada proclamación de un nuevo rey, y así el número de escudos variaba en cada ocasión. De la misma época que el mencionado por Merino, o un poco posterior, es el pendón que se conserva en el despacho del alcalde, que consta de un escudo con un león rampante dorado en el centro, y dos más pequeños en las puntas, bordados sobre una tela de damasco de color carmesí. En mi opinión, éste era el pendón de la ciudad de León y, con el paso del tiempo, y con algunas minúsculas variaciones, acabó representando a toda la Provincia y a la Región. Recordemos que el pendón del que estamos hablando es el que se utilizó como modelo en el siglo XIX para confeccionar la actual bandera leonesa.


Mapas antiguos de España (XI)

28 julio, 2005

Y, por fin, aparece el Reino de León clásico en el año 1663, con Zamora completa, y Salamanca. El mapa es francés, y lo llama Royau(me) de Leon. A partir de esta fecha, en ningún mapa oficial faltarán las tres provincias leonesas, aunque en ocasiones veremos cómo se le añaden Palencia y Valladolid.
Lo que todavía no tenían muy claro era la frontera norte de Extremadura.

1663

Del "Destino" y de la falsedad de la Ley de Murphy

27 julio, 2005

No hay duda de que la vida funciona a base de casualidades, pero este hecho induce a mucha gente a creer en la existencia de una especie de Destino (así, con mayúscula) que guía con meticulosa precisión nuestros pasos. Ello ocurre porque casi nunca somos conscientes de las otras casualidades que pudieron producirse, pero que nunca se llevaron a cabo. Me explico: tal vez un día se dio la afortunada coincidencia de que el chico X conoció a la chica Y gracias a que X perdió su autobús habitual, y se vio obligado a coger otro, donde ¡oh, casualidad!, viajaba Y. Por el camino X e Y trabaron conversación y acabaron congeniando, de modo que, al cabo de un tiempo, ambos llegaron a casarse y a fundar una familia feliz. Puede que a X y a Y les parezca que esa sucesión de casualidades estuvo predeterminada por el Destino, pero en realidad ello se debe a que ambos desconocen las otras casualidades que se habrían dado en el caso de que X no hubiese perdido su autobús: tal vez, si lo hubiese cogido a tiempo, X habría llegado a su parada habitual, habría comprado un billete de lotería como era su costumbre, y ¿por qué no? podría haber sido afortunado y haber ganado el Gordo en el siguiente sorteo, con lo que su vida habría dado un giro totalmente diferente del que dio al conocer a su amada Y. Seguro que en este caso, X hubiera seguido creyendo en el Destino, cuando en realidad la vida es puro azar.
Cambiando ligeramente de tema, resulta curioso que tan sólo nos fijemos en las casualidades y azares que en cierto modo cambian nuestra rutina diaria, mientras que no reparamos en los que hacen que las cosas salgan bien. En este hecho se basa la falsa, manoseada y archiconocida Ley de Murphy, según la cual, si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto no es cierto en absoluto: lo que ocurre es que sólo nos fijamos en las ocasiones en que si algo podía salir mal, salió mal. Si, por el contrario, salió bien, no reparamos en ello, ya que parece que tenemos cierta tendencia a registrar en nuestra memoria las veces en que las cosas se tuercen. Ejemplo: una mañana se nos cae la tostada que estábamos untando de mermelada para el desayuno, y resulta que cae al suelo por la parte untada, con lo cual dedicamos unos cuantos juramentos al evento. Dos días más tarde, la tostada del desayuno se nos cae de nuevo, pero esta vez somos afortunados y lo hace por el lado sin untar: seguramente nos limitaremos a recogerla, satisfechos, y seguiremos desayunando sin dar más importancia al suceso. Una semana después se nos vuelve a caer la tostada (qué le vamos a hacer; somos torpes), y esta vez la fatilidad hace que -¡chof!- vuelva a tocar el suelo con la parte de la mermelada. Enfadados, murmuramos la consabida frase "¡Murphy tenía razón!", ya que ni siquiera recordaremos la ocasión en lo que no ocurrió lo mismo porque ya lo habremos borrado de nuestra memoria. En la situación en que algo puede salir mal, tenemos tendencia a recordar sólo las casualidades negativas (aquellas que rompen el apacible devenir de las cosas). En realidad, la Ley de Murphy no existe: su lugar lo ocupa un mecanismo psicológico. Haced la prueba, y fijaros la próxima vez en que vayais a hacer algo en lo que haya una pequeña posibilidad de que salga mal: si sale bien, como es de esperar, veréis que rápido os olvidais. Si, por el contrario, sale mal, enseguida estareis invocando a Murphy. ¡Seguro!
Seguro que este hombre no se acuerda de todas las veces en que no había nadie fumando a su lado en el restaurante

PD: Espero que me perdoneis esta paranoia, pero hacía tiempo que quería escribir sobre ello.

Mapas antiguos de España (X)

Imagino que os habréis dado cuenta del cambio de apariencia del Blog: espero que os guste (se agradecen los comentarios).
El presente mapa es del año 1652 según la fuente de la que lo extraje, pero la fecha se ve claramente en dos lugares y no corresponde a ese año; en realidad es de 1631 (y de hecho, el escudo todavía incluye a Portugal dentro de España) Así, no es de extrañar que se vuelva a la situación anterior, donde el Reino de León se extiende tan sólo hasta el Duero. Como hemos visto, esta es la situación normal hasta los años treinta del siglo XVII; pero en dicha década los cartógrafos incluyeron a Asturias dentro del Reino. Tengo otro mapa de 164- en que se repite lo mismo, con lo cual ya deja de ser anecdótico.

1652

Mapas antiguos de España (IX)

26 julio, 2005

Este es muy similar al que os presenté ayer, con la salvedad de que es francés. León aparece como "Legio", e incluye a Asturias de nuevo, aunque sólo tengo un ejemplo más en el que ocurra esto. Tal vez algún día haga un dosier con estos mapas y se lo envíe a los de Tierra Comunera para que aprendan algunas cosinas sobre el pasado de España. Tampoco estaría de más enviárselo a algún presunto historiador pagado por la Junta.

1638

Mapas antiguos de España (VIII)

25 julio, 2005

Podría poneros más de media docena de mapas que son muy similares hasta los ahora presentados, así que trataré de exponer sólo los más peculiares. Este es de 1631, y trae las divisiones de los reinos marcadas en diferentes colores. Hay una curiosa novedad respecto al Reino de León: sigue llegando hasta el Duero por el Sur, pero el autor ha ampliado su frontera Norte hasta el Cantábrico, de forma que Asturias figura como región leonesa. Eso sí, no desaparece su nombre, aunque figura en caracteres más pequeños que de costumbre (lo mismo que Extremadura respecto a Castilla la Nueva). ¡León tenía mar! Pero no nos engañemos: el presente mapa es una rareza, y sólo he encontrado otro que refleje esta situación. Melow, no te preocupes, que ya queda menos para que aparezca Salamanca.

1631

Milenio 3 hace el ridículo con la Luna

24 julio, 2005

(foto: la cara oculta de la Luna)

Esta noche Milenio 3 ha vuelto a demostrar que quiere convertirse en un programa de humor. Porque sólo así se puede entender el bodrio con el que han ensuciado la atmósfera dando pábulo a la infantiloide teoría de que el hombre no ha llegado nunca a la Luna, y que todas las imágenes y datos de las misiones Apolo son un fraude. El verdadero fraude es que en España se pueda emitir un programa tan bochornoso y se intente presentar como algo serio. El ridículo llegó a su punto álgido cuando hablaron del documental "El lado Oscuro de la Luna" como si demostrara su tesis conspiranoica, cuando la verdad es que se ríe descaradamente de los ignorantes carentes de espíritu crítico como Iker Jiménez (presunto periodista y perpetrador del espacio radiofónico). Sólo hay una explicación para una situación tan patética: o bien los "responsables" del programa no vieron el final del documental, o bien nunca lo han visto (lo que no les impide opinar como si lo hubieran hecho). En todo caso, una muestra más del "rigor" de las tonterías de las que se habla en los programas fabricantes de misterios. Para los interesados en el tema, recomiendo la visita a la página de la NASA que contiene multitud de mapas, fotografías, etc. de las misiones lunares. Y si no acaba de convenceros, visitad esta página, o esta otra, donde se desmonta punto por punto toda la teoría conspiranoica. Si queréis conocer otros gazapos mayúsculos de Iker Jiménez, leed este artículo de la magnífica página Magonia. Por cierto, en esa misma página hay otro demoledor artículo sobre las conspiranoias lunares. Y otro sobre las manipulaciones y mentiras vertidas al respecto.Por supuesto, no hubo ni una sola referencia a estas páginas en todo el programa, aunque sí se habló largo y tendido de las conspiranoicas. Resulta cuando menos curioso que esta gente sea tan escéptica en un asunto tan "material" y fácil de demostrar, y luego se traguen todos los cuentos de teleplastias, OVNIS extraterrestres, chupacabras, espíritus, y demás mitologías contemporáneas. PD: Y si queréis echar unas risas a costa de estos tolones, visitad este sitio.

Mapas antiguos de España (VII) (Y algunas reflexiones)

21 julio, 2005

Este precioso mapa de 1625 incluye una división de los reinos y territorios por colores, por lo que las fronteras están muy claras. León, una vez más, supera los límites de la actual provincia por el sur y llega hasta el Duero, aunque en cambio pierde el extremo más occidental de El Bierzo. Asturias figura con identidad propia; no así Extremadura, que una vez más es incluida en Castilla la Nueva (Castilia Newe en el inglés antiguo en el que está el mapa). A los lados nuevamente figuran ilustraciones de los paisanos y paisanas de España de la época, y en la parte superior, de algunas ciudades.
Volviendo al presente, no deja de llamar la atención que un territorio tan histórico como es el Reino de León simplemente haya desaparecido desde 1983, y que tan sólo perdure como apellido de la comunidad autónoma más grande, despoblada, desarticulada, ineficaz y pesimista de toda España. A mucha gente (periodistas, políticos...) le resultan extrañas las reivindicaciones leonesistas, y se preguntan en voz alta si no sería mejor aparcar las discusiones sobre identidad, y ponerse a trabajar todos juntos en la solución a los mismos problemas. Disiento totalmente de este punto de vista: la identidad es lo primero. Sin identidad, no hay ilusiones ni ganas de trabajar en común. Sin identidad, vence el pesimismo, y eso es lo que hoy en día vive la sociedad leonesa. Mientras los señores de la Junta no sean capaces de ver una realidad tan evidente, seguirán tirando millones de euros al año en sumideros como la Fundación Villalar intentando convencer a los leoneses de que en realidad León no existió nunca, y de que hemos sido castellanoleoneses desde 1230 (o antes, incluso) Lo que más me duele es que ese dinero que están tirando no es el suyo: es el de todos.

1625

Mapas antiguos de España (VI)

19 julio, 2005

En este mapa de 1617 si que está claro que el Reino de León sólo llega hasta el Duero. Se le denomina "Leon". Al mapa le acompañan, a la izquierda representaciones de varones típicos españoles, y a la derecha, mujeres. Arriba y abajo aparecen algunas de las ciudades más importantes de la España de la época (no busquéis ninguna de la Región Leonesa, que por entonces estaban de capa caída).
Estos días ando muy liado, pero espero que pronto pueda hacer un artículo más sobre documentos en los que se sigue hablando del Reino de León hasta el siglo XIX. Incluso he encontrado referencias a instituciones leonesas bastante desconocidas. Ya os contaré.

1617

El Sol, estrella de tercera generación

¿Sabíais que casi en el mismo lugar donde ahora está el Sol hubo dos estrellas anteriormente? Es decir, que el Sol en realidad es una estrella de tercera generación. Ya se sabía que al menos tenía que ser de segunda generación, debido a la presencia de elementos pesados en nuestro Sistema Solar (y aquí hay que incluir a prácticamente TODOS los átomos que nos rodean y que componen nuestro cuerpo). Y es que esos elementos sólo se pueden producir en el corazón de estrellas supermasivas de corta vida, lo que no es el caso de nuestro astro rey.
La primera estrella estaba compuesta casi exclusivamente de hidrógeno, pero era tan masiva que la presión en su interior alcanzó límites que casi no podemos imaginar, de tal forma que algunos átomos se transformaron en otros debido a los intercambios de partículas subatómicas. Tras unos escasos millones de años de vida, la inestable estrella explotó en forma de nova o supernova. Pasado un tiempo, la gravedad hizo su trabajo y fue atrayendo la nube de gas resultante prácticamente en el mismo lugar que la fenecida estrella. Cuando la presión fue lo suficientemente grande, se encendió de nuevo el horno nuclear y nació la segunda estrella. Este astro de segunda generación también estaba compuesto mayoritariamente por hidrógeno, pero ya había trazas de más elementos. También fue una estrella supermasiva, y en su núcleo la presión creó elementos todavía más pesados. Ignoramos si tuvo tiempo de desarrollar una cohorte de planetas, pero probablemente no, ya que tras una corta e inestable vida también estalló en forma de supernova.
El proceso de acreción se repitió una vez más gracias a la gravedad, y surgió una nueva estrella: nuestro querido Sol, también compuesto mayormente de hidrógeno, pero con importante presencia de elementos más pesados. Hay unos testigos de excepción de todo este proceso: las condritas carbonáceas, un tipo de meteoritos en cuyo interior se conservan cóndrulos o inclusiones de elementos (calcio, aluminio, titanio, e incluso ¡moléculas orgánicas!) cuya existencia es anterior a la del propio Sol (ver imagen de la derecha).

NOTA: He escrito este artículo de memoria, por lo que puede contener incorrecciones. Si creéis encontrar alguna, agradecería que me lo notificarais. Gracias.